Apariciones de María – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Wed, 27 Nov 2024 10:59:15 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Virgen de la Medalla Milagrosa – Santa Catalina Laboure https://www.reinadelcielo.org/medalla-milagrosa-catalina-laboure-francia/ Wed, 27 Nov 2024 06:03:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=44

oracionmedallamilagrosa

París, Francia

La Virgen María se aparece en 1830 a una joven postulante a noviciado en el convento de la Rue de Bac, iniciando una era de apariciones que permiten catalogar a los tiempos desde allí en adelante como una verdadera era Mariana universal. Se habían producido diversas apariciones en los siglos previos: la primera fue la Virgen del Pilar en España, con María aún viva en la tierra, al apóstol Santiago, y luego muchas otras en distintos lugares y momentos. Pero la cantidad e importancia de lo que ocurrió desde la Medalla Milagrosa en adelante marcaron el inicio de los tiempos de María como Capitana de sus fieles hijos enamorados.

medalla catalina

La Hermana Catalina de Labouré había luchado muchos años, desde niña, para realizar su sueño de ingresar a un convento y consagrarse a la vida religiosa. La temprana muerte de su madre la llevó a entregar todo su amor de hija a la Madre de Dios. Enfrentó tremenda oposición de su padre, vivió humildemente y con una escasa educación, esperando con paciencia que Dios haga Su Voluntad en su vida. San Vicente de Paul obró entonces un milagro: en un sueño le marcó a Catalina el camino a seguir, sin que ella llegue a reconocer en ese momento quien era el sacerdote que le hablaba así. Después de varios años, reconoció en su llegada al convento de la Rue de Bac al patrono de la orden de las Hijas de la Caridad en un retrato: San Vicente de Paul, muerto algunos siglos antes, era el sacerdote que se había presentado en sus sueños.

Segura a partir de allí de que estaba realizando la Voluntad de Dios, Catalina vivió desde sus primeros meses en el convento la Presencia Mística de Jesús: durante la Eucaristía El se presentaba a Catalina con ornamentos de Rey, pero mostrando los agravios que el mundo le realizaba a pesar de Su Divinidad. Catalina sólo confió a su confesor sus visiones, manteniendo el secreto de las revelaciones que recibía hasta el final de su vida. Pero ella secretamente añoraba la Presencia Mística de su amadísima Madre Celestial. Ante sus insistentes ruegos, en la noche del 18 de julio de 1830 un ángel se presenta a Catalina y la conduce a ver a la Virgen María, quien se le manifiesta esplendorosa en la capilla del convento. Dialogan durante más de dos horas, y allí la Madre de Dios guía amorosamente a Catalina hacia la obra que le encomienda.

Sucesivas revelaciones le indican la necesidad de difundir una Medalla por todo el mundo. Catalina revela el pedido a su confesor, quien sin el conocimiento de Catalina lucha y logra que la Medalla se diseñe y se difunda. La impresionante cantidad de milagros que se generan a partir de allí hacen que la Medalla Milagrosa sea distribuida en millones de copias por muchos países, sin que nadie pueda conocer el nombre de la vidente que recibió tan noble encargo. Catalina, en absoluta humildad, vivió en silencio y trabajo permanente toda su vida, hasta que una muerte apacible la llevó a losbrazos de su Madre Celestial por siempre. El mundo conoció entonces el nombre de la vidente que tuvo la gracia de recibir a la Virgen en la Rue de Bac: Catalina fue canonizada como Santa Catalina de Labouré, mientras su cuerpo milagrosamente incorrupto aún en la actualidad, es expuesto en París ante la admiración de las multitudes que la visitan.

La vida de Santa Catalina de Labouré fue de una simplicidad y humildad extrema, oculta totalmente de la vista de los hombres y de las cosas del mundo. Sin embargo ella vivió en silencio la Presencia permanente de Jesús, María, los ángeles y los santos, que la regocijaban con la promesa de la vida en la Patria Celestial. Catalina se entregó totalmente a la Voluntad de Dios, y ese fue su secreto: la obediencia total, aún sin entender, la humildad total aceptando el sufrimiento como parte del plan de Dios.

Admiremos una de las obras más importantes de Dios en nuestros tiempos: la Medalla Milagrosa es una imagen y un mensaje que nos rodea, por Gracia Divina. María merece todo nuestro amor de hijos, y este amor se alimenta con el conocimiento de la Presencia de Ella entre sus almas elegidas, como la sencilla y humilde Catalina.

¿El momento?

El siglo XIX es un momento de cambio para la humanidad. Después del impacto de la revolución francesa, el individuo y sus derechos empezaron a ponerse por encima de la necesidad de tener como referencia permanente a Dios. El crecimiento del respeto por la persona (un objetivo digno, en si mismo) trajo lamentablemente aparejada una tendencia hacia el materialismo, el individualismo y toda forma de mejora de la calidad de vida de las personas. Esto hizo crecer el deseo de gozar en esta vida, y olvidar o relegar los sueños de alcanzar la verdadera felicidad en el Reino de Dios.

María acompañó siempre la historia de la humanidad con sus apariciones, y cuando el hombre más se alejó de Dios, más se hizo presente Su Madre, como ocurre en nuestros tiempos.

¿El lugar?

Francia es un país elegido por la Virgen, ya que allí se han desarrollado muchas de las apariciones más trascendentes: La Medalla Milagrosa, Lourdes y La Salette. Y esta trilogía ha ocurrido en una sucesión de pocas décadas a partir de lo ocurrido en la Rue de Bac.

Evidentemente Dios considera a esta tierra un lugar especial, ya que a la protección que le concedió a través de Santa Juana de Arco, San Juan Bautista Vianney, Santa María Margarita Alacoque y San Vicente de Paul, añadió la Presencia impactante de Su propia Madre con imágenes y mensajes que hoy en día pueblan las iglesias y la fe de quienes buscan la puerta del Reino.

¿La vidente?

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El 2 de mayo de 1806 nace Catalina Labouré, de sobrenombre Zoé, en el pueblito de Fain-les-Moutiers, en la Borgoña. Su padre, que era campesino y también alcalde del pueblo, era un hombre rudo, trabajador, taciturno, autoritario, profundamente honrado y cristiano, además de tener una frustrada vocación sacerdotal sobre sus espaldas. Su madre, Luisa Magdalena Gontard, era una mujer profundamente cristiana, llena de fe y piedad. Dios bendijo este matrimonio, del cual nacieron 17 hijos: siete murieron a una temprana edad, sobrevivieron solamente diez: 7 varones y 3 niñas. Catalina era la novena.
De su virtuosa madre recibió una sólida piedad y un gran amor al trabajo bien hecho, que fue su característica toda la su vida. Catalina no pudo acudir al colegio, por lo que no pudo aprender a leer y escribir sino hasta una edad adulta. La madre de Catalina murió cuando ella tenía 9 años, por lo que a partir de ese momento ella decidió adoptar a la Madre de Dios como su madre. Con el tiempo, Catalina debió adoptar el rol de mamá de sus hermanos, ya que su hermana mayor ingresó en un convento para consagrarse como Religiosa. Así se transformó en una silenciosa trabajadora rural, pero con gran esfuerzo acudía caminando varios kilómetros al día a recibir la Eucaristía. Su vida era trabajo, oración, ayuno en entrega al Señor, y todo en el más absoluto silencio, signo de su humildad. Catalina desarrollaba en su interior el deseo de consagrarse al Señor, pero no veía como podría enfrentar a su padre en semejante decisión.

Dios pone pruebas en nuestro camino, como a Catalina. Pero no lo hace porque no nos ame, sino todo lo contrario, lo hace porque nos ama infinitamente. El sabe que nuestra alma es como un metal que debe ser templado a través del fuego de la adversidad. El quiere vernos triunfar, para llegar así a ser almas puras y dignas de estar en Su Presencia.

