Meditaciones – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 15 Nov 2024 18:34:48 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Cuando se pierde un alma https://www.reinadelcielo.org/cuando-se-pierde-un-alma/ Fri, 15 Nov 2024 11:45:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=449 ]]> Dios tiene modos de hablarnos, sutiles, diálogos inefables que sólo el alma que los experimenta puede comprender. Todos podemos tener esos diálogos, sin palabras, con sentimientos que el Señor inspira en nuestro corazón. Hoy creí tener uno de esos diálogos mientras asistía a la Misa dominical. A veces se siente muy fuerte nuestra asistencia a Misa, más que otras, y hoy fue uno de esos días en que el Señor me tenía absorbido en meditaciones profundas. Le pedía perdón o le agradecía, le pedía ayuda o simplemente me dejaba acariciar por Sus suaves manos, que tocan el alma.

Así, mientras se cantaba el Santo antes de la Consagración, tenía los ojos cerrados y disfrutaba del momento que se aproximaba. De repente el sacerdote interrumpe el canto y la Misa, abro los ojos y veo a una madre desesperada junto a él. El sacerdote nos dijo a todos que esa madre buscaba a su niño de dos años, perdido. Ví en esos ojos, en ese gesto, el dolor y la preocupación. ¡Su hijo estaba perdido! En medio de una iglesia atestada de público, ella pensaba que quizás alguien se lo había llevado, quien sabe donde. ¡Mi niño, donde está mi niño!, gritaba desde lo más profundo de su corazón. De inmediato una mano se alzó entre la multitud, la madre corrió y pasó junto a nosotros con el niño en brazos. La odisea, breve dolor de madre angustiada, había terminado.

Jesús y la samaritana

Todo culminó tan rápido como se había iniciado. Mas sin embargo, yo supe de inmediato lo que Jesús quería decir a mi alma: esa madre me mostró cuan fuerte es el sentimiento de protección de un hijo, cuanta fuerza emana de una mujer que supo llevar en su vientre al que ahora esté perdido. El pensamiento estalló en mi interior como un rayo, porque el amor de esa madre, amor imperfecto de criatura, no puede compararse al Amor de Dios por cada uno de nosotros. Dios, infinito y eterno en Su Amor, Amor perfecto y puro, tiene un Corazón que ama mucho más intensamente que el de aquella madre, o el de cualquier otra madre. Pude ver en un instante el dolor que Dios siente cuando un alma, cualquiera sea, se pierde. El también estalla de dolor y horror cuando uno de nosotros se pierde, cuando nuestra alma se aparta de El rumbo a la oscuridad.

Jesús te ama, tú lo sabes bien. Él te mira y desea que estés en Sus Brazos, abrazo espiritual que protege y alimenta. Cuando entregas tu alma al pecado, a la caída al fondo de los fosos insondables de la oscuridad espiritual, El quisiera detener todo lo que ocurre, interrumpir el curso de la historia. Que alguien levante sus brazos y diga: “aquí está, conmigo, no te preocupes Señor”. Pero no es así en el caso de nuestro abandono de Su protección, no hay brazos que se eleven, no hay quien te devuelva al nido de amor que El te ofrece. Jesús puede llamarte, gritarte a través de la prosperidad, o del dolor, o a través del envío de Sus mensajeros de amor, o con suaves caricias a tu corazón. Es tu alma la que debe optar, porque así es la Ley que El nos ha dado. Ley de libre albedrío, del ejercicio de nuestra propia voluntad.

No hay modo de que el Señor te recoja nuevamente, si no eres tú el que torne la mirada hacia Su Rostro y le pida abrir Sus Brazos para volver ansioso a pedir perdón por el abandono. Como aquella madre que desesperada buscó y buscó a su hijo en medio de la multitud, así es que Jesús te llama y te invita a volver. Me dirás que tú tienes a Jesús en tu corazón, pero yo creo que las paredes del mundo se interponen a menudo entre tú y El. Ni siquiera los más grandes santos han sido capaces de estar con Jesús a tiempo completo, por lo que tú no puedes pretender ser totalmente fiel al Señor.

Nuestra vida debe ser un permanente buscar a Jesús, porque para El también es una búsqueda permanente de nuestra alma. Jesús nos busca, como esa madre en la iglesia, en medio de la multitud del mundo. Es una búsqueda que tiene que funcionar en dos sentidos. Desde el Señor, está garantizada, pero desde nosotros, es un interrogante de vida completa, un desafío diario. El Señor está allí, esperando que corramos a Sus Brazos. Por cada uno de nosotros, sin excepción, El lucha, busca. Nosotros, a veces lo recordamos, otras lo ignoramos, muchas veces lo traicionamos. Pero, ¿cuándo estamos más felices que al estar en Sus Brazos, seguros de Su amistad?


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¡Explosión de Santos! https://www.reinadelcielo.org/explosion-de-santos/ Thu, 31 Oct 2024 11:00:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=346 Me dijo un amigo: tengo la impresión de que durante los tiempos de Juan Pablo II, nuestro amado Pontífice, se han visto más Canonizaciones que en otros tiempos de la Iglesia. Y también parece que, en promedio, toma menos tiempo para canonizar a las almas que llegan a los altares, desde su muerte, que en los siglos previos. ¡Qué enorme gracia nos concede Dios!

El obrar del Espíritu Santo, activo en los hombres y en el resto de la Creación, nos regala ésta verdadera explosión de almas santas.

¿Cuál será el sentido de este maravilloso florecer del jardín de Dios, dentro del plan Celestial?. Seguramente existen muchos motivos, pero uno en particular atrapa mi atención: evidentemente el mundo no está bien, a pesar de los permanentes esfuerzos de Dios en recogernos y ayudarnos a volver al camino marcado por la Sangre del Redentor. Una de las formas que tiene el Señor de tratar de ayudarnos, es la de ofrecernos variados modos de llegar al Reino, a través de la existencia de distintos santos que iluminan nuestra vida.

Cada santo representa un distinto modelo de camino, de llegada a la santidad que Dios espera de nosotros. Por supuesto que Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, nos mostró en Su Naturaleza Humana la perfección que Su Naturaleza Divina le infundió. Así, en la vida de Cristo se pueden advertir infinitas facetas de Virtud que se pueden explorar como modos de progresar espiritualmente. ¡Es cuestión de elegir la virtud que más se aproxime a los dones naturales que a cada uno de nosotros Dios nos dio, y seguirla!. Pero Dios no se queda allí: nos da más. El Señor toma cada una de Sus Virtudes Divinas, y moldea uno o varios santos en cada una de ellas, para que tengamos modelos mas cercanos a nosotros a quienes imitar. Como si fueran bastones en los cuales apoyarnos para poder caminar por el sendero de la Luz.

Todos los Santos

De éste modo, ¡tenemos santos para todos los gustos!. Habrá quienes se sientan más identificados con la sencillez de Santa Teresita, o con la fuerza de San Pablo o María Magdalena, o con la sabiduría de San Agustín, o con el infinito amor Eucarístico del Padre Pío. ¡Que interminable lista!. Así, es fundamental entender que la existencia de las almas santas tiene dos lecturas paralelas, pero inseparables una de la otra:

Por una parte, los santos son un regalo de la criatura a su Creador. Es la alegría de Dios al ver que pocos, pero al menos algunos de sus hijos, le son fieles. Y por otra parte, son regalos de Dios a los hombres, para que éstas almas se transformen en faros que iluminan la profunda noche que habita en este mundo.

¿Y por qué Dios acelera y aumenta la cantidad de santos que nos regala en estos tiempos?. Yo diría que todos estos nuevos santos son como cuerdas, como sogas que Dios suelta desde el Cielo, hacia la tierra. Son invitaciones a que escalemos por la soga que más nos agrade, que subamos por ella al Reino de Dios. Que tomemos una de estas gruesas y fuertes sogas con nuestras manos, y ascendamos con ganas hacia Dios. Tienes muchas a tu alcance, todas ellas llevan escritos nombres de santos. ¡Elige una, y escala con todas tus fuerzas!

El Señor, nuestro Padre que nos ama y nos cuida, nos arroja cada vez más y más de estas sogas, y lo hace cada vez más rápido. ¿Por qué será?


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Las benditas almas del purgatorio https://www.reinadelcielo.org/las-benditas-almas-del-purgatorio/ Fri, 25 Oct 2024 06:03:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=601 Mucha gente se pregunta sobre el sentido que tiene la existencia del Purgatorio, dentro del Plan de Dios. En realidad, la existencia del Purgatorio es la consecuencia natural de varios factores que Dios introdujo cuando, haciendo uso de Su Omnipotencia Creadora, dio forma final al hombre como punto máximo de Su Obra.

En primer lugar, Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza en muchos aspectos, uno de los cuales y quizás el central, es haberle dado una voluntad propia. La Voluntad de Dios, Su Fiat Creador, hizo al mundo, y así Dios quiso que también el hombre tuviera su propia voluntad, como El la tiene. Naturalmente que esto da origen al libre albedrío que todos tenemos, puerta abierta a nuestra libertad de optar entre el bien y el mal.

