El corazón es, esencialmente, una extraordinaria máquina que bombea sangre durante toda nuestra vida, sin cesar. Sin embargo, durante miles de años se lo ha identificado también con los sentimientos del ser humano, con sus cualidades más remarcables. Y de hecho, es el Corazón de Jesús el que fuera traspasado por la lanza del centurión Longinos en el día del Calvario. De Su herida brotaron Sangre y Agua, y regaron al mundo desde el Madero de Nuestro Señor.
El corazón fue el señalado por el mismo Jesús en Sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque en Francia varios siglos atrás, creando la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y fue a Santa Faustina Kowalska que Jesús se revelara con dos rayos que partían de Su Corazón, inundando el mundo. Esos rayos representan la Misericordia de Dios que se derrama sobre todos nosotros, evocando la devoción al Jesús Misericordioso. Nuevamente el corazón es el indicado por Dios. ¿Por qué?
He meditado muchas veces el motivo por el que un órgano esencialmente mecánico sea el señalado por Dios no sólo como el centro de Su Amor, sino también como el centro de nuestra espiritualidad. Un buen corazón es signo de ser buena persona, signo de cercanía a Dios.
El Señor me ha regalado esta semana una pista importante sobre este tema tan central a la hora de comprender el modo de pensar y actuar la Voluntad de Dios. En la ciudad de Boston participé de una conferencia de un profesor de la Universidad de Stanford, Robert Cooper, sobre el uso de nuestra inteligencia en el mundo actual. Como reconocido escritor y pensador, Robert expuso un tema del que yo tenía absoluto desconocimiento, y sobre el que profundicé con posterioridad.
La ciencia ha descubierto en los últimos diez años (y la investigación está aun en sus primeras etapas) que existen neuronas en el corazón del hombre. Se estima que existen unas 40.000 neuronas ubicadas en distintos lugares del músculo cardíaco, y se ha avanzado también en el análisis de la actividad de neurotransmisores en este conjunto que algunos científicos consideran autónomo del sistema nervioso central. De modo sorprendente se ha descubierto también la existencia de hasta 90.000 neuronas en el corazón del feto humano, más del doble que en el caso de los adultos. La forma de conectarse entre si de estas neuronas del corazón es distinta a la de las neuronas de nuestro cerebro, haciendo que la actividad sea mucho más rápida, aunque de cierto modo menos organizada y estructurada
¿Qué quiere decir esto? Que no sólo el cerebro puede ser el centro de actividad neurológica en el ser humano. De modo paulatino la ciencia empieza a comprender que algo ocurre en el corazón, que excede la mera actividad de bombear sangre a nuestro organismo. De inmediato comprendí tantos siglos de revelaciones a santos sobre el Corazón del Señor, y del corazón del hombre.
Será por eso que sentimos que nuestros sentimientos parten de algún modo de nuestro corazón, ya que no es esto sólo una representación simbólica, sino que Dios puso probablemente actividad pensante en este noble órgano. Y esta actividad está totalmente vinculada con nuestros sentimientos, con nuestra capacidad de comprender las cosas más allá de la razón, centrada en nuestro cerebro. El corazón parece ser ahora también fisiológicamente el centro del amor, de nuestra capacidad de ver las cosas en un plano paralelo a los pensamientos tradicionales.
Nuestro corazón, de este modo, es el motor que dispara una visión distinta de la realidad que nos circunda. Ya no es sólo el pensamiento que parte de nuestra cabeza el responsable de comprender nuestra vida, sino el sentimiento que surge de un corazón dotado por el mismo Creador de la capacidad de amar, de sentir, de darnos otra mirada de la realidad.
Dios lo ha dicho de modo claro desde hace siglos, Su Corazón es el lugar desde el cual se derrama la Misericordia y el Amor, fuente de Gracia y perdón. Ciencia y fe, siempre van de la mano. Es que es Dios quien ha creado al hombre, en cuerpo y alma, mientras al hombre le lleva años el ir conectando y descubriendo esos puentes entre el Pensamiento del Creador y el pensamiento limitado de la humanidad.
Como nos pidió el Señor que repitamos sin cesar: Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.