Meditaciones

El grito de Dios

Cuando vemos el gesto de un hijo o una hija que nos sorprende con un signo de madurez, no podemos dejar de emocionarnos hasta las lágrimas mientras nuestro corazón exclama en un grito ¡ese es mi hijo! (ver artículo)

Bajo el signo del Padre

Dios nos ama infinitamente, tanto como para habernos dado a Su Propio Hijo como prenda de nuestra Salvación. Y Jesús murió en la Cruz como Perfecto Cordero de Sacrificio. (ver artículo)

El crimen del siglo

No tenemos forma de detener con nuestros esfuerzos individuales este crimen que se multiplica y avanza como una marea sangrienta, salvo nuestra oración permanente.
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Callar es amar

Señor, hazme manso, prudente y humilde. Dame la fortaleza para callar, esperar y confiar en Ti. Enséñame a hacer pequeños sacrificios interiores que agraden a Tu Corazón Amante. (ver artículo)

El dolor es el arado

El arado rompe, despedaza, abre, expone el alma al exterior para que la lluvia prepare, para que el sol germine la semilla. El dolor redime, cuando el alma responde al llamado. (ver artículo)

Oración del corazón

Si podemos unirnos en el diálogo sincero con Dios, podremos unirnos también en muchas otras cosas. La verdadera oración nos debe anonadar frente a la sublime y omnipotente Presencia de Dios (ver artículo)