El sueño de Catalina

Medalla Milagrosa 2

Cierto día Catalina tuvo un sueño extraño. Se veía en la Iglesia de Fain-les-Moutiers, en su lugar acostumbrado, mientras un sacerdote desconocido celebraba la misa. El tenía una mirada suave y profunda. Terminada la misa el sacerdote se dio vuelta, y mirándola insistentemente, le hizo una señal para que se acercara. Pero ella, asustada escapó. De regreso de la misa (siempre en su sueño), Catalina se detiene en una pobre casa para visitar a una enferma. Entra y, ¡qué sorpresa!: el sacerdote desconocido se encuentra ahí, junto a la enferma, y dirigiéndose a ella, le dice: “es bueno, hija mía visitar a los enfermos. Hoy, usted se me escapa: pero, un día vendrá hacia mí. Sepa que Dios tiene designios sobre usted. No lo olvide”. Catalina, una vez despierta, se llena de alegría sin poderse explicar el por qué. Y se pregunta el significado de este curioso sueño y el misterioso personaje, sin encontrar explicación alguna.

Dios utilizó a San Vicente de Paul para enviar un mensaje a una de sus elegidos, Catalina. Muchas veces el Cielo se sirve de ángeles y santos para hablarnos, a través de sus imágenes o del conocimiento de sus vidas. Conocer a los siervos de Dios es acercarse a Dios!

La vocación de Catalina

A los 22 años Catalina decide enfrentar a su padre en el pedido de ingresar como postulante al convento de las Hermanas de la Caridad. El padre, contrariado, se negó fuertemente pese a los argumentos y ruegos de Catalina. Ella obedeció, como toda su vida. Pero una tristeza la invade, para frustración de su padre. Con el sueño de que Catalina encuentre marido en París, la envía a trabajar allí al restaurant de un hermano mayor. Catalina llega así a París, donde lejos de buscar novio se inclinó aún más a sus deseos de una vida consagrada a Jesús. Con la ayuda de sus hermanos Catalina ingresa a un instituto de educación donde aprende a leer y escribir, pero viviendo en rechazo a la forma de vida de las demás jóvenes parisinas. Humillada a diario por ser una campesina ignorante, esto no hace más que reafirmar su fe y confianza en la Voluntad Divina.

La gran sorpresa

Un día Catalina descubre que cerca de donde vivía, en París, había una casa de las Hermanas de la Caridad: de inmediato decide ir a llamar a la puerta del convento de la Rue de Bac. Mientras aguarda que la atiendan, observa un cuadro en la recepción que llama su atención: un anciano sacerdote la mira con bondad. Catalina lo reconoce sin vacilar: es el sacerdote que había visto en su sueño, y que le hacía señas. Entonces recuerda lo que le había dicho: “Hoy, usted se me escapa, pero, un día usted vendrá hacía mí. Sepa, hija mía, que Dios tiene designios sobre usted”. Se puede adivinar la emoción de Catalina. Cuando llegó la madre superiora, le preguntó: “Oh, perdón, madre mía…Por favor, ¿Puede decirme quién es ese anciano?. “¡Pero… es nuestro Padre San Vicente de Paul… nuestro fundador!”, le contestó la superiora. La sorpresa dejó a Catalina sin palabras. De repente, lo había comprendido todo: Dios la llamaba a ser Hija de la Caridad.

El papá de Catalina fue convencido, con la insistencia del resto de sus hijos, de permitir el desarrollo de la vocación de Zoé. Así ella ingresó al convento de la Rue de Bac, en París.

Presencia de Jesús en la vida de Catalina

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Durante los nueve primeros meses de su noviciado en la Rue du Bac, Catalina tuvo también la gracia especial de ver todos los días al Señor en el Santísimo Sacramento.

El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró durante el evangelio de la misa como un Rey, con una Cruz en el pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo que la Cruz, como unos despojos desperdiciables. “Inmediatamente – escribió sor Catalina – tuve las ideas más negras y terribles: que el Rey de la tierra estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban cosa malas “. Pero Catalina guardaba un anhelo en su corazón: ver a la Virgen María, su amada Madre. Y así oraba pidiendo se le conceda esa gracia.

Mientras tanto ella se limitaba a contarle estas visiones a su confesor, quien fastidiado le indicaba que no debía pretender tener tales gracias siendo tan solo una poco preparada novicia.

La primera aparición de la Madre de Dios

El domingo 18 de Julio 1830 todo era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina. Cerca de la medianoche escuchó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y vio un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, el cual le dijo: “Levántate pronto y ven a la capilla. La Santísima Virgen te espera”.

Sor Catalina vacila, teme ser notada de las otras novicias. Pero el niño responde a su preocupación interior y le dice: “No temas, es casi medianoche y todas duermen muy bien. Ven, yo te aguardo”. Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue. Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba iluminado. Al llegar a la puerta de la capilla el niño toca la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante. Dice Catalina: “Mi sorpresa fue más completa cuando, al entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de medianoche”. El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo al lado derecho. La espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen.

El majestuoso ingreso de la Virgen María

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Por fin el niño le dijo: “Ved aquí a la Virgen, vedla aquí”. Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, “fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio”. Sor Catalina en el fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: “Mira a la Virgen”. Le era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que pasó dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen. Entonces el niño le habló, no como niño, sino como un hombre muy enérgico y con palabras muy fuertes: “¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que más le agrade?. Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodillé en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. María era la misma de Nazaret, no con un cuerpo de luz y de gloria, sino viva, humana. Y María era tal como en Nazaret, cuando hablaba familiarmente con Jesús, y ahora lo hacia con Catalina, dulcemente, como se habla a un niño. Allí pasé los momentos más dulces de mi vida, me sería imposible decir lo que sentí. Ella me dijo cómo debía portarme con mi director espiritual, la manera de comportarme en las penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que tuviera necesidad. Entonces le pregunté que significaban las cosas que yo había visto, y ella me lo explicó todo “.

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Fueron muchas las confidencias que Sor Catalina recibió de los labios de María Santísima, pero jamás podremos conocerlas todas, porque respecto a algunas de ellas le fue impuesto el más absoluto secreto. Pero si sabemos que le confió una misión especial:

“Dios quiere confiarte una misión. Te costara trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que lo digas a tu director. No te faltarán contradicciones, más te asistirá la gracia, no temas. Háblale a tu director con confianza y sencillez, ten confianza, no temas. Verás ciertas cosas, díselas. Recibirás inspiraciones en la oración”.

Luego María le realizó profecías sobre lo iba a acontecer en Francia en las siguientes décadas y también en la comunidad religiosa que ella integraba. Todas estas profecías se cumplieron de forma de dar confianza a su director espiritual, quien fue el encargado de difundir la obra de María encomendada a Catalina. La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina como una sombra que se desvanece.

Es maravilloso escuchar de la boca de Santa Catalina estos relatos: el sonido del roce del vestido de María permite imaginarla como una hermosa mujer, una Reina que se presenta a sus hijos para ponerlos bajo su Manto Celestial, para enamorarlos con su belleza y pureza infinitas.

Segunda aparición de la Virgen María.

La tarde el 27 de noviembre de 1830, estaba Sor Catalina haciendo su meditación en la capilla cuando le pareció oír el roce de un traje de seda, que le hizo recordar la aparición anterior.

Aparece así por segunda vez la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando Catalina quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza. Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una Crucecita. La Santísima Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al Cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla. María tenia tres anillos en cada dedo: el más grueso junto a la mano, uno de tamaño mediano en el medio, y uno más pequeño en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo y llenaban toda la parte baja. Catalina observó que algunos anillos tenían piedras preciosas que lanzaban luces más fuertes, mientras otros apenas emitían luz. Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:

“Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden”.

Con este mensaje claramente María nos invita no solo a orarle, sino a pedirle permanentemente sus gracias. También con estas palabras la Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo. El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz que salían de sus anillos seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.

La Medalla Milagrosa

La medalla milagrosa

En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: “María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti”. Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda. Oyó de nuevo la voz en su interior:

“Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza”.