Como consecuencia de esta libertad que Dios nos da, surgen la Misericordia y la Justicia Divinas, las cuales no pueden ser vistas separadamente, nunca, ya que se complementan y unen. Dios es infinitamente Misericordioso, pero también es infinitamente Justo. La Misericordia de Dios se refleja, de este modo, en Su infinita capacidad de perdonarnos, si nos arrepentimos, y también en el Amor que El vuelca sobre el mundo todo el tiempo, tratando de salvarnos. La Cruz es el punto máximo de la Misericordia de Dios Padre hacia Nosotros, a través de la cual entregó la Vida de Su Hijo Amado, por nuestra salvación. Y también es un acto de infinita Misericordia el Pentecostés, a través del cual Dios nos envió Su Santo Espíritu para que nos guíe e inspire, como miembros de Su Santa Iglesia.

Pero, sin la Justicia Divina, la Misericordia estaría incompleta. Dios debe diferenciar a los justos, aquellos que le son fieles, de aquellos que haciendo uso de su libre albedrío, optaron por el camino de la oscuridad. Ejercer la Justicia Divina es motivo de tremendo dolor para Dios, ya que El prefiere que los hombres nos salvemos todos, y no tener que acudir a Su Justicia. Pero, no es El quien nos condena, sino somos nosotros los que nos alejamos de El y de Su promesa del Reino, lo rechazamos. Si entregamos nuestra voluntad a Dios, haciendo lo que El desea y no lo que nosotros deseamos, nos unimos a El y Su Amor. En cambio, si tomamos el camino de la soberbia, y creyéndonos un dios rechazamos lo que Dios espera de nosotros, haciendo nuestra propia voluntad, nos alejamos del Amor y nos sujetamos a la Justicia del Creador. La Justicia Divina, de este modo, es necesaria para poder diferenciar el distinto uso que las almas hacemos del libre albedrío que Dios nos dio como Don supremo.


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El Cielo y el infierno

cielo e infierno

Puestas así las cosas, tenemos nuestro libre albedrío, reflejo de poder ejercer nuestra propia voluntad, y también tenemos la Misericordia y la Justicia de Dios, en un balance perfecto. Dios hizo entonces un lugar de infinito y eterno premio para aquellos que, haciendo uso de su voluntad, son fieles y aman a Dios, amando a los semejantes como a si mismos. Quienes completan el circulo del amor y la entrega de la propia voluntad a los deseos de Dios, llegan después de esta vida pasajera al Reino Eterno, a gozar de las delicias de Dios junto a los santos y los ángeles, y por supuesto junto a la Virgen Santísima.

La definición del Cielo que nos da el Catecismo de la Iglesia Católica es:

“El Cielo es la participación en la naturaleza Divina, gozar de Dios por toda la eternidad, la última meta del inagotable deseo de felicidad que cada hombre lleva en su corazón. Es la satisfacción de los más profundos anhelos del corazón humano y consiste en la más perfecta comunión de amor con la Trinidad, con la Virgen María y con los Santos. Los bienaventurados serán eternamente felices, viendo a Dios tal cual es.”

El Cielo, de este modo, es el lugar perfecto donde las almas gozamos en Presencia de Dios, en un estado de felicidad perpetuo, en perfecta unión y Adoración.

Pero, ¿qué hacer con aquellos que desobedecieron y no obraron de acuerdo a la Voluntad de Dios?. Aquellos que repitieron el grito del arcángel caído, “¡no serviré!”, el grito de la soberbia y el rechazo a Dios, por Justicia Divina son enviados al lugar de la condenación eterna, el infierno. La existencia del infierno es una verdad Bíblica que no puede negarse, como no puede ningún cristiano negar la existencia del demonio, ya que también él es parte de las Escrituras. Infinito dolor le causa a Dios que una sola alma se pierda por toda la eternidad, ya que Su Plan es que todos nos salvemos. Y así El nos ha dado todo lo necesario para que nos redimamos, para que lleguemos al Reino con El. Pero, si a pesar de toda la Misericordia Divina que nos ha inundado de dones, empezando por la Presencia Eucarística de Dios en todos los Sagrarios de la tierra, insistimos en apartarnos de Dios, la Misericordia entonces da paso a la Justicia Divina: el Señor es lento para enojarse, como Dice la Biblia, pero no es un Dios tibio, y mucho menos injusto.

Así como en el Cielo se goza en Presencia de Dios, el más grande tormento en el infierno es la ausencia de Dios, por toda la eternidad. El Cielo es el lugar del perpetuo y perfecto amor, mientras el infierno es el lugar donde el odio y el rechinar de dientes perduran eternamente. El infierno, de este modo, es la expresión del balance perfecto entre Misericordia y Justicia Divina, ya que representa la contracara del premio que Dios da a las almas justas, a quienes se entregaron en nombre del Amor, que es Dios. Si hay un premio para los que voluntariamente vivieron en el Amor, así el infierno representa la condena para quienes voluntariamente vivieron en el odio y rechazo a Dios.


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El Purgatorio

Almas del purgatorio

Tenemos ahora nuestro libre albedrío, la Misericordia y la Justicia Divina, el Cielo y el infierno. ¿Qué es entonces el Purgatorio?. ¡Es una de las obras más maravillosas que ha hecho Dios!. ¿Qué ocurre con aquellas almas que no llegaron a hacer todo lo necesario para llegar al Reino, pero tampoco han dejado de amar a Dios totalmente?. Son las almas que buscaron a Dios por el camino del amor, pero no pudieron vencer todas sus pasiones humanas, no pudieron hacer que el amor limpie todas las impurezas de su alma, y les permita volar al Señor. Dios, dando una vez más una hermosa muestra de Su Infinita Misericordia y Justicia, crea el Purgatorio.

¿Qué es el Purgatorio entonces?. Es el lugar donde se purifican nuestras impurezas, aquellas manchas que no permiten que nuestra alma se presente ante Dios. Puesto en términos simples: así como los ángeles fueron creados como espíritus puros, y por eso están en presencia de Dios Adorándolo y Alabándolo, el hombre fue creado originalmente puro en cuerpo y alma, pero cayó por el pecado de Adán y Eva. De allí en más el hombre nace con el pecado original manchando su alma, y tiene como Don de Dios su vida para optar y elevar el alma hasta llegar a la muerte en estado de pureza espiritual tal que le permita llegar al Reino como alma santa. Sólo siendo absolutamente pura puede un alma estar en Presencia de Dios, en el Cielo, como lo están los ángeles. ¡Qué difícil es esto!. Algunas almas ingresan directamente al Cielo, pero otras deben primero limpiar sus impurezas en el Purgatorio. Se sube al Cielo con el alba blanca, con un ropaje espiritual totalmente puro. Este es el sentido del Purgatorio, es una ayuda que Dios nos da para completar lo que no hicimos en nuestra vida en la tierra, purgando los pecados y falta de amor en que incurrimos.

El momento más importante de nuestra existencia

A través de Santa Gertrudis, los escritos de los santos, la teología y otras fuentes de revelación privada aprobadas por la iglesia, tenemos referencias de cómo es el purgatorio, de cómo las almas esperan allí el momento de subir a Dios.

Sabemos así que en el momento de la muerte, nuestra alma tiene una visión de Dios, una visión no completa pero que a las claras es del Creador. El alma entonces reacciona de acuerdo a como llevó su vida: quienes conocen y aman a Dios, quienes son santos y tienen el alma totalmente pura, buscan a Dios, se sienten atraídos por El. El Señor entonces se presenta a ellos en toda Su Omnipotencia y los eleva a Su Reino, haciendo pleno uso de Su Justicia y Misericordia. ¡Qué maravilloso momento para el alma!. Sin dudas este es el instante más feliz de la existencia de una persona, el de ser aceptado por Jesús en Su Casa. Es el momento conocido como el Juicio Particular, cuando Jesús ejerce Su Poder de Justo Juez.

Otros hermanos, en ese instante sublime, se sienten atraídos por Dios, ese inmenso Faro de amor que se les manifiesta los llama, pero se dan cuenta que no son dignos, que no tienen el alma suficientemente limpia para poder estar en Su Presencia. Entonces sienten la necesidad de ir al lugar donde puedan purificar esas manchas, el Purgatorio, antes de poder subir como almas santas a contemplar a Dios en Su Casa. El deseo de llegar a Dios es infinito, pero también es infinita la conciencia de que sólo estando purificados se puede acceder al lugar de las eternas delicias. El Señor, entonces, por obra de Su Misericordia les da el premio de tener la certeza de poder entrar al Reino, pero también por obra de Su Justicia respecto de quienes se entregaron totalmente a la Voluntad de Dios, los envía al lugar de purificación de las penas como paso previo y necesario. El Purgatorio, de este modo, es una hermosa y perfecta manifestación del equilibrio entre la Misericordia y la Justicia de Dios. Las almas que acceden al Purgatorio son benditas, ¡porque ya están salvadas!. Saben que se ganaron la promesa de Jesús, la promesa de sentarse a Su Mesa en Su Casa. Por eso, el sufrimiento que enfrentan está compensado por la esperanza de saber que llegará su turno de gozar, y más importante aún, saben que han sido salvas del lugar de la condenación eterna.

