Los testimonios publicados en esta sección son responsabilidad de quien los firma. Al publicarlos www.reinadelcielo.org no está emitiendo ninguna opinión sobre la veracidad de los dichos, sino que sólo ha entendido que sus contenidos no contienen nada que atente contra las verdades de la fe y la moral y sí entiende que pueden ser favorables para el crecimiento espiritual de nuestros lectores. El juicio final sobre los hechos publicados corresponde a la Iglesia, a la que nos sometemos.
La redacción de Reina del Cielo
Una de nuestra lectoras, comparte con nosotros su testimonio de la fuerza de Dios y la fe en él.
En el ranchito donde vacacionamos guardo 2 Rosarios de plástico traídos por mis padres de Medjugore. Uno siempre está colgado en la cabecera de mi cama y el otro es el que uso permanentemente (salvo cuando voy a la playa o de noche mientras duermo porque me pincha un poco la piel y me sobresanto pensando que es algún insecto). Ese que uso siempre, es, además, fluorescente (si se lo ilumina, cuando se apaga la luz, brilla en la oscuridad, es hermoso!).
Una noche ibamos a salir a comer algo. Yo había olvidado de ponerme el Rosario después de la siesta, así que subí a buscarlo. Lo dejo siempre en la alfombra que está al costado de mi cama (un colchón sobre el piso). No estaba. Tampoco estaba colgado en ninguno de los clavitos en la cabecera, ni en la mesa de luz.
Me pareció raro, porque estaba muy segura de haberlo dejado sobre la alfombra, pero bueno… pensé que quizás lo había bajado. Bajé y revisé el candelabro que tengo bajo una estampita de la Virgen de Medjugorje y un crucifijo, pero tampoco estaba colgado ahí.
Estaba desconcertada, pues no dejo el Rosario en ‘cualquier lado’. Hay sitios específicos donde lo deposito al quitármelo. Me lo quito, le doy un beso y lo coloco en alguno de esos sitios.Como tampoco estaba ahí, volví a subir, pensando que no había buscado bien.
Revisé exhaustivamente con la linterna, iluminando TODOS los rincones, la alfombra, levanté el colchón, moví las sábanas…
Nada. No estaba. Apagué la linterna para ver si algo brillaba… Nada.Volví a bajar y busqué en lugares donde nunca lo hubiera puesto – por las dudas! En un neceser en el baño, arriba del mueble del baño, en fin, hasta en la cocina. Nada.
Volví a subir una tercera vez, coloqué TODA mi ropa sobre la cama y doblé prenda por prenda otra vez, pensando que quizás lo había dejado sobre alguna y después puesto algo arriba. Nada.
Días atrás había leído un libro de Nicky Eltz llamado ‘Sáquennos de aquí’ que una amiga de mi madre me había prestado. Este libro compila las más de treinta entrevistas que Nicky Eltz realizó a María Simma a lo largo de cinco años, centradas en sus experiencias y en sus revelaciones privadas.María Sima es un alma mística favorecida con el carisma de recibir mensajes de las almas del purgatorio, a quienes consagró su vida desde joven.
Recordé que a María Sima tuvo eventos de ataques del maligno. Ella lo ahuyentaba en nombre de Jesús.
¡Yo quería mi Rosario!
Y entonces pensé, indignada:
“En nombre de Jesús, María y José, de Dios y del Espíritu Santo, ¡devuélveme mi Rosario! ¡Es mío y quiero que me lo devuelvas ya!”
Subí por cuarta vez… y mi Rosario estaba a la vista, sobre la alfombra. Como debió estar desde el primer momento, tal y como yo recordaba haberlo dejado.
Quedé sobrecogida.
Era IMPOSIBLE que no lo hubiera visto en las tres exhaustivas búsquedas anteriores. Imposible.Lo levanté, lo besé y me lo coloqué alrededor del cuello, y luego avisé que lo había encontrado. Y salimos del rancho.
Caminé en silencio. En ese momento no podía hablar. No podía procesar lo sucedido, era demasiado para mi. Soy una persona cualquiera. No soy santa. Intento siempre hacer lo mejor que puedo, pero estoy llena de imperfecciones.
Sin embargo, al reclamar mi Rosario, no dudé para nada. En esa oración tuve tanta fe! Sabía que ‘el coludo’ estaba metido y no le temí. Quería recuperar mi Rosario!!!Días después lo compartí uno a uno: primero con mi esposo (no es creyente), luego con mis hijos (que tampoco lo son). Después con mi madre y ayer con mi padre.
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Y hoy leí un un mensaje de mi hermana que vive en Suiza que me derivaba a un testimonio en la página de ustedes… y me dije: tengo que compartir mi experiencia. Y por eso les escribo hoy.El libro mencionado puede descargarse como pdf
Bendiciones en Cristo!
Karen