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla. En él aparecía una M, sobre la cual había una Cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los Corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas. La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: “En adelante, ya no verás , hija mía. Pero oirás mi voz en la oración”.

En el anverso de la Medalla, la M de María sostiene la Cruz de Cristo, mientras que el Sagrado Corazón de Jesús está junto al Inmaculado Corazón de María. Se empieza con esta imagen a plantear el quinto dogma de Fe Mariana: María como Corredentora, Abogada y Medianera. María, inseparable de Jesús, nos muestra que Ella sufrió místicamente lo que Su Hijo sufrió física y místicamente también. En Amsterdam a partir de 1945 y en Akita, Japón, desde 1973, María consolidó este pedido a la iglesia: la aprobación del quinto dogma de Fe Mariana: María como Corredentora, Abogada y Medianera. Este pedido aún no fue satisfecho, pero quienes amamos a María esperamos pacientemente que se cierre de este modo el círculo de los cinco dogmas Marianos, tal como Ella lo pide.

La difusión de la Medalla Milagrosa

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Catalina solo relató estas experiencias a su confesor y director espiritual, el Padre Aladel. El siempre le manifestó un gran escepticismo y guió a Catalina hacia un silencio profundo sobre estos hechos, al igual que la Virgen le había solicitado. Sin embargo, el Padre Aladel observaba que Catalina era la más inculta, la más humilde y la más trabajadora de todas las novicias, por lo que en su corazón crecía la convicción de que la Presencia de María en la Rue de Bac era cierta. También empezó a notar que las profecías que la Virgen le realizó a Catalina empezaron a realizarce a su alrededor. Sin decírselo jamás a Catalina, él convenció entonces al Obispo de realizar el cuño de la Medalla e iniciar su difusión en París. Fue tan masivo el desarrollo de milagros a través de la Medalla que su fama corrió rápidamente a través del mundo, multiplicándose su distribución a fuerza de testimonios. Uno de los milagros más conocidos ocurrió a un conocido banquero y abogado judío, Alfonso Ratisbone. El odiaba a los católicos desde que su hermano se convirtió y ordenó sacerdote. En medio de una de las habituales discusiones que solía tener contra el Catolicismo, le entregaron una Medalla que él aceptó llevar sólo para demostrar que no tenía temor de usarla. Dos días después y de modo totalmente casual, se encuentra esperando a un amigo en la puerta de una iglesia en Roma. No resistiendo la tentación ingresa a ella, y allí recibe la aparición de la Madre de Dios que reafirma a través de él la verdad de Su Medalla.

La fama sobre el bautismo y conversión del banquero Ratisbone dio la vuelta al mundo, junto a la imagen de la Medalla Milagrosa.

María envía un mensaje a través de este milagro: un llamado a la conversión de su propio pueblo, el pueblo judío. Ratisbone convirtió luego a cientos de judíos, fue un enorme trabajador en Tierra Santa, salvando y recuperando muchos de los lugares que Jesús tocó con su testimonio vivo. Nada es realizado por Dios en forma casual, todo tiene un significado profundo en los hechos realizados según la Voluntad de Dios.

Catalina en el más profundo anonimato

catalina y la medalla milagrosa

Terminando el Noviciado, Sor Labouré tomó el hábito en las Hijas de la Caridad, el 30 de Enero de 1831. ¡Qué alegría para ella !. Algunos días después, la cambiaron de casa y le dieron un puesto bien humilde, que correspondía a su falta de cultura: ayudará en la cocina del Asilo de ancianos del Barrio San Antonio. Deja, pues, el Seminario de la calle de Bac, donde ha sido tan feliz. Este dormitorio donde su ángel custodio la vino a buscar una noche, y en especial, esta capilla donde recibió gracias excepcionales. No le importa, va confiada en los que son la razón de su vivir: Jesús y María. Catalina se va alegre y serena a donde la obediencia la manda. Llega a esta gran casa, en la que pasará toda su vida. El asilo alberga a 50 ancianitos, es decir, que el trabajo no le faltará. Sor Labouré se entregará de todo corazón, sin permitirse jamás un instante de reposo.

Catalina, mudo testigo de la realizacion de la obra que se le encomendó

Catalina vivió el crecimiento de la difusión de la Medalla, sabiendo que todo el mundo se preguntaba quien sería la Religiosa que tuvo la gracia de ver a la misma Madre de Dios. Se sabía que una novicia en la Rue de Bac había recibido la visita de María y el pedido de la Medalla, pero nadie conocía la identidad de la agraciada. Ella escuchaba atenta los relatos sobre los milagros que acontecían, y en silencio se regocijaba por saber que María realizaba finalmente la obra que a ella había sido encomendada. Que feliz fue cuando recibió la primer Medalla!.

Muchas veces recibió presiones su confesor, el Padre Aladel, para revelar quien era la persona que había estado con la Virgen en la Capilla de la Rue de Bac, pero por nada del mundo él aceptó jamás contradecir órdenes expresas de la Madre de Dios.

El 31 de diciembre de 1876 muere Catalina, en medio de una paz y serenidad que produjeron admiración a sus cohermanas. Ella por fin pudo entrar al Reino de Dios, como su Madre Celestial le había prometido.

De tal manera, el mundo pudo conocer sólo después de la muerte de Sor Catalina, la identidad de la vidente que originó la devoción a la Medalla Milagrosa.

Santa Catalina de Labouré, y su cuerpo incorrupto

Cuando, 56 años después de la muerte de Catalina, el Cardenal Verdier hizo abrir su tumba para hacer lo que se llama “un reconocimiento de las reliquias” de la que iban a beatificar, se encontró su cuerpo tal como se lo había depositado. El doctor que levantó sus párpados, tras 56 años de entierro, sintió una intensa emoción al descubrir sus magníficos ojos azules, que parecían estar aún con vida: ¡esos ojos que habían visto a la Madre de Dios!. El cuerpo de Catalina fue trasladado entonces a la calle de Bac, donde se lo puede ver, hoy en día, en una urna de vidrio. Después de la beatificación que se realizó en 1933, catalina Labouré fue canonizada el 27 de Julio de 1947, por Pío XII, el cual declaró a toda la Iglesia:

“Decretamos y definimos SANTA, a la Beata CATALINA LABOURÉ”.

La Medalla Milagrosa en nuestros tiempos

La imagen de María en la Medalla Milagrosa es una de las más difundidas en nuestros tiempos. Sus manos derraman rayos en forma de gracias sobre todos nosotros, mientras su mirada nos consuela y proteje.

No cabe duda que la Madre de Dios tiene un sentido fundamental en el plan Celestial para estos tiempos: sus pies pisan la serpiente, como símbolo del efecto destructor que el amor por María tiene sobre el pecado. Enamorarse de María lleva necesariamente al deseo profundo de no defraudarla, no decepcionarla. Y para ello, debemos recordar que Ella es la siempre Pura, la Inmaculada. ¿Qué creemos entonces que Ella espera de nosotros?

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La Virgen del Pilar https://www.reinadelcielo.org/la-virgen-del-pilar/ Fri, 11 Oct 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=160 Historia de la Virgen del Pilar

La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que, por entonces (año 40 después de Cristo), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Aquellas tierras no habían recibido el evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo. Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión.

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Juan y Santiago, hijos del Zebedeo, pescadores de Galilea que sigueron a Jesús hasta transformarse en Sus Apóstoles. Después del Pentecostés, llenos del Espíritu Santo, los doce Apóstoles salieron a evangelizar el mundo. Santiago tuvo la inspiración de elegír la peninsula Ibérica como destino, cambiando a partir de allí la historia de España y de la América toda, muchos siglos más tarde.

Los documentos dicen textualmente que Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso”.

María se aparece a Santiago

En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie, y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.

Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

La Virgen no demoró su misión ni un minuto. Cuando aún estaba en esta tierra, antes de su Asunción, nos mostró con su aparición en España cual iba a ser su misión a lo largo de los siglos. Mucho tiempo después, fue San Luis Grignon de Monfort quien nos enseñó el alcance verdadero de la misión de María en el Plan de Dios.

