Cuando confundimos el motivo con la consecuencia, parecemos esas bicicletas con el piñón roto: pedaleamos, pero la bicicleta no avanza, aunque nos sigamos esforzando... (ver artículo)
Motivo y consecuencia

¡Porque sólo Tú eres! (ver artículo)
Dios, en Su infinito amor, nos regala momentos parecidos a lo que ocurrió en el Monte Tabor. No nos quedemos allí, bajemos y vayamos al mundo a dar testimonio de Su amor. (ver artículo)
La Iglesia está a favor de salvar a nuestros genios que aún no han nacido y lucha incansablemente por hacerlo.
Durante mucho tiempo se dijo -y se dice- que la Iglesia fue y es obsoleta, caduca, atrasada, fuera de época, y no sabe vivir al ritmo (ver artículo)