En cambio, quienes en vida odiaron a Dios y a sus semejantes, rechazaron todas las invitaciones Divinas a vivir unidos al Amor que Dios nos propone, rechazan en ese instante esta visión de Dios, no la aceptan, y culminan su existencia terrenal siendo lanzados a la condenación eterna. ¡Triste, pero así es!. Nuestra alma siempre ha sido tocada por Dios de un modo u otro, nadie puede decir que no tuvo ninguna señal respecto de la necesidad de vivir una vida de amor y justicia. Por supuesto, como bien nos lo dijo el Señor a través de la parábola de los talentos, Cristo nos juzga de acuerdo a lo que recibimos. A más enseñanza, dones, talentos o gracias, más nos reclama Jesús. Si transformamos todo lo que Dios nos dio (empezando por la vida) en egoísmo, envidias, división, rebeldía, odio, desenfreno de pasiones carnales y perversidad, nos estamos condenando nosotros mismos. Es la Justicia de Dios la que opera, pero son las propias almas las que con sus actos llegan a ese momento con un corazón que busca o rechaza a Dios. El infierno y su patrón, el arcángel caído satanás, existen como directa consecuencia de la Justicia de Dios, que recae sobre aquellos que son infieles a nuestro Padre Bueno, habiendo tenido todo para ser buenos hijos y llegar a compartir Su Mesa, Su Reino.


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Cada uno se gana lo propio

Bueno

También sabemos que no hay un solo Purgatorio, ni un solo Cielo, ni un solo infierno. En cierta medida se puede decir que cada uno de nosotros tendrá un lugar particular que nos ganamos con nuestros actos y gestos durante la vida, un lugar propio. Así, podemos decir que el infierno se divide en seis niveles, que hay tres niveles de Purgatorio y siete niveles de Cielo. ¿Alguna vez escuchaste hablar del séptimo Cielo?. Pues es el grado más alto de santidad al que puede llegar un alma, arriba de todo. Eso no quiere decir que los santos que están en los distintos niveles de santidad o de Cielo no se ven, ya que todas las almas santas están en comunión permanente, en perfecta unión. En el Cielo todo es felicidad, paz y gozo. Sin embargo, hay almas más santas que otras, y también es mayor el premio de Jesús a aquellos que fueron más puros, más fieles, que sufrieron cruces más grandes y las entregaron a Dios en reparación de los pecados de la humanidad.

Del mismo modo tenemos niveles en el lugar de la purificación: el tercer nivel de Purgatorio, el más bajo, es el que está más cerca del infierno, y es donde van las almas que tienen más faltas para purificar. Se puede decir que es donde van los que se salvaron por poco. Por supuesto allí las penas son más grandes, quizás parecidas a las del infierno, pero con la infinita diferencia de saber que esas almas ya están salvadas, mientras las del infierno estarán allí para toda la eternidad. En cambio, el Purgatorio más alto, el que está más cerca del Cielo, es el lugar donde se da el último respiro antes de subir al Cielo. Es la antesala del Reino, donde se purgan las últimas manchas del alma, las más leves. Las almas pueden subir de nivel en nivel de acuerdo a como van purgando sus faltas, o subir directamente al Cielo desde el nivel inferior o desde el nivel medio, dependiendo de los actos que hagamos los que aun estamos con vida, respecto de esas almas.

El infierno, finalmente, también tiene sus niveles: los más profundos son para aquellos que han odiado más, han traicionado más, y probablemente han recibido más de Dios. Alguna vez leí que en el infierno más profundo, en el más tenebroso, está el alma de Judas. Siendo un discípulo de Jesús, habiendo recibido en forma directa tanto del mismo Hijo de Dios, lo traicionó y envió a la Muerte. Judas recibió toda la formación necesaria para ser uno de los doce apóstoles, para ser un santo en los altares de la iglesia. En cambio, culminó su existencia como el mayor traidor de la historia de la humanidad, entregando a la muerte a Dios hecho Hombre, y sin arrepentirse de ello acabó con su propia vida, en medio del mayor odio por si mismo, Dios y sus semejantes. Como la parábola de los talentos nos enseña, Judas recibió mucho, y no sólo no dio nada a cambio, sino que odió inmensamente a quien lo amaba como a un hermano. Y así fue arrojado al lugar más profundo, al más oscuro.


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Las visitas de La Virgen

Visita de la Virgen al purgatorio

Las almas del Purgatorio no ven a Dios hasta subir al Reino, pero si reciben la gracia de ser visitadas por la Virgen, quien acompañada por San Miguel Arcángel, las consuela, aliviando el dolor que las sofoca. Los ángeles custodios de las almas las acompañan en el Purgatorio como lo hicieron en vida, dándoles también consuelo, así como irán con ellas al Reino el día en que ingresen allí glorificadas.

Por la intercesión de la Virgen, particularmente en los días de Fiesta de la Iglesia (Semana Santa principalmente, pero también Navidad, y en cada día de fiesta) Dios libera almas en mayor cantidad, como acto de Misericordia, acortando las penas. Y esto no es por el mérito de las almas que allí purgan (no hay posibilidad de acumular méritos frente a Dios en el Purgatorio), sino por la intercesión de la Virgen y los santos y por las oraciones de los que aún estamos aquí y pedimos por esas almas. Las almas, de este modo, no pueden hacer nada desde el Purgatorio para acortar o aliviar sus penas, ya que su tiempo se agotó al haber llegado a la muerte. Sin embargo, los que estamos aún en vida en la tierra podemos hacer mucho por ellas. Nuestra oración, nuestro amor, nuestros ruegos a Dios, alivian y acortan sus penas.

Nuestro amor por las almas hace que ellas sufran menos, o suban antes al Cielo. Pero, muy importante también es saber que si bien las almas no pueden hacer nada por ellas mismas, si pueden obtener ayuda de Dios para nosotros, para que el Señor nos socorra. Las almas son poderosas ayudantes de quienes oran por ellas: esa es una gracia que Dios les concede, ayudar a los que aún estamos en la tierra. De este modo, podemos hacer un excelente “negocio” espiritual: oremos muchísimo por las almas, y ellas nos devolverán ese enorme regalo de amor, pidiendo a Dios por nosotros. Santa Catalina de Bologna dijo: “He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho más grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)”.

María, la Santa Madre de Dios, es el puente de unión entre las almas y Su Hijo, por lo que a Ella y a San Miguel Arcángel es a quienes debemos pedir mayor intercesión ante Dios, por el acortamiento del sufrimiento de las almas. Y las almas tienen a María como su Madre, su ayuda. La Reina del Cielo, la Omnipotencia Suplicante, intercede ante Jesús por los ruegos e intenciones de las almas benditas.


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La unión con las almas del Purgatorio

Santa Gertrudis la grande

Las almas pueden, cuando Dios les concede esa gracia, manifestarse de diversos modos a nosotros, pidiendo por nuestra oración, perdón y acompañamiento. Santa Gertrudis la Grande recibió muchas revelaciones de Jesús, y también muchas gracias obtenidas a través de las almas. Ella fue, de este modo, un instrumento que Dios les concedió a las almas purgantes, revelándose así muchos de los misterios que aquí relatamos y también los pedidos de ayuda y oración. El propio Jesús le reveló a Santa Gertrudis ésta oración, diciéndole que El liberaría mil almas del Purgatorio cada vez que se dijera:

“Eterno Padre, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo, en unión con todas las Misas celebradas hoy en todo el mundo, por todas las Santas Almas del Purgatorio. Amén”.
Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para ésta Santa, él pensó en molestarla en su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio, puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Angeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a Su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las almas benditas, la llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

Las almas tienen en nosotros a quienes pueden ayudarlas a sufrir menos, por lo que buscan que tengamos presente su existencia, su dolor y sufrimiento, y también su bendición de ser almas que ya están salvadas. Cuando un familiar nuestro fallece, debe ser motivo de inmensa alegría pensar que el alma está en el Purgatorio, que se ha salvado. Pero también, y mucho más importante aún, es la necesidad urgente y apremiante de orar e implorar a Dios por esta alma, para que sea liberada.

Cuando un alma tiene que purgar las penas derivadas de lo que le hizo a alguien que aún está vivo (falta de amor u ofensas), tiene en el perdón de esa persona el modo directo de acortar el sufrimiento. Por eso es que las almas están particularmente atentas a la oración de estos familiares o amigos con los que mantienen ataduras originadas en la falta de amor que tuvieron en vida. Buscan el perdón, el restablecimiento de la cadena de amor que no sólo ayuda al alma purgante, sino al que está en la tierra aún, porque el rencor, el resentimiento y el odio dañan a esa alma también. En definitiva, lo que une a las almas purgantes con nosotros es el amor. Nuestro amor hacia ellas acorta sus penas, y el amor de ellas hacia nosotros obra ante Dios, para que El nos ayude en las pruebas físicas y espirituales que enfrentamos en la vida terrenal que aún debemos recorrer.


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¡Ayudemos a las almas!