La devoción a la Virgen del Pilar

El Pilar Zaragoza

Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.

Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, “donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente”, cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.

La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como “una antigua y piadosa creencia”.

Tradición a través de los siglos

En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: “creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros”.

La tradición habla del gran milagro del Cojo de Calanda, ocurrido en el año1640. Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Un día años mas tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.

El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico , se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.

Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras:

1- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: ¨Con ninguna nación hizo cosa semejante”, cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.

2- La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.

3- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.

Simbolismo del Pilar

Virgen del Pilar 1

El pilar da idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María. La columna es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra, “manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios”. Es soporte de los sagrado, soporte de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo.

Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.

Vemos en Exodo 13, 21-22, que una columna de fuego por la noche acompañaba al pueblo de Israel peregrino en el desierto, dirigiendo su itinerario. En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada “la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo de elegido a través de las emboscadas de la ruta”.

Liturgia Eucarística del Pilar

Los textos utilizados son: en la primera lectura, 1 Crónicas 15, donde se recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, la presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1, 12-14) y el evangelio (Lc. 11, 272-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, “esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo”. Durante la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor”, así como en la oración de las ofrendas, donde se muestra el deseo de “permanecer firmes en la fe”.

Antífona de entrada: se piensa en la Virgen como “la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto”, y en el salmo responsorial se recuerda “el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado”.

En el aleluya: “afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca una cántico nuevo”.

Domina en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.

El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, pues ese mismo día, conocido hoy como el Día de la Raza, era ya el día de la Virgen del Pilar.

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Apariciones de María Rosa Mística – Italia https://www.reinadelcielo.org/apariciones-de-maria-rosa-mistica-italia/ Sat, 13 Jul 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=66 Brescia, Italia

La Virgen María se aparece a una humilde enfermera llamada Pierina Gilli. Ella quiso consagrarse al Señor como hermana de la orden de las Siervas de la Caridad, sin poder lograrlo debido a los problemas que afectaban su salud: el Plan de Dios para Pierina indicaba que su vida debía ser la de un instrumento que recibiría a la Madre del Salvador.

Sin embargo, con anterioridad a María, Pierina recibió las apariciones de una Santa mujer, la fundadora de la orden a la que ella quiso ingresar, Santa María Crucificada de la Rosa. Ella preparó la venida de la Virgen: María finalmente se presentó durante 1944 en una primera oportunidad, mostrando tres espadas que atravesaban su Corazón. Las espadas representaban las heridas producidas por las faltas de las almas consagradas, sacerdotes y religiosas. Este mensaje indicó a las claras el sentido de toda la revelación que María nos iba a entregar a través de la humilde enfermera de Brescia.

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Pero fue en la primavera italiana de 1947 en que la Virgen acentuó su presencia ante Pierina: allí se manifiesta con la conocida imagen de las Tres Rosas engarzadas en su pecho, y una actitud que de tan amorosa llena de amor a los corazones más fríos y alejados. María Rosa Mística es el nombre con el que la Virgen se manifiesta a Pierina, para alegría de quienes vemos en la Madre de Dios a nuestra guía y capitana:

¡Ella nos lleva a su Hijo, Jesús!

Los mensajes de la Virgen se centran a partir de entonces en la necesidad de ayudar a las almas consagradas, religiosas y sacerdotes, mediante la oración, el sacrificio y la penitencia, siendo estos los mensajes representados en las tres Rosas que María lleva en su imagen. El propósito de ésta misión es claro: Dios necesita a los que integran Su Cuerpo Místico con la función de ser pastores de las almas, y también a quienes con su oración sostienen espiritualmente a la Iglesia. El mundo no puede salvarse, si la iglesia no tiene en su interior a las fieles almas consagradas que muevan a los hombres a la conversión verdadera. ¡Ellos son las venas por los que corre la Sangre espiritual del Cuerpo Místico!

Pero sin dudas que la conocida imagen de la Rosa Mística ha sido el signo que ha caracterizado a ésta aparición: las miles de estatuas que inundaron el mundo han generado cientos de milagros, en la forma de lacrimaciones, lacrimaciones de Sangre, escarchas de colores, exudación de aceite perfumado y sanaciones de cuerpos y almas.

Todas estas Gracias han tenido un efecto maravilloso: la Rosa Mística se transforma rápidamente en una de las imágenes de María más difundidas en el mundo actual. La Reina del Cielo nos enamora profundamente, nos lleva a Su Corazón Inmaculado con la seguridad de quienes saben que tienen la protección de Dios.

¡María Rosa Mística, llena nuestro corazón de tu Gracia, mueve nuestras almas con suavidad y ternura, como lo hacías con tu Niño en Nazaret!

Agradecemos a www.corazones.org por los textos utilizados como base de este documento. Tambien agradecemos a Opus Rosa Mystica, por haber distribuido gratuitamente miles de imagenes de la Rosa Mística por todo el mundo, muchas de las cuales han sido fuente de milagros sorprendentes. Si desea comunicarse con estos enamorados de María, la direccion es:

Opus Rosa Mystica
Horst Mehring
Wittgenbusch 54
D-45277 Essen
Fax 49-201-588746

PS. El buen Horst Mehring falleció hace pocos años, desconocemos información sobre la continuidad de su obra de difusión de María Rosa Mística alrededor del mundo.

El Momento

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Año 1944, llegan los finales de la segunda guerra mundial. El mundo se ve sacudido por la maldad del hombre, y la dolorosa mirada de Dios que contempla la arrasadora acción del tentador sobre millones de corazones humanos. María, Madre de la Misericordia, inicia en Ámsterdam en este año las apariciones que conocemos como La Señora de todas las Naciones, o María Corredentora. En la misma Europa, en el mismo año inicia sus apariciones a una humilde enfermera italiana, origen de la mundialmente difundida devoción a María Rosa Mística. Muy cerca de allí, El Padre Pío de Pietrelcina y Luisa Picarreta trazaban surcos de santidad en las almas de los hombres, que tendrían creciente efecto en los corazones deseosos de encontrar a Dios.

¡La Misericordia de Dios preparaba algo maravilloso para todos nosotros en esos tiempos!

¿El lugar?

Montichiari (que significa no casualmente Monte Luminoso) es una pequeña ciudad de 14.000 habitantes del norte de Italia, a 20 Kms. de la ciudad de Brescia. Está situada al pie de los Alpes italianos, en la fértil llanura del río Po, región de Lombardía. Italia fue bendecida una vez más, de este modo, por la Gracia de Dios. ¿Qué extraño designio del Señor marca a este pueblo con tan distinguida elección, por siglos y siglos?. Un día, en el Reino, lo comprenderemos de modo profundo. Por ahora, nos limitamos a contemplar la interminable lista de santas mujeres, santos hombres y santos lugares que pueblan la historia del pueblo romano.

¿La vidente?

Pierina Gilli nació primera de nueve hermanos en la villa de San Jorge, Montichiari, el 3 de agosto de 1911. Su padre fue Pancracio Gilli, campesino. Su madre, Rosa Bartoli, crió a sus nueve hijos en la pobreza y en el amor a Dios. Fue bautizada el día 5 de agosto, fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, “ocasión en que mi madre me consagraría a la Madre del Cielo para que con su tierna protección conservase mi vida blanca y pura como la nieve”, según sus propias palabras.
A los siete años de edad muere su padre como consecuencia del sufrimiento experimentado en los campos de batalla de la primera guerra mundial. Pierina vivió de 1918 hasta 1922 en el orfanato de las Siervas de la Caridad, donde, a los 8 años de edad, recibió su primera comunión. Su madre contrajo matrimonio nuevamente, con nuevos hermanitos que requerían de los cuidados de Pierina, hermana mayor. La pobreza envolvió a la familia, mientras ella recibe el llamado a la fe religiosa. Su vocación se ve truncada por sus tempranos problemas de salud, que la obligan a salir del convento de las hermanas Siervas de la Caridad donde había ingresado. Se transformó en enfermera, hasta la edad de 32 años en que vuelve a intentar consagrarse como Hermana de las Siervas de la Caridad. Sin embargo, su salud la colocó nuevamente en la vida laica: Dios tenía otros planes para Pierina, dentro de Sus misteriosos designios.
Pierina vive a partir de este momento las apariciones de María, transformándose su vida de inmediato, hasta su muerte. El 12 de enero de 1991 Pierina Gilli regresa a la casa del Padre.

