En 1246, la Virgen, Flor del Carmelo, le da a san Simón Stock el escapulario con la siguiente promesa: "Quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"
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Oremos a Dios nuestro Padre, fuente de bondad y de misericordia, por medio de Jesucristo su Hijo, y así alimentar nuestra fe y nuestra esperanza en la vida eterna. (ver artículo)