Ayudar a las almas del purgatroio

Es nuestra obligación suprema, como cristianos, ayudar a las almas purgantes a ser liberadas con prontitud. No sólo las de nuestros familiares y amigos están allí esperando nuestra ayuda, sino las de millones de almas que agradecerán multiplicando por mil los favores recibidos, cuando entren al Reino y puedan interceder por nuestras propias almas ante Dios. Debemos ser conscientes que los sufrimientos del Purgatorio son indecibles, como paso previo al entendimiento de la necesidad de acortar su pena. Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

Aquí está lo que los mas grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio:

Santo Tomás de Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno, y que el mínimo contacto con él es mas aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra.

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas, previo a ser aceptadas en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante, más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida. Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio”.

¿Y cómo podemos ayudar a las almas?. La forma más efectiva es pedir Misas por ellas, la Sagrada Eucaristía, la Sangre de Cristo es el modo más poderoso de liberarlas por anticipado.

Con relación a la Misa, es bueno recordar un hermoso ejemplo narrado por el santo Cura de Ars, San Juan Bautista Vianney, a sus parroquianos: “Hijos míos, un buen sacerdote había tenido la desgracia de perder un amigo muy querido. Por eso rezó mucho por la paz de su alma. Un día Dios le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio y sufría terriblemente. Este santo sacerdote pensó que no podía hacer algo mejor que ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por su querido difunto. En el momento de la Consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo: “Padre Santo y Eterno, en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el Purgatorio y en mis pobres manos de ministro tuyo está el Cuerpo de Tu Hijo Jesús. Pues bien, Padre Bueno y Misericordioso, libra a mi amigo y yo te ofrezco a Tu Hijo junto con todos los méritos de Su Gloriosa Pasión y Muerte”. Este pedido fue escuchado. De hecho, en el momento de la elevación, él vio que el alma de su amigo subía al Cielo resplandeciente de gloria. Dios había aceptado la ofrenda”.

“Por eso hijos míos, concluyó el santo Cura de Ars, cuando queramos liberar a nuestros seres queridos que están en el Purgatorio, hagamos lo mismo. Ofrezcamos al Padre, por medio del Santo Sacrificio, a Su Hijo Dilecto, junto con todos los méritos de Su Pasión y Muerte, así no podrá rechazarnos nada”.

También es efectiva la oración por ellas del Santo Rosario o repetir la oración de Santa Gertrudis. Aunque más no sea acordarse de ellas, conversar interiormente, pedir a Dios repetidas veces por ellas, es efectivo. Cuando se pasa cerca de un cementerio, saludarlas y pedir a Dios por ellas, es también muy importante. Difundir la importancia de reconocer y ayudar a las almas, reducir la enorme ignorancia que existe sobre tan fundamental tema, es también un modo poderoso de socorrerlas.

De este modo, toda ocasión es buena; se puede decir que quien viva con las almas del Purgatorio presentes en su corazón durante toda la vida, tendrá a la hora de la muerte una multitud de almas santas que lo vendrán a buscar para interceder ante Dios por el acortamiento de su purificación, o quizás para ir directamente al Reino. ¡En agradecimiento por la ayuda recibida!. San Alfonso María Liguori decía que, aunque las santas Almas no pueden ya lograr méritos para sí mismas, pueden obtener para nosotros grandes gracias. No son, formalmente hablando, intercesores, como lo son los Santos, pero a través de la dulce Providencia de Dios, pueden obtener para nosotros asombrosos favores y librarnos de los demonios, enfermedades y peligros de toda clase.

Imaginemos la alegría de esas almas, cuando nosotros les damos alivio con nuestras oraciones, cuando pedimos a Dios por ellas damos muestras de amor, anudamos nuestros corazones a los de las almas. Y cuando una de ellas entra al Reino, ¡qué alegría la de Jesús, María, los santos y ángeles!. Imaginen que sonrisa nos prodiga Dios si es que nuestras oraciones o Misas ayudaron a esa alma a gozar de la felicidad eterna. ¡Qué mejor obra podemos hacer en vida que ayudar a las almas purgantes!. De nuestra parte, es una demostración de fe (porque creemos que ellas están allí), de esperanza (sabemos que nuestras oraciones las consolarán y liberarán) y caridad perfecta (es el amor por nuestros hermanos ya fallecidos). ¡Es un gran proyecto, espiritualmente hablando!


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Las almas se manifiestan

María Simma

A lo largo de los siglos, Dios ha permitido que las almas se manifiesten a muchas personas, algunas santas, otras simples personas como tú y yo. San Pío de Pietrelcina tenía muchas visiones de almas purgantes que Jesús liberaba por sus oraciones y sufrimientos. Las almas iban a agradecerle a San Giovanni Rotondo cuando ingresaban al Cielo. En la actualidad vive en Austria una mujer llamada María Simma. Ella recibe desde hace décadas la visita de centenares de almas purgantes que le piden ayuda y oración, que le revelan cómo es el Purgatorio y otros misterios de Dios, que le explican cuestiones del mundo actual. Es muy buena revelación privada, apoyada por el Obispo y por el confesor de María, recomendamos la lectura del Libro de Sor Emanuel sobre María Simma, y también el de Nicky Elz, “Sáquennos de aquí”.

Como nos relata María Simma, cuando las almas se presentan y piden oración, es muy común que busquen a aquellas personas que rezan mucho por ellas, porque Dios les permite manifestarse y pedir ayuda. También es frecuente que busquen a aquellos con los que tienen deudas de amor pendientes, y traten de hacer que su presencia haga que la persona perdone, y rece por esta alma. María Simma relata muchos casos de encuentros con almas purgantes en los libros mencionados, así como se encuentran relatos similares en las descripciones de las vidas de muchos santos.

Pero, en mi experiencia personal, mucha gente tiene ejemplos de la presencia de almas del Purgatorio en sus familias, quizás abuelos, padres, tíos a aún hermanos o hijos. Tal vez por ignorancia éstas historias se ocultan, o quizás por miedo a lo desconocido. El objetivo de éste escrito es también que usted se familiarice, se enamore mejor dicho, de las almas. Son las mejores amigas de nuestra alma, con las que podemos entablar una amistad profunda y fructífera, no hay que temerles, todo lo contrario. Como ejemplo, les voy a contar dos casos en los que me llegaron testimonios en forma directa (y quizás de este modo ustedes entiendan mi especial amor e interés por las almas benditas del Purgatorio, las que evidentemente buscan mi ayuda en la difusión de sus verdades):

Una tía mía Religiosa que tiene más de ochenta años, nos contó hace poco tiempo, hablando de las almas del Purgatorio, un hecho que le ocurrió a ella personalmente. Durante muchos años estuvo enferma, sufriendo en el convento, y también bajo el mando de una madre superiora que tenía un carácter muy estricto, particularmente con ella. Mi tía solía esconderse en un rincón del convento para encontrar algo de paz, de sosiego. Luego de muchos años, ya muerta la madre superiora, ella tuvo la gracia de recibir otra madre superiora que la consoló en su enfermedad y sufrimientos, que le dio un amor de madre. Un día, mi tía fue al rincón donde solía refugiarse por años, y se encontró con la madre superiora fallecida frente a ella, la que con una mirada profundamente sufriente le extendía su mano. Mi tía huyó, no pudo enfrentar la situación. La madre superiora nueva, ante el relato de lo ocurrido, le dijo que si volvía a suceder tal hecho, era su obligación consolar a la religiosa fallecida. Al tiempo, y en el mismo lugar, se repite la situación. Mi tía, en esta nueva oportunidad, tomó la mano extendida ante ella, y la sintió como si fuera de fuego. Entonces le dijo a su superiora: “¿se siente mejor, madre?”. Y ella le respondió: “mucho mejor”, desapareciendo de la vista de mi tía. Saquen sus conclusiones sobre la enseñanza que nos deja este relato. Mi tía está muy feliz después de lo ocurrido: Dios le dio la gracia de manifestarle una parte de Su mundo sobrenatural, y ella pudo perdonar y reconciliarce con quien tuvo desencuentros por años y años.

Mi otro relato: hace un tiempo compartía con un grupo de compañeros de trabajo una cena, y hablaba con gran entusiasmo sobre las almas del Purgatorio, sobre las almas amadas. Las cinco o seis personas que me escuchaban tenían en sus rostros mezcla de incredulidad, sorpresa, y otros sentimientos del mismo vecindario. De repente, vi que uno de ellos tenía sus ojos desorbitados y me decía: ”¡no puedo creer lo que estoy escuchando!. Yo no soy muy creyente, pero mi esposa si. Y desde hace muchos años que ocurre algo extraño en mi casa: mi esposa se despierta en la madrugada, y ve a su abuela ya fallecida que se encuentra sentada al pie de la cama, con rostro triste y sin decir nada. Mi esposa, entonces, se limita a orar hasta que la abuela desaparece”.

No les puedo explicar con palabras el rostro de los demás comensales. Le expliqué a este hombre que lo que vivía su esposa era una gracia de Dios, que quizás se relacionaba con algún hecho que la abuela vivió con su esposa, o quizás simplemente con que su esposa tiene un gran Don de oración que es buscado por el alma de la abuela. Este sorprendido hombre dijo entonces: “cuando mi esposa tenía ocho años presenció una fuerte pelea entre su madre y su abuela, que culminó cuando la abuela le propinó un fuerte golpe en el rostro a su madre. Mi esposa, con sus ocho añitos, nunca pudo perdonar a su abuela”. Quedó claro entonces el motivo de la presencia de ésta alma en la casa de éste hombre.