La vida de esta mujer es de una sencillez sorprendente, indicando una vez más la predilección de Dios por los pequeños humildes, los que aceptan Su Santa Voluntad sin discutir ni preguntar. Pierina fue una Laica consagrada a la Virgen, y por Ella a Jesús. Este es un signo de los tiempos que vivimos, y también un paso necesario frente al contenido central de los mensajes que María entregó a Pierina. Como dijo nuestro amado Juan Pablo II, ¡ésta es la hora de los laicos!

Antecedentes de la Rosa Mística

Rosa Mística

La asociación de la Rosa Mística con la Madre de Dios proviene de siglos atrás, mucho antes de las apariciones en Brescia a Pierina Gilli. En la catacumba romana de San Calixto (siglo III) los cristianos dibujaron rosas como signo del paraíso. En el siglo V ya la rosa era signo metafórico de la Virgen María. Edulio Caelio fue el primero en llamar a María “Rosa entre espinas”. Cuatro siglos después el monje Teofanes Graptos usa el mismo símil refiriéndose a la pureza de María y a la fragancia de su gracia. Desde el medioevo se hace referencia al texto de Isaías: “saldrá un vástago del tronco de Jesé y un retoño de sus raíces brotará” como referente a María y Jesús. También, del libro de Sabiduría: “He crecido como una palma de Engadi, como un rosal en Jericó”. De éste modo, la veneración a la Rosa Mística se remonta a los primeros siglos del cristianismo.

Vemos también en el himno “Akathistos Paraclisis” de las iglesias del Oriente (el cual es una especie de Rosario cantado) ésta hermosa invocación: “María, Tú, Rosa Mística, de la cual salió Cristo como milagroso perfume.” Podemos ver también como las Letanías Lauteranas (1587) en honor a la Santísima Virgen, ya traen el título de María Rosa Mística.

Pero sin dudas la referencia más directa proviene de Alemania: desde el año 1738 en la diócesis de Speyer, en el Santuario de Rosenberg, se venera la milagrosa imagen de la “Rosa Mística”. En el pedestal que sostiene a la imagen están pintadas tres rosas: una blanca, una roja y una dorada, y en el halo luminoso que la rodea se destacan tanto a la derecha como a la izquierda, trece rosas doradas. A partir de la aparición de Montichiari la Virgen es honrada cada 13 de Julio como María Rosa Mística. ¿Coincidencia?. No, más bien Divina Providencia.

Nada ocurre en forma aislada en el Plan de Dios: todo tiene un significado. Cada aparición de María tiene un sentido y una sincronía perfecto con el anuncio que Dios quiere hacernos en estos tiempos. Prestemos atención a la palabra de la Virgen bajo la advocación de la Rosa Mística, y meditemos en nuestros corazones sobre lo que ocurre a nuestro alrededor en la actualidad.

Pierina recibe a otros mensajeros celestiales

Antes de las apariciones de la Virgen, Pierina recibió la gracia de ser visitada por la santa fundadora de la Congregación de las Siervas de la Caridad, la que en ese momento era la Beata María Crucificada de la Rosa. Tenía 33 años y, siendo enfermera, se enfermó gravemente de meningitis. El día 17 de diciembre de 1944 (día de la fiesta de su santa fundadora) sintió que se abría la puerta y vio a esta religiosa ya fallecida que le preguntó: ¿Cómo estás Pierina?. A lo que ella respondió que le dolía mucho la cabeza. Ella entonces le dijo: “Este vasito (tenía en sus manos un vasito blanco) me lo dio una Señora para ungirte. El dolor de cabeza que tienes te continuará un poco todavía…tendrás que cargar una Cruz desnuda, pero luego sanarás. Dicho esto le hizo señas de que se pusiera sobre su costado derecho, y le ungió la parte enferma en la espalda y la cabeza. Esta “Señora” que le dio el vasito blanco a Santa María Crucificada de la Rosa con aceite que tenía la propiedad de sanar, no era otra más que la Virgen María.

Las apariciones de la que es hoy ya Santa María Crucificada de la Rosa, serán muy frecuentes a Pietina, trayéndole consuelo y fortaleza en las tantas pruebas a las que tiene que verse expuesta a causa de las manifestaciones de la Virgen y de su mensaje.

Primera aparición de la Virgen a Pierina

Rosa Mistica

Del 23 al 24 noviembre de 1945 se produce la primera aparición de la Virgen a Pierina, pese a que algunos textos consideran que fue en realidad la ocurrida durante junio de 1947. Lo concreto es que en esta fecha, Santa María Crucificada de la Rosa se aparece a Pierina, y con ella se manifiesta por primera vez la Virgen en forma transparente, vestida de color violeta y con un velo blanco que cubría su cabeza y bajaba hasta los pies. Tenía los brazos abiertos de manera que se podían ver tres espadas que estaban clavadas en su pecho a la altura del corazón. La santa le dijo a Pierina que aquella Señora era la Virgen, la cual venía a pedirle oraciones, sacrificios y sufrimientos para reparar por los pecados de tres categorías de almas consagradas, almas sacerdotales, a Dios: por aquellas almas religiosas que traicionan su vocación, para reparar el pecado mortal de estas almas y para reparar la traición de los Sacerdotes que se hacen indignos de Su Sagrado Ministerio.
Luego la Virgen le explicó a Pierina el significado de las tres espadas: la primera espada significa la pérdida culpable de la vocación sacerdotal o religiosa, la segunda espada representa la vida en pecado mortal de personas consagradas a Dios, y la tercera espada la traición de aquellas personas que al abandonar su vocación sacerdotal o religiosa, pierden también la fe y se convierten en enemigos de la iglesia.

Las tres Rosas son anunciadas por María: oración, sacrifico y penitencia

El día domingo 13 de Julio de 1947 se produce la primera aparición de la Virgen con tres Rosas en el pecho. La Virgen se aparece en la sala del hospital, vestida de blanco con una capa blanca que tenía reflejos de luz plateada y con un manto blanco sujetado bajo la garganta, como por un gancho. Este manto le llegaba hasta los pies, dejando entrever sobre la frente cabellos color castaño claro. Tenía ribete bordado en oro. Cuando Pierina asombrada le preguntó quien era, Ella dijo: “Yo soy la Madre de Jesús y la Madre de todos vosotros”. Abrió los brazos y en lugar de las espadas que Pierina había visto en la aparición anterior, la Virgen tenía tres rosas: blanca, roja y amarilla (dorada). Después de una pausa, Ella dijo: “Nuestro Señor me envió para implantar una nueva devoción Mariana en todos los institutos, así masculinos como femeninos, en las comunidades religiosas y en todos los sacerdotes. Yo les prometo que si me veneran de esta manera especial, gozarán particularmente de mi protección, y habrá un florecimiento de vocaciones religiosas”. María pidió que el 13 de cada mes fuera un día en el que se hiciera la Jornada Mariana, a la cual precedieran oraciones especiales de preparación por 12 días. Y pidió también: “dicha Jornada debe ser de reparación por las ofensas cometidas contra nuestro Señor por las almas consagradas que con sus culpas hacen penetrar en mi Corazón y en el Corazón de mi Divino Hijo tres espadas punzantes”. Ese día se derramarán abundancia de Gracia y santidad de vocaciones en los Institutos que así la honrasen.

