Te entrego, Virgen Niña, mi corazón para que lo presentes a Jesús. Por el amor y complacencia con que te aceptó, cuando te consagraste a Él.
(ver artículo)
(ver artículo)
Oremos a Dios nuestro Padre, fuente de bondad y de misericordia, por medio de Jesucristo su Hijo, y así alimentar nuestra fe y nuestra esperanza en la vida eterna. (ver artículo)