Seamos amigos de las almas benditas, oremos y obremos por ellas, estemos conscientes de su necesidad de ser socorridas. Un día estaremos inmensamente felices de haberlo hecho, podremos ver entonces la importancia de haber sido iluminados oportunamente por Dios sobre tan grande Don que El nos concede: vivamos unidos, en la Comunión de los santos, a las almas del Purgatorio y del Cielo, porque junto a ellas conformamos la Iglesia de Cristo.


⚠ En “Benditas Almas“, puedes rezar y pedir oración por las almas del purgatorio. Click aquí


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Tiempo de valientes https://www.reinadelcielo.org/tiempo-de-valientes/ Fri, 18 Oct 2024 11:12:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=512 ]]> Es hermoso disfrutar de una obra de Dios cuando esta ya está terminada, pulida. Así ocurre con las Ordenes Religiosas, las Advocaciones Marianas, las Devociones que provienen de los Santos, con los lugares de peregrinación. Uno acude confiado en la legitimidad, en la aprobación que Dios ha dado a aquello que se sigue como culto enriquecedor para el alma. Pero, ¿han nacido de ese modo esas obras?

Definitivamente no, todo lo que es de Dios ha surgido enfrentando toda clase de adversidad y negación, controversia y escándalo, en muchas oportunidades. Es que el mundo no le hace fáciles las cosas a aquellos que quieren ayudar a Dios, sea ahora, o siglos atrás. Sin embargo, aquello que es de Dios se sostiene pese a toda adversidad, y finalmente prospera, mientras que lo que no es de Dios, puede alcanzar un brillo circunstancial, pero cae.

Peregrinos Medjugorje

Así podemos recordar la prohibición y proscripción oficial de todo lo relacionado con Sor Faustina Kowalska, hasta que un Sacerdote Polaco que supo defender la obra en medio del conflicto, la llevó a los altares. Ese Sacerdote fue Karol Wojtila, y la obra fue el Jesús de la Misericordia, y la canonización de Santa Faustina. También los Pastorcitos de Fátima la pasaron muy mal, con amenazas de ser hervidos en un caldero de aceite, interrogatorios de lo más violentos, y toda clase de tribulaciones. Sin embargo, la Virgen supo apoyar a los suyos, a través del gran milagro del 13 de octubre de 1917 que despejó muchas de las dudas y pavimentó la difusión y aprobación de la devoción a Nuestra Señora de Fátima.

En el milagro de la Virgen de Guadalupe, vimos como alguna gente llegaba a negar la existencia del propio indio Juan Diego, testigo del milagro. Sin embargo, almas fieles perseveraron investigando y documentando hechos y milagros, impulsando la obra que culminó en la Canonización de San Juan Diego. El pobre Padre Pio de Pietrelcina tuvo prohibición de dar misas en público, y de escribir texto alguno, durante literalmente décadas. Sin embargo, los milagros que Dios producía a su alrededor movieron a las multitudes a seguirlo, movimiento que finalmente floreció como una obra gigantesca de nuestros tiempos, San Pio de Pietrelcina.

Presencia de Dios

En tiempos más cercanos, vimos como Medjugorje tuvo controversia entre sectores que apoyaban la obra, básicamente los Franciscanos, y otros que la enfrentaban. El propio Juan Pablo II dijo: “Si no fuera Pontífice estaría en Medjugorje”. La obra, en el impulso de la Reina de la Paz, avanza a paso firme. También en nuestros tiempos, la obra que la Virgen promueve a través del Movimiento Sacerdotal Mariano genera gente que apoya, y otros que no creen en los mensajes de la Virgen en el libro que Ella inspirara al Padre Steffano Gobbi. Sin embargo, multitudes de sacerdotes, obispos y cardenales, y por supuesto laicos, forman parte y siguen al Movimiento.Lo que hoy queremos resaltar es la valentía de aquellos que, en los momentos de oscuridad, mantienen su apoyo a estas obras, sin desfallecer. Por más que el mundo y el error de los hombres cercena y pone a riesgo las viñas que Dios inspira y promueve, estos valientes desconocidos mantienen su apoyo y compromiso. Ellos son los ignorados artífices de muchas obras de Dios, que luego de años o siglos mueven a multitudes. Veamos hoy en estas almas el coraje que tuvieron, y que tienen, y agradezcamos su compromiso, y su cruz.

Hoy tenemos muchas obras que están en fase de desarrollo, quiere esto decir que no están todavía totalmente consolidadas o aprobadas por la Iglesia. Miremos muy bien para advertir la Gracia de Dios sobre ellas, y no demos las espaldas simplemente porque aún no tienen aprobación oficial, ni siquiera porque presentan controversia. Recordemos que todo lo que es de Dios debe resistir grandes pruebas antes de emerger victorioso. Pero Dios mismo espera tener esas almas valientes que lo ayuden, y comprometan su nombre, tiempo y esfuerzo, para que la Luz del Señor brille y alumbre una nueva Viña, para regocijo del Cielo todo.


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Juan Pablo y su motor secreto https://www.reinadelcielo.org/juan-pablo-y-su-motor-secreto/ Fri, 18 Oct 2024 08:00:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=581 Como él mismo lo gritó al mundo: ¡TOTUS TUUS! Soy todo tuyo, así se definió, propiedad de la Virgen, totalmente consagrado a Ella. Devoto y enamorado de la Virgen de Fátima, de la Guadalupana, de la Virgen de Czetostowa, de Lourdes, simplemente de María, de la Madre de Dios.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el reinado de Juan Pablo II fue producto de la intercesión de la Virgen ante Jesús, ante el Trono de Dios. María fue preparando con los años éste maravilloso milagro de nuestros tiempos: poner en la barca de Pedro, al frente del navío más hermoso que Cristo puso a navegar en el mar de éste mundo, a un hombre inspirado por la Pureza de la Inmaculada, por el amor inflamado de la Madre del Salvador. Juan Pablo fue así un trozo del Amor de Dios, de Su Misericordia, un chispazo de divinidad que brotó de Polonia e incendió el mundo. Y el mundo, en buena medida, no lo supo reconocer.

Igual fue con Jesús, que nació en lo pequeño de una gruta de Belén y sembró Su Amor para conocimiento de unos pocos que vivieron en aquellos años de Palestina. Su estatura fue creciendo con el paso de los siglos hasta transformarse en el Hombre más extraordinario que jamás haya pisado la faz de ésta tierra. ¿Y como no iba a ser así, si El fue el mismo Dios hecho Hombre? Las cosas de Dios siempre se realizan en lo pequeño, y trascienden al paso del tiempo, creciendo y creciendo a través de los corazones de las personas de buena voluntad. Así, de éste modo, iremos comprendiendo con el paso de los años lo que realmente significó Juan Pablo II para éste ciego mundo.

Hoy, un día después de la muerte de este santo hombre, en una emotiva Misa donde el corazón no sabía si reír o llorar, escuché éste inspirado canto que me tocó el alma:

No es en las palabras ni es en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto
sólo es el amor en la Cruz madurado
el amor que mueve todo el universo.

Aquí está la explicación de todo lo que necesitamos saber sobre Juan Pablo. El cambió la historia, todo el mundo lo reconoce, presidentes, embajadores, artistas, todos lo dicen ahora. Pero pocos hablan del motor secreto que tenía éste hombre, motor necesario para cambiar la historia. El motor del amor, del amor madurado en cruz.

JUAN PABLO II

Y lo vimos en su final, en su propia cruz que empezó a manifestarse claramente el primer viernes de abril de 2005. Como Jesús mismo tuvo Su Viernes un primer viernes de un abril de dos mil años atrás, así se echó la cruz al hombro nuestro héroe, para recorrer los metros finales de su camino por éste mundo. Al día siguiente, primer sábado de mes, día de la Virgen según la devoción surgida en Fátima, Juan Pablo vio abrirse las puertas del Reino a su paso cansado, a su espalda encorvada. Pero su muerte ocurrió por la noche, cuando se ofició la Misa de vísperas del Domingo de la Misericordia, como Jesús mismo se lo pidió a Santa Faustina Kowalska, devoción que el propio Juan Pablo difundió y defendió desde su juventud en su amada Polonia.

Su muerte no pudo ocurrir en circunstancias más perfectas, adornada por las espinas de la Corona de Cristo, endulzada por el aroma de nardos que el mismo Jesús quiso rociar sobre el alma de Su hijo predilectísimo. Y María, verdadera protectora de su alma, motivo de sus alegrías, lo vino seguramente a buscar para llevarlo de la mano a la Presencia de Jesús. María, de la que Juan Pablo nos enseñó tanto, es a través de él la dulce conductora de nuestras almas. Ella es quien pidió a Dios la Gracia de que tengamos tan santo hombre al frente de nuestra iglesia, por tantos años.

Recemos en agradecimiento por todo lo recibido, por tener un Dios tan amoroso que escucha los ruegos de Su Madre por todos nosotros, por nuestro bien. Y también tengamos fe, porque ese motor secreto que mueve el universo, ese amor madurado en la Cruz, es el Espíritu Santo que mueve la barca de Pedro en el rumbo que la preserve de los males del mundo, a pesar de las miserias de los hombres que, débiles en nuestra naturaleza, no nos dejamos guiar con la docilidad que el Amor de Dios merece.