Entonces Ella explicó el significado de las tres Rosas:

Deseo que el 13 de Julio de cada año sea festejado por cada Instituto. Deseo que en cada Congregación o Instituto haya almas que vivan con gran espíritu de oración, para lograr que ninguna vocación sea traicionada. En ese momento la rosa blanca que tenía sobre el pecho resaltó más para que éste era el significado atribuido al color blanco.

Deseo también que existan otras almas que vivan de generosidad y amor al sacrificio, a las pruebas, a las humillaciones, para reparar las ofensas que recibe Nuestro Señor de las almas consagradas que viven en pecado mortal. En esta oportunidad resaltó la Rosa Roja en el pecho de la Madre del Salvador.

Deseo también que otras almas inmolen totalmente su vida para reparar las traiciones que recibe Nuestro Señor de los Sacerdotes Judas. Finalmente, la Rosa amarillo-oro resaltaba. La Inmolación de estas almas obtendrá de mi Corazón maternal la santificación de estos ministros de Dios y abundancia de gracias sobre sus congregaciones.
En ese instante la Virgen estuvo un poco silenciosa. Después, con una sonrisa de complacencia y con la mirada hacia la Beata Sor María Crucificada le dijo: “He escogido primero este Instituto, porque la fundadora de éste es “De la Rosa”, la que ha infundido en sus Hijas el espíritu de caridad.” Luego dijo con alegría: “he aquí por qué me presento rodeada de un rosal. El Señor escogió este Instituto primero, debido al carisma de su Fundadora, el amor”.

María claramente busca la santidad de las almas consagradas a Dios en ésta dramática aparición. Ella desea que la oración, el sacrificio y la penitencia logren del Señor la Gracia necesaria para santificar a las almas consagradas, verdaderos artífices del amor que se debe derramar sobre el mundo. Con almas sacerdotales santas, el mundo se santifica. Alguien dijo alguna vez: como sería el mundo si tuviésemos mil Padres Pió de Pietrelcina. ¡Aquí está enclavado el misterio del mensaje de la Rosa Mística!.

El 22 de octubre de 1947 en la capilla del hospital de Montichiari, durante la celebración Eucarística y con la asistencia de médicos, empleados y gentes del lugar, hizo su aparición la hermosísima Señora. Todos se percataron de una presencia extraordinaria pero solamente Pierina pudo verla y escucharla. María Rosa Mística pidió la práctica de la devoción que ya había recomendado, y recalcó: “Mi Divino Hijo, cansado por las incesantes ofensas, quiso descargar Su Justicia, pero me interpuse como mediadora entre El y los hombres, intercediendo especialmente por las almas consagradas”. Pierina, la vidente, le dio las gracias en nombre de todos y ella se despidió recomendándole con majestad y ternura: “¡Vive de amor…, amor al prójimo!.

El 16 de noviembre de 1947, en una Iglesia parroquial de Montichiari, la aparición tuvo por testigos a varias personas, entre las cuales se contaban algunos sacerdotes. Su mensaje puede resumirse en estas palabras: “Mí Divino Hijo Jesús y Señor Nuestro está hastiado de las muchas y graves ofensas que se le infieren por tantos pecados contra la santa pureza. Le provoca desatar un diluvio de castigos…pero mi intercesión se ha interpuesto para que tenga compasión una vez mas, por eso pido en desagravio oración y penitencia. Suplico íntimamente a los sacerdotes que amonesten a los hombres para que no sigan en la liviandad. Yo regalaré mi gracia a quienes ayuden a explicar esos delitos. ¿Se nos perdonará entonces?, preguntó la vidente. La Rosa Mística contestó: “Sí, en cuanto se les deje de cometer”. Y con estas palabras se alejó.

El 22 de noviembre de 1947 Pierina le preguntó a nuestra Madre: ¿qué debemos hacer para cumplir sus deseos de oración y penitencia?. Resplandeciente de bondad, contestó la Virgen: “¡Oración!”. Hizo silencio unos momentos y continuó: “penitencia quiere decir, aceptar las pequeñas cruces diarias y realizar el trabajo cotidiano en espíritu de expiación”. En seguida le prometió: “El 8 de diciembre, alrededor del mediodía, vendré otra vez aquí y será la hora de gracia. La hora de gracia será un acontecimiento de numerosas y grandes conversiones, almas totalmente endurecidas en el mal y frías como este mármol, tocados por la Divina Gracia, volverán a ser amantes y fieles a Dios”.

Jacinta y Francisco de Fátima se aparecen con María

Jacinta y Francisco de Fátima

El 7 de diciembre de 1947 se aparece serena y majestuosa la Virgen. Llevaba un manto blanco y desde la cabeza le caía graciosamente en pliegue: un niño se lo sostenía a la derecha y una niña a la izquierda. La Madre de Dios dijo: “¡Mañana mostraré mi Inmaculado Corazón que es tan poco conocido por los hombres!”. Después de un corto silencio prosiguió: “En Fátima, propagué la consagración a mi Corazón, en Bonate procuré inculcar ésta devoción en las familias cristianas (allí se había aparecido durante la segunda guerra mundial) y aquí en Montichiari, deseo implantar la devoción a Rosa Mística unida a la veneración de mi Inmaculado Corazón y deseo arraigarla especialmente en los conventos e institutos religiosos para que las almas consagradas a Dios obtengan aumento de gracia a mi maternal Corazón”.

Pierina le preguntó quienes eran los niños que estaban a su lado, y nuestra Señora le explicó: “Son Jacinta y Francisco, quienes te acompañarán desde ahora en todos tus contratiempos. Ellos también tuvieron que sufrir a pesar de haber sido mucho mas pequeñitos que tú. Esto es lo que quiero de ti, sencillez y bondad a semejanza de estos niños”. Extendió entonces sus brazos hacia la tierra en señal de protección y mirando al cielo exclamó: “Alabado sea el Señor” y desapareció.

Aparición del 8 de diciembre de 1947

Pierina contempló a la madre de Dios decir: ¡Yo soy la Inmaculada Concepción, yo soy María de las Gracias, esto es, la llena de Gracia, Madre de mi Divino Hijo Jesucristo!. Descendió suavemente por la escala y añadió: “Por mi venida a Montichiari deseo ser invocada y venerada como Rosa Mística. Quiero que al mediodía de cada 8 de diciembre (Solemnidad de la Inmaculada) se celebre la hora de la gracia en todo el mundo. Mediante ésta devoción se alcanzarán muchas gracias para el alma y el cuerpo. Nuestro Señor, mi Divino Hijo Jesús, concederá copiosamente Su Misericordia, mientras los buenos recen por sus hermanos que permanecen en el pecado. Es preciso informar cuanto antes al Supremo Pastor de la Iglesia Católica, el Papa Pío XII, mi deseo de que esta hora de gracia sea conocida y extendida por todo el mundo. Quien no puede ir a la iglesia que la realice en su casa al mediodía y conseguirá mis gracias.” Luego mostrándole su purísimo Corazón exclamo: “Mira este Corazón que tanto ama a los hombres, mientras la mayoría de ellos lo colma de vituperios.” Calló unos momentos y continuó: “Si todos, buenos y malos, se unen en la oración, obtendrán de este Corazón misericordia y paz. Los buenos acaban de alcanzar por mi mediación la Misericordia del Señor, que detuvo un gran castigo. Dentro de poco se conocerá la eficaz grandeza de esta hora de Gracia.”

Notando Pierina que la resplandeciente Señora iba a alejarse, le imploró fervorosamente: “¡Oh hermosa y amada Madre de Dios, yo le doy gracias!. Bendiga a todo el mundo especialmente al Santo Padre, a los sacerdotes, religiosos y a los pecadores. Ella contestó: “Tengo preparado una sobreabundancia de gracia para todos aquellos hijos que escuchan mi voz y toman a pecho mis deseos”. Con estas palabras se terminó la visión.