Mi Dios, gracias una vez más por habernos dado a Juan Pablo, por haber dejado que una gota de Tu Misericordia disuelva Tu Justicia una vez más, dando paso a una nueva oportunidad de que salvemos nuestras almas, que nos dejemos guiar por Tu motor secreto, el del Amor.


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Nuestra responsabilidad https://www.reinadelcielo.org/nuestra-responsabilidad/ Fri, 11 Oct 2024 11:14:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=528 Demasiadas veces nos ocurre lo mismo. En medio de conversaciones sobre las cosas de Dios surge el disgusto y rechazo hacia los católicos, en base a experiencias negativas con laicos o consagrados. Obviamente que de modo inmediato intentamos por todos los medios separar a la Iglesia, como un todo, de cualquier error que alguien en particular hubiera cometido, y argumentamos y contra argumentamos frente a la negativa a abrirse a la verdad.

La verdad es que es demasiado doloroso el mirar la historia y advertir que las grandes tribulaciones de la Iglesia han venido desde fuera, pero sin dudas facilitadas por nuestras propias falencias, errores y miserias. Ha sido siempre el mismo el costado que nos ha herido, el de la propia humanidad de los que configuramos el Cuerpo Místico de Cristo. ¿Y qué hace el Señor ante estos dolores?

Pues, sin dudas, llora.

Llora cuando los que debiéramos ser ejemplo de amor y unión, dividimos y alejamos. Llora cuando ve con dolor profundo como muchos que debieran ser consolados y recibidos con brazos amorosos, son espantados como si no fuéramos nosotros los mensajeros del amor. Llora cuando la paz que debiera brotar como un manantial es reemplazada por envidias, egoísmos y rencores.

Cruz de Iglesia

No hay manera de explicar el que en lugar de decir “miren como se aman”, se escuche de modo demasiado repetitivo ¿y son estos acaso dignos representantes de un Dios de Amor? Muchas personas se preguntan por qué Dios permite que estas cosas ocurran en Su propia Casa. Claro, ellos piensan que Dios interviene a cada instante en los actos de los que configuran su familia. No es así. El nos libera a nuestro propio albedrío, a nuestra propia voluntad, aunque eso signifique pasos de retroceso, en lugar de progreso.

No, Dios no impide nuestros errores, aunque de modo misterioso interviene en aquellas encrucijadas en que Su Voluntad se encuentra condicionada por un desvío demasiado importante. Son puntos en que El envía a quienes recobran el aliento de Su Pueblo, como lo hizo con San Francisco en la pequeña iglesia de la Porciúncula. “Reconstruye mi Iglesia”, le dijo Dios ese día al Santo de Asís. Y ese pedido significa que había algo para reconstruir, algo estaba dañado.

Si miramos el paso de la historia veremos como muchas veces estuvo nuestra Iglesia al borde de problemas demasiado serios, como cuando Santa Catalina de Siena fue inspirada a rescatar al Pontífice de una situación histórica demasiado compleja. Ella, guiada por el Señor, luchó e insistió hasta cambiar la voluntad del Papa de su tiempo. Hoy, una vez más, El nos dice “reconstruye la Iglesia”. Y nosotros, ¿reconstruimos o miramos en otra dirección? ¿Edificamos o derruimos?

Duele. Duele porque se ve con claridad como Dios se decepciona de la falta de más miembros fieles de Su familia. Somos Católicos, con orgullo. Somos pilares de nuestra Iglesia, con la frente bien alta y la felicidad de poder decirlo con alegría en la voz. ¿Lo hacemos, o nos avergüenza el defender nuestro legado de miembros de la Casa de Pedro?

Cuando nos hablen mal de los católicos, recordemos que nosotros somos la Iglesia, por lo tanto están hablando mal de nosotros. Nadie puede negar la extraordinaria obra espiritual y también solidaria que la Iglesia Católica realiza en todo el mundo. ¿Quién se atreve a criticar a quienes realizan esa obra? ¿Quién se atreve a criticar a tantas Teresas de Calcuta que pueblan Capillas, Parroquias y Catedrales?

Los que realizan malas obras dentro de nuestra Iglesia no la representan. Estarán con nosotros, pero no son de los nuestros. De tal modo no podemos permitir se confunda la obra de Dios con las miserias de unos pocos, o de unos muchos, lo mismo da. Es grande nuestra responsabilidad. Dios no espera de nosotros un silencio cómplice ante esas críticas, ni mucho menos una mirada de asentimiento. El espera una valiente defensa de Su Casa, que es nuestra Casa también.

Señor, perdona nuestras cobardías y nuestras miserias, y danos un corazón valiente, para que seamos ejemplo de bien, reflejo de Tu Bondad.


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El grito de Dios https://www.reinadelcielo.org/el-grito-de-dios/ Fri, 04 Oct 2024 19:52:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=857 Pensaba que hay momentos en la vida en que nos sentimos infinitamente orgullosos de alguien que amamos de corazón. Si somos padres, vemos el gesto de un hijo o una hija que por primera vez nos sorprende con un signo de adultez, de madurez, y no podemos dejar de emocionarnos hasta las lágrimas mientras nuestro corazón exclama en un grito ¡ese es mi hijo!

En la vida matrimonial, hay momentos en que nos quedamos en silencio observando un gesto de nobleza o de ternura que proviene de nuestra esposa o esposo, y nuestro corazón se inflama de orgullo y grita ¡gracias Dios por haberme dado un matrimonio tan bendecido!

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Y por supuesto, nos suele ocurrir que ya maduros en la capacidad de admirar la verdadera sabiduría, advertimos un gesto de nuestro padre o nuestra madre, y viéndonos reflejados en ellos como en un espejo, nos derretimos en el orgullo de provenir de esa rama del árbol de la vida. Nuestra alma grita en agradecimiento por haber sido bendecidos en ellos.

Son momentos de recogimiento interior en los que la luz de la vida nos permite admirar lo esencial, lo que realmente hace la diferencia, desprovistos de la confusión del día a día. Nos ubicamos en nuestro centro y vemos con claridad, por un instante, aquello de bueno que Dios ve en el hombre. Pensemos que el Señor sufre con nuestros errores y con nuestras dudas, pero también se siente feliz cuando contempla gestos de amor y bien en nosotros, Su creación.

Esta relación tan extraordinaria que nos une a nuestro Creador es difícil de entender con una fe humana, o con pura razón. Hay que apelar a una fe sobrenatural, que trascienda los límites de la razón, para comprender la verdadera medida en que Dios nos ama. Si comprendiéramos de cuanto Amor es capaz Dios, yo creo que moriríamos en el acto porque no seríamos capaces de afrontar la tristeza de haberlo decepcionado tantas pero tantas veces.

Pero El nos ama tanto, que nos invita a ir descubriendo Sus misterios paso a paso, como un Verdadero Medico de Almas que da la medicina del modo que mejor haga a Su paciente. Como pacientes de ese Médico, debemos no solo aceptar su tratamiento sino que más importante aún, tomar Su medicina. ¿Cuál es esa medicina se preguntarán ustedes? Pues es Su Palabra, Su Palabra que es la fuente de la Vida Eterna.

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Así, Dios nos conoce hasta en el más recóndito rinconcito de nuestra alma. Hablamos de un conocimiento personal, intimo, porque Él nos mira y analiza a cada instante, hasta en lo más profundo de nuestro ser. Y aunque creamos que no lo merecemos, Su Infinito Amor nos hace objetos de Su tiempo y Su dedicación, a cada instante, ahora mismo.

Siente al Señor en tu corazón, ahora. Siente Su Mirada sobre la tuya, pero desde tu interior, porque allí está El. Dile, con sinceridad: “En Tu presencia Señor, me pongo en Tu Presencia. Aquí y ahora, abandono todas mis preocupaciones y pensamientos, abandono el mundo, y me pongo a Tu entera disposición. Habla, Señor, que Tu siervo escucha”. Estos diálogos son parte de la mística católica que durante siglos busca en la contemplación, el encuentro de la criatura con su Creador.

Con esa misma Mirada Divina que nos prodiga, a cada uno de nosotros, El mira también a la máxima obra de Su Creación, la más excelsa joya de Su Corona, la que una vez fuera simplemente María y hoy es la Reina del Cielo y la Tierra. Amada por Dios en forma plena, Ella lo hizo feliz en Su vida en la tierra, y lo hace feliz en el Cielo hoy también. María, nuestra Madre Celestial, hará feliz a Dios por toda la eternidad, sin medida, sin tiempo.

Meditando en esta especialísima relación entre nuestro Dios Trino y tan maravillosa Mujer, no pude dejar de imaginarme la reacción de nuestro Señor ante los gestos y los actos de esta Jovencita de Palestina, lo que siente Dios cuando mira el interior del Inmaculado Corazón de María. ¡Qué orgulloso está El de la respuesta que Ella da a Sus pedidos!

Por eso, se escuchó en el Reino el Grito de Dios retumbar en todas sus habitaciones:

¡Esa es Mi Hija!, gritó Dios Padre.
¡Esa es Mi Esposa!, exclamó alborozado el Espíritu Santo.
¡Esa es Mi Madre!, Dijo en lágrimas Jesús, mientras corría a abrazarla y levantarla en brazos como hace un Hijo orgulloso de Su Mamá.

Y yo, pequeño mortal admirado de la trascendencia de semejante escena, no puedo más que cerrar los ojos y en silencio agradecer a Dios, en Su Santísima Trinidad, por haberme hecho a mí, también, hijo de tan extraordinaria Madre.


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Una coraza contra el mundo https://www.reinadelcielo.org/una-coraza-contra-el-mundo/ Fri, 27 Sep 2024 09:34:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=409 ]]> Corremos la página de la revista que está en nuestras manos y surge algo que conmueve nuestra alma, algo que no debiéramos mirar. Por un lado, sentimos un cosquilleo en varias partes de nuestro cuerpo, nuestros ojos bambolean dubitativamente pero no pueden apartarse de lo que se ve allí. No hay dudas, algo ocurre en nuestro interior, y sin embargo eso que se manifiesta ante nuestra alma es dulce y atractivo, como un suave y letal veneno. De inmediato nos imaginamos que Jesús está sobre nuestro hombro mirando la misma página de la revista y con una mueca violenta aparta la mirada. Demasiado tarde, pero finalmente corremos la página y distraídamente pretendemos que nada ha ocurrido, pero la verdad es que esa imagen quedo retratada en nuestras retinas, en nuestra alma, y volverá una y otra vez a reclamar su presa: nosotros.

Escuchamos como la conversación se va acalorando, se pone intensa y toca cada vez zonas más prohibidas. De repente no resistimos e intervenimos con una expresión que contiene palabras que no son exactamente dignas de un hijo de Dios. En el momento de pronunciarlas sentimos la conmoción que provocan en la audiencia, el efecto buscado. ¡Ahora me prestarán atención! Sin embargo, algo más ocurre en nuestro interior: nos sentimos avergonzados de hablar de esa manera, de ensuciar con barro pestilente nuestra boca, y nos imaginamos a la Virgen viéndonos en ese momento y emitiendo una exclamación de espanto ante la vista del hijo envuelto en un fango verbal inesperado.

Leer

La experiencia de caer en el pecado nos pone, en el momento de ocurrir, sujetos a dos sensaciones totalmente opuestas: por una parte el dulzor perfumado, inconfundible, turbador y seductor del pecado mismo. Surge esa clara sensación de haber tenido el valor de cruzar una frontera más, de haber podido transgredir, de ser rebelde, desobediente. El pecado tiene la misma efectiva publicidad que vemos en la televisión para convencernos de comprar su producto, a veces con un mensaje vulgar y ruidoso, pero muchas otras con sutiles y sensuales llamados a las partes donde se esconden nuestras mas profundas miserias: nuestra vanidad y sensualidad.

Pero, en esa batalla espiritual que vivimos en cada acto de nuestra vida, también experimentamos el sacudón, ese calor que sube por nuestro cuerpo y se instala en nuestro rostro y orejas, indicando a las claras que algo hicimos mal. Es claramente vergüenza, culpa, remordimiento, y un bombardeo de pensamientos que nos gritan ¿por qué hiciste eso? Y la respuesta no viene clara, porque nuestra alma está aún embotada del perfume del pecado, y no sabe si darle cabida al perfume o al calor en el rostro que nos indica que algo hicimos mal,

Vivimos inmersos en el mundo, por lo que estas pequeñas o grandes experiencias de tentación seguida de pecado ocurren a diario, demasiado a menudo. Me sucede a veces el ver adolescentes que en pocos meses cambian totalmente su modo de hablar, y no se dan cuenta que eso ocurre porque se han metido en un circulo donde se habla de ese modo. El alma queda entonces manchada de tal forma que los demás vemos luego esas manchas de modo ostensible. ?De la boca sale lo que en el alma habita?. A veces los veo relatar programas de televisión con gran interés y risotadas, mientras ellos no comprenden que están manchando su alma con cosas que no son buenas. Baste pensar en Jesús mirando ese programa sentado junto a nosotros en nuestro sillón preferido, compartiendo la diversión y risotadas. Imposible, ¿verdad?

¿Son estas acaso cosas menores a las que no debemos prestar atención? Yo creo que si debemos prestar atención, si es que no queremos ir a la batalla espiritual desarmados y faltos de entrenamiento. Nuestra capacidad de construirnos una coraza que nos proteja de las tentaciones y provocaciones del mundo configura probablemente la principal arma que debemos tener como soldados de Jesús.

San Patricio construyó en Irlanda hace siglos esa coraza con oración, y aun hoy la rezamos. Los invito a conocerla, a rezarla, a meditarla, porque fue hecha hace más de 1500 años y sin embargo no ha perdido vitalidad en lo más mínimo. Es que el misterio de la iniquidad (el mal) no ha cambiado mucho. Sigue usando las mismas estratagemas para tentarnos y arrastrarnos a nuestra propia perdición.

La Coraza de San Patricio nos llene de rechazo por las cosas malas que nos ofrece el mundo. Por las habladurías, las imágenes de impureza, las palabras que no debieran salir de nuestra boca, los dichos o miradas hirientes. En fin, que la Coraza de San Patricio nos enseñe a tenerle verdadero asco al pecado, para que nos revuelva el estomago la sola idea de pecar, y nos de paz y consuelo la idea de callar, mirar mansamente lo que ocurre, dar vuelta la cabeza cuando es necesario hacerlo para evitar ver u oír lo que no nos hace bien, y evitar la curiosidad y habladurías malsanas.

San Patricio

Coraza de San Patricio

Me envuelvo hoy día y ato a mí una fuerza poderosa;
La invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Personas, la confesión de
La unidad del Creador del universo.

Me envuelvo hoy día y ato a mí:
La fuerza de Cristo con Su Bautismo,
La fuerza de Su Crucifixión y Entierro,
La fuerza de Su Resurrección y Ascensión,
La fuerza de Su Vuelta para el juicio de la eternidad.

Me envuelvo hoy día y ato a mí:
La fuerza del amor de los querubines,
La obediencia de los ángeles,
El servicio de los arcángeles,
La esperanza de la resurrección para el premio,
La oración de los patriarcas,
La visión de los profetas,
Las palabras de los apóstoles,
La fe de los mártires,
La inocencia de las santas vírgenes y
Las buenas obras de los confesores.

Me envuelvo hoy día y ato a mí el poder del Cielo,
La luz del sol, el brillo de la luna,
El resplandor del fuego, la velocidad del rayo,
La rapidez del viento, la profundidad del mar,
La firmeza de la tierra, la solidez de la roca.

Me envuelvo hoy día y ato a mí:
La Fuerza de Dios para orientarme,
El Poder de Dios para sostenerme,
La Sabiduría de Dios para guiarme,
El Ojo de Dios para prevenirme,
El Oído de Dios para escucharme,
La Palabra de Dios para apoyarme,
La Mano de Dios para defenderme,
El Camino de Dios para recibir mis pasos,
El Escudo de Dios para protegerme,
Los Ejércitos de Dios para darme seguridad
Contra las trampas de los demonios,
Contra las tentaciones de los vicios,
Contra las inclinaciones de la naturaleza,
Contra todos los que desean el mal de lejos y de cerca
Estando yo solo en la multitud

Convoco hoy día todas esas fuerzas poderosas que están entre mí y esos males
Contra las encantaciones de los falsos profetas,
Contra las leyes negras del paganismo,
Contra las leyes falsas de los herejes,
Contra la astucia de la idolatría,
Contra los conjuros de las brujas, brujos y magos,
Contra las curiosidades que dañan el cuerpo y el alma del hombre.

Invoco a Cristo que me proteja hoy día:
Contra el veneno, el incendio, el ahogo, las heridas,
Para que pueda yo alcanzar abundancia de premio.

Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí,
Cristo en mí, Cristo bajo mí, Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda,
Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura,
Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablan de mí,
Cristo en todo ojo que me ve, Cristo en todo oído que me escucha

Me envuelvo hoy día y ato a mí una fuerza poderosa;
La invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Personas,
La confesión de la unidad del Creador del universo.
Del Señor es la salvación. Del Señor es la salvación. De Cristo es la salvación
Tu salvación, Señor, está siempre con nosotros.
Amén


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Bajo el signo del Padre https://www.reinadelcielo.org/bajo-el-signo-del-padre/ Fri, 20 Sep 2024 14:23:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=542 Mi padre falleció hace algunos años, y es notable como he ido cambiando mi perspectiva hacia él, a medida que pasa el tiempo. ¡Cada día lo extraño más!

Y me encuentro de modo más y más frecuente haciendo mención a él en circunstancias de vida cotidiana: es como que su influencia en mi crece y crece día a día. Los puntos de apoyo de mi temperamento los encuentro cada vez más claramente reflejados en cosas que provienen de mi padre, es como que son el freno, el paracaídas para no caer en las debilidades naturales que todos tenemos dentro.

Yo encuentro dos niveles de explicación a este hecho, a esta evolución: el primero en el plano humano, el segundo en el plano espiritual.