Las apariciones de Fontanelli

Rosa Mistica 1

Pierina pasó varios años en Brescia como ayudante en un convento de religiosas por orden del Obispo Diocesano, Monseñor Giacinto Tredici y el Franciscano Giustino, sacerdote de gran fama. El fue desde entonces su director espiritual.
La segunda etapa de las maravillosas apariciones de Rosa Mística comienzan en el año de 1966 en Fontanelli, un campo de Montichiari donde se halla una fuente de agua escondida en una gruta. Una vieja grada de piedra con unos diez escalones da acceso a la cueva. En febrero, mientras Pierina rezaba en su cuarto ante un altar de la Virgen, tuvo el privilegio de volverla a ver. La madre de Dios le infundió nuevo ánimo, la colmó de consuelo y alegría y le prometió para el domingo blanco, 17 de abril de 1966, su aparición en Fontanelli. Informado el Obispo de Brescia de la anunciada aparición de la Virgen, ordenó a Pierina a guardar absoluto secreto sobre el particular.
El 17 de abril de 1966 Pierina rezaba el rosario paseándose en el camino, a poca distancia de la gruta. Alrededor del mediodía, después del toque del Ángelus, se apareció la Madre de Dios y dijo: “Mi Divino Hijo Jesús con todo amor me mandó para dar un poder milagroso de curación a esta fuente.. En señal de penitencia y purificación besa, de rodillas, el peldaño superior… Ahora baja un poco más siempre de rodillas y besa otra vez el peldaño”

La vidente descendió de espalda y arrodillada y la Virgen la siguió, sus inmaculados pies descalzos eran perfectamente visibles al posarse en los escalones. Por tercera vez le mandó: “besa las gradas, y haz levantar de aquí una cruz” y señaló con la mano izquierda el punto preciso en donde debía ser colocada. “Que los enfermos y todos mis hijos pidan ante todo perdón a mi Divino Hijo. Besen con mucho amor la cruz y luego saquen agua de la fuente y beban .”
La Celestial Señora se acercó a la fuente y ordenó a Pierina: “Coge barro en las manos y luego lávate. Esto te debe mostrar cómo el pecado es lodo y suciedad en el corazón de mis hijos, pero sí se bañan con el agua de la gracia, las almas quedan purificadas y otra vez dignas de la amistad de Dios”. Se inclinó, tocó con sus manos la fuente en dos lugares y prosiguió: “Es preciso que se haga conocer a todos mis hijos los deseos de mí Hijo Jesús, comunicados en 1947, y los mensajes que di en la Iglesia de Montichiari. Deseo que los enfermos y todos mis hijos acudan a esta fuente milagrosa. Tu misión está en este lugar en medio de los enfermos y de quienes necesiten de tu ayuda”. En una aparición posterior la Virgen pidió a Pierina que llame a este lugar “la Fuente de la Gracia” y la Madre de Dios también dijo: “Deseo que los enfermos y todos mis hijos vengan aquí a la fuente de la Gracia”.

La Virgen comenzó a elevarse hacía lo alto y abrió majestuosamente los brazos, a cuyo impulso se desplegó y extendió su manto que ocupó un espacio inmenso. Cobijadas por el manto, hacía la derecha, aparecieron la iglesia de Montichiari y la fortaleza o Castillo de María. La Madre de Dios repitió: “Deseo que los enfermos y todos mis hijos, vengan aquí a la fuente de la Gracia”. Su maravillosa sonrisa fue la rúbrica de sus palabras, mientras seguía elevándose hasta perderse en el cielo.

La aparición del Castillo de María bajo el manto de Nuestra Señora tiene su razón de ser. Cuando fue puesto el Castillo en venta, personas pudientes deseaban comprarlo para hacer de él un centro nocturno nada recomendable. Monseñor Rossi, Párroco de Montichiari, se propuso impedirlo a todo trance y pidió incesantemente la ayuda de la Rosa Mística. Surgió entonces la idea de comprarlo para fines caritativos. Se dirigió a Monseñor Luigi, apóstol de la Caridad que ya había fundado en Italia varios asilos para enfermos y ancianos. Este compró el castillo y lo convirtió en un hogar para sacerdotes, ancianos y enfermos. Se estableció allí una capilla y en señaladas ocasiones se dan retiros espirituales. Monseñor Francisco Rossi afirmó: “Todo esto es para mí un milagro muy grande y visible de la Rosa Mística. La vieja fortaleza de María que estuvo a punto de convertirse en un lugar de pecado es hoy lugar de oración, reparación y caridad. Las construcciones que aparecieron al lado izquierdo, cobijadas por el manto de María, fueron la visión profética de muchas edificaciones que la fe y la caridad de las gentes han levantado en torno a la fuente milagrosa.

¡Qué hermosas semejanzas con la aparición de Lourdes!. A María le gusta el agua, Ella está siempre cerca del agua. Agua que lava los pecados, que purifica y sana almas y cuerpos. La Virgen nos ayuda en las cosas del mundo, cuando las ponemos al servicio de Dios. Ella mueve sus influencias maternales con Jesús, y consigue lo que le pedimos con un corazón sincero y una intención recta.

La Medalla de la Rosa Mística

Medalla de la Rosa Mística

El 19 de mayo de 1970 La Virgen María, Rosa Mística, le pidió a Pierina: haz de acuñar una medalla según este modelo: por un lado “Rosa Mística” y por el otro, “María, Madre de la Iglesia”. He sido enviada por el Señor, que escogió a Montichiari para traer el don de Su amor, el don de la fuente de Gracia y el don de la medalla de mi amor maternal. Yo intervendré en la difusión de la medalla, prenda de caridad universal. Mis hijos me llevarán sobre sus corazones a todas partes y yo les prometo mi protección maternal llena de gracias, en este tiempo en que se quiere destruir la veneración que se me tributa. Esta medalla es el signo de que mis hijos están siempre conmigo que soy la Madre del Señor y Madre de la humanidad. Este es el triunfo del amor universal. La bendición del Señor y mi protección estarán siempre con aquellos que recurren a Mí.

Apariciones gloriosas

El 29 de junio de 1974 se repite esta aparición de varios años atrás (13 de enero de 1951) donde se había mostrado una puerta de luz de oro y sobre ella tres leyendas. Cada leyenda con un color diferente:

Fíat de la Creación
Fíat de la Redención
María de la Corredención

La Virgen transmite a Pierina: “Feliz el hombre que se confía a la protección de su Ángel custodio y escucha sus inspiraciones…”. El 22 de julio de 1973 Pierina pregunta a la Virgen qué oraciones deberían decir, y Ella contestó: “Oración de Fe, oración de amor, oración de alabanza, oración para obtener gracias”, y agregó “¡Recitad el Santo Rosario!”. A continuación contesta la pregunta de por qué se había manifestado como Rosa Mística. Dice así la Virgen: “Rosa Mística no tiene en sí nada de nuevo. En Rosa Mística está simbolizado el “Fíat” de la Redención, el “Fíat” de mi colaboración. Yo soy la Inmaculada Concepción, la Madre de Jesús el Señor, la Madre de la Gracia, la Madre del Cuerpo Místico: ¡La Iglesia!”. Mientras la Madre Celestial hablaba, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Después agregó: “La Gracia del Señor y Su Misericordia infinita por la Iglesia harán florecer de nuevo la Rosa Mística. Y si se escucha ésta invitación materna, Montichiari será el lugar desde el cual la luz mística se irradiará a todo el mundo. Sí, todo esto se realizará!”

El 8 de septiembre de 1974 dijo María a Pierina: “Yo soy María, la Madre de la Iglesia. Por esta Iglesia, por el Santo Padre, por los sacerdotes y por todos los hijos de la Iglesia pido oración, oración, oración, para que vuelva a los corazones el verdadero amor al Señor y a la verdadera caridad. Invocad especialmente la protección del Arcángel San Miguel, para que proteja a la Iglesia contra todos los engaños amenazantes y la defienda. En efecto, la Iglesia no se ha encontrado jamás en tanto peligro como hoy.”