En el plano humano, creo que casi todos tenemos una evolución natural en nuestra relación con nuestro padre: cuando somos niños, papá es nuestra seguridad y confianza, es el punto de referencia obligado. Cuando nos volvemos adolescentes, pensamos que papá no entiende nada, no sabe nada de este mundo mío, está pasado de moda y particularmente no me comprende a mí y a mis necesidades. Cuando vamos llegando a los treinta años, nos encontramos de repente pensando: ¿no sería bueno preguntarle a papá que opina de este problema que tengo?. Poco a poco, vamos volviendo a él, revalorizándolo. Cuando tenemos cuarenta, definitivamente le consultamos muchas cosas, porque papá si que me da buenos consejos, ya pasó por esto antes que yo. Y finalmente, cuando no lo tenemos más, de cuantas cosas nos arrepentimos, cuantas cosas no dichas, cuantas preguntas no hechas, cuantos abrazos no dados, cuanto agradecimiento no transmitido. ¡Se me fue el momento, y no me di cuenta!.

Perdido

Pero, gracias a Dios, podemos ver esta realidad también desde el punto de vista espiritual. Con una fe inquebrantable en la vida eterna, rezamos por su alma, para que el Señor la reciba en Su Reino, para que nuestro padre sea el mejor abogado que tenemos en el Cielo, cuidando de nosotros y pidiendo por nosotros. Y allí nos viene la tranquilidad de sentir en el corazón que papá está guiándonos desde lo alto, que nuestros pensamientos están guiados por él, que nos hace volver a los valores que nos enseñó y que nos hace recordarlo como modelo, como guía. En concreto: seguimos con él, hablamos, le hacemos preguntas, le contamos nuestros miedos y alegrías, tristezas y esperanzas, sentimos en nuestro interior su ayuda, guía y consejo. Y sabemos, positivamente, que él nos escucha y sigue atentamente todo lo que ocurre en nuestra vida y la de aquellos que más queremos.

Vemos así que tenemos que ir dejando de lado, con el paso de los años, la soberbia y vanidad que suelen invadirnos durante la adolescencia, para poder ir redescubriendo la verdadera esencia del indisoluble lazo de amor que nos une con nuestro padre.

¡Y hablamos de nuestro padre terrenal!. ¿Se imaginan entonces cómo es el amor de nuestro Padre del Cielo?. Igualmente, es imprescindible que nos libremos de nuestro ego y nuestra sensación de poderlo todo (típicos sentimientos adolescentes) para llegar a descubrir a Dios, nuestro Papá bueno que desde el Cielo nos da todo lo que necesitamos. ¿Acaso no es él quien nos da también a nuestro papá terrenal, así como a nuestra mamá y absolutamente todo lo que tenemos, incluyendo nuestra propia vida?.

Dios es un Padre Bueno, inmensamente Bueno, que nos ama infinitamente, tanto como para habernos dado a Su Propio Hijo como prenda de nuestra Salvación. Como lo hizo Abraham, ¿tú hubieras dado la vida de tu hijo, por amor a Dios?. Si bien a último momento Dios detuvo la mano de Abraham cuando él iba a sacrificar a su hijo, no lo hizo así con Su Hijo, Jesús, quien murió en la Cruz como el Perfecto Cordero de Sacrificio.

Así, con esta medida, te ama tu Padre del Cielo. ¿No vas a corresponder Su Amor?


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Hoy pude ver mi error https://www.reinadelcielo.org/hoy-pude-ver-mi-error/ https://www.reinadelcielo.org/hoy-pude-ver-mi-error/#comments Fri, 13 Sep 2024 10:28:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=411 ]]> Sí, hoy pude ver mi error, error de muchos años, casi una vida. El evento que me obligó a reflexionar ocurrió durante una jornada en que participé, donde algo así como ciento cincuenta jóvenes se unieron para compartir un día escuchando y aprendiendo las cosas del Señor. Sin embargo, lo que tocó mi alma fue ver a un grupo de unos veinte adultos sirviendo y asistiendo la jornada de modo totalmente desinteresado y con una notable dedicación y esfuerzo.

En realidad, yo era uno más de esos veinte adultos, y feliz corría de un lado para el otro apoyando, cuidando, moviendo cosas. En un momento estaba almorzando con un grupo de sacerdotes y seminaristas que nos vinieron a acompañar y ser parte de la jornada, y una señora muy conocida por mí vino a la mesa a limpiar los restos, a servir bebidas, a traer más comida. Ella lo hizo una y otra vez con una sonrisa que era notable, reflejando una alegría inocultable.

¿Qué tenía de raro eso? Pues que la señora tiene una muy buena posición económica y social y pudiendo estar siendo servida ella misma en su casa o en cualquier otro lugar, eligió estar allí, sirviendo. Empecé a mirar a mi alrededor y vi que había muchas personas con distintos roles en el mundo, pero todos tenían la misma actitud. ¿Por qué ellos estaban tan felices allí en lugar de estar en sus cosas, su vida, sus distracciones, sus familias? Evidentemente esta gente había descubierto un tesoro y lo disfrutaban a sonrisa abierta. De hecho, yo mismo estaba en ese grupo, gozando a cada instante también.

Me senté a reflexionar y a poco de ello caí en la cuenta de mi error, un gran error. Dios me ha llamado varios años atrás, y desde entonces me he preguntado una y otra vez por qué. Por qué teniendo tantas otras personas me había buscado de modo tan ostensible a mí para que trabaje para él. Esta se ha transformado a lo largo de los años en la más fundamental pregunta de mi vida.

sembrar talentos

He pensado qué talento ha puesto Él en mí que sea necesario para el bien de Su Obra. Que elemento de mi vida es parte de Su Plan para esta humanidad, en particular para estos tiempos de oscuridad en que vivimos. Una y otra vez he tratado de comprender cual es el rol de este engranaje que soy, en el diseño que es el plan que Dios ha trazado alrededor de mi vida. Convencido de que algo misterioso se esconde detrás de esta pregunta, me he puesto a orar una y otra vez pidiéndole al Señor me ayude a discernir cual es el propósito de mi existencia, a la luz de lo que Él espera de mí.

Y ayer pude ver cuál ha sido y es mi error. Dios no me necesita, no a mí en particular, para llevar adelante Sus propósitos. Ese pensamiento ha sido una muestra más de mi egocentrismo y soberbia. No. El me ha llamado porque quiere salvarme, a mí, en modo personal. El vio que estaba perdido en las aguas del mundo, sumergido en vanidades y regodeos de poder y dinero, que son los engranajes con que se mueve esa horrenda maquinaria que es el mundo. Él vio claramente que estaba a riesgo de perderme, de condenarme, por toda la eternidad.

Así, Dios quiso llamarme para tenderme una Mano Salvadora, Su Mano. Todas estas cosas que Él me permite hacer como miembro de Su Obra, son nada más que las formas, los vehículos que Él me entrega amorosamente para que evite mi propia condenación, para que me salve. Cuánta vanidad y soberbia la de pensar que Él me llamó porque necesita usar mis talentos, porque necesita mi ayuda. Inflado como un sapo, me he pasado años tratando de dilucidar la pregunta correcta, pero planteada del modo equivocado.

En esa gente que entregaba su día, su sonrisa, su esfuerzo, para mezclarse más allá de edades, clases sociales o educación, trabajando humildemente en lavar vasos, armar mesas, mover equipos y pegar carteles, en esa gente he comprendido el tesoro escondido en el llamado que Dios me hizo. Es un llamado personal, puedo contestar sí o no, en mi está la respuesta. Pero en cualquier caso, lo que está en juego no es cuanto se beneficia Dios de mi cooperación, sino si salvo mi alma, o me condeno eternamente en medio del egocentrismo y vanidad que me amenazan a cada momento. Esas personas me dieron una lección, en nombre de Dios, que fue el que las utilizó para que comprenda.

Camino

Y a ti, mi amigo, mi amiga, que estás leyendo este texto, espero estas palabras lleguen a tu corazón también, para que empieces a luchar contra tu egocentrismo, tu vanidad, tu ambición, tu envidia, tus anhelos de mundo que sobrepasan de modo gigantesco tus anhelos de Cielo. No eres más que nadie, ninguno de nosotros es más que ningún otro. Si no nos vemos reflejados en la humildad del Maestro que lavó los pies de Sus discípulos, ¿por qué creemos que podríamos llegar a salvarnos?

He vivido en el error. Perdón Señor por ser tan ciego. Extiende por favor Tu Mano una vez más, y ayúdame a matar mi vanidad. Ayúdame a ser sencillo como vos, para poder disfrutar así de la verdadera pobreza de corazón, como es que Tú la predicas en Tu Palabra. Pobreza que está más allá de nuestra cultura, dinero, o inteligencia, que son todos dones que Tú nos das. Tu pobreza de Corazón tiene en realidad mucho que ver con lo que hacemos con Tus Dones, si es que los usamos para nuestra condenación, o para nuestra salvación.

El Señor le dijo hace muchísimo tiempo al Profeta Isaías: “Tus caminos no son Mis Caminos”. Ahora comprendo cabalmente por qué se lo dijo.


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