El mensaje de María Rosa Mística para éste mundo

Actualmente miles de imágenes de María Rosa Mística se extienden por todo nuestro planeta y con ella va su petición: Oración, sacrificio y penitencia por todas nuestras amadas almas consagradas. Cientos de imágenes de María Rosa Mística se reportan lacrimando y no es secreto tampoco que un sinnúmero de ellas, se reportan “escarchadas” para la gloria de Dios. Aquella promesa que la Virgen hiciera a Pierina sobre sus imágenes se hace una realidad cada vez más visible: “donde quiera que yo me detenga mediante esas imágenes, llevo conmigo las Gracias del Señor y el Amor de este Corazón materno.” Vemos que Dios ha querido darnos a Su propia Madre una vez más, como fue al pie de la Cruz. Y María, nuestra pequeña niña de Galilea, no quiere más que salvarnos, llevarnos de nuevo a El. María es la Corredentora, la misma que en Fátima nos despertó como soldados de su pequeño ejército. Pierina fue nada más que un canal, un humilde instrumento que aceptó ponerse al servicio de Dios. ¡Admiremos a la hermosa Rosa Mística, seamos hijos orgullosos de tan admirable Mujer!

¡María Rosa Mística, ruega a Jesús por nosotros!

El significado de las escarchas

rosa mistica escarcha

En estos tiempos en que los hombres se sienten satisfechos y alejados de aquello que los orienta y mantiene, que es mi Hijo el Señor, quiero manifestar de la manera más humilde, los mensajes que quiero entregarles y manifestarles el significado de las escarchas. Es mi corazón el que les anuncia la protección que ejerzo sobre los hijos de la luz, aquellos que han sido comprados por la sangre de mi Hijo. Por eso, la oración, el sacrificio, la reconciliación y la penitencia son las armas con las cuales van a combatir en las grandes batallas contra Satanás.

Quiero anunciarles el significado de los colores de mis escarchas

* Las plateadas: en ellas te muestro la magnanimidad de mí corazón. Pídeme lo que quieras.
* Las doradas: en ellas anuncio que me inclino hacia el débil; voy a sanar algo espiritual, físico, psico-lógico o moral.
* Las azules: en ellas te quiero anunciar mi cercanía. Estoy contigo, estoy presente.
* Las verdes: ellas son un canto para que te abras a la esperanza. Yo actuaré en el favor de Dios. Espera en Dios.
* Las rojas: en tiempos de pruebas ofréceme un sacrificio; recuerda que te amo.
* Las transparentes: el camino de la humildad es la senda que lleva a la liberación. Sé humilde y sencillo. En esas actitudes se expresa mi corazón.
* Las aguamarinas o tornasoles: es el camino; por muy tortuoso que sea, quiero anunciarte que en ese camino estaré contigo.

A mis hijos, que han sido agraciados con mis regalos, brotados del amor que les tiene mi Hijo y que son la manifestación amorosísima del Padre, que a todos ama y cobija en su seno, les imparto la bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.


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Novena a la Reina de la Paz en Medjugorje – Mensajes de la Virgen https://www.reinadelcielo.org/novena-a-la-reina-de-la-paz-en-medjugorje-mensajes-de-la-virgen/ Tue, 18 Jun 2024 15:44:02 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=27955 Invitamos a caminar de la mano de María hacia el 43° Aniversario de sus apariciones en Medjugorje.

La Virgen dijo que en esta novena oremos por la paz en el mundo.

“Queridos hijos, en estos días el Señor me ha permitido concederles aún más gracias. Por eso, queridos hijos, deseo invitarlos nuevamente a que oren. Oren sin cesar y así les daré el gozo que el Señor me da a mí. Con estas gracias, hijitos, deseo que sus sufrimientos se transformen en gozo. Soy vuestra Madre y deseo ayudarlos. Gracias por haber respondido a mi llamado”. (19/06/1991)

Primer día – 16 de junio

Una vez terminada la aparición de nuestra Madre del Cielo, la vidente Marija Pavlović-Lunetti compartió que, durante el momento de la aparición, ella nos había presentado a nosotros junto con nuestras intenciones a la Virgen y todo lo que teníamos en el corazón, ofreciendo a la Virgen todos nuestros sacrificios y la oración por la paz.

Marija contó que la Virgen había orado en su lengua materna, el arameo, y que la Virgen dijo que esperaba mañana (refiriéndose a hoy, lunes 17 de junio) a muchos más, porque hay mucha necesidad de orar por la paz. Después nos bendijo y se fue al Cielo.

Segundo día – 17 de junio

Marija hablo después de la aparición y dijo: “Está noche también la Virgen ha venido. Me parecio un poco más alegre que ayer, lo que significa que le hemos obedecido y hemos venido en un número más grande. Pero no significa que eso sea suficiente, es necesario seguir orando por la paz. La Virgen ha rezado por nosotros en su idioma materno, el arameo. La Virgen ha orado largo tiempo sobre nosotros y yo le he encomendado todas nuestras intenciones y todo lo que tenemos en el corazón. De manera especial le pedí a la Virgen que interceda ante su Hijo Jesús por la paz en el mundo, como ella lo ha pedido. La Virgen oró una vez más y nos bendijo a todos”.

Luego, Marija invitó a todos los presentes a rezar la tercera parte del rosario, los Misterios Gloriosos, también por la paz del mundo.

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Fuente: Centro Medjugorje


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Al atardecer, la Virgen María se manifestó en Kenia https://www.reinadelcielo.org/al-atardecer-la-virgen-maria-se-manifesto-en-kenia/ Sat, 18 May 2024 08:55:57 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=27902 ]]> En una supuesta imagen tomada en el Santuario Subukia en Kenia a principios de octubre de 2022, se puede apreciar a la Santísima Virgen María en un hermoso atardecer. La publicación que compartió esta imagen ha generado casi 4,000 reacciones, más de 10,000 compartidos y cientos de comentarios en las redes sociales. Los usuarios han difundido las fotos en diversas plataformas como Instagram y TikTok.

La página de Facebook Misión Guadalupana Para El Mundo Desde 1948 publicó una foto fascinante de una reunión de oración en África en la que se vería a la Virgen.

Esta publicación ha inspirado a muchos a orar y acudir a la Virgen en busca de ayuda, protección e intercesión. Algunos han expresado su gratitud y devoción hacia la Virgen María, reconociéndola como la madre santísima que intercede por ellos ante Dios. La manifestación de la Virgen en el atardecer ha sido interpretada como un signo de la presencia divina en momentos de necesidad.

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Fuente: churchpop.com


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Aparición de la Virgen de Fatima – Portugal https://www.reinadelcielo.org/virgen-de-fatima-portugal-1917/ Mon, 13 May 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=62 Una gran señal aparecerá en el cielo: Una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre Su cabeza. ]]>  

Aparición de la Virgen de Fátima – Portugal
Cova de Iría, Fátima, Portugal

La Virgen María, vestida del sol, en su máximo esplendor, se aparece a tres pastorcitos en seis oportunidades, ante multitudes crecientes de testigos.

Realiza revelaciones sobre castigos divinos que caerán sobre la humanidad si ésta no se arrepiente y convierte, y anuncia el triunfo final del Inmaculado Corazón de María. El 13 de octubre de 1917, en su última aparición, setenta mil testigos presencian un hecho conocido a partir de allí como el milagro del sol. Fátima marca claramente un cambio de rumbo en la historia de la humanidad.

No puede entenderse Fátima si no se la interpreta como la materialización de lo anunciado en el libro del Apocalipsis, capítulo 12, escrito por San Juan Evangelista, a partir de visiones que tuvo durante su estancia en la isla griega de Patmos.

Allí se anuncia que en ese tiempo una gran señal aparecerá en el cielo: Una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está por dar a luz.

Fátima es un hito que señala una intervención más cercana de María en estos tiempos que vive el mundo, y a la cercanía del retorno de Jesús en Gloria, representado allí como Su segundo nacimiento, nuevamente en María, Su amada Madre.

¿El momento?

1917 es un momento muy especial para la humanidad. Gran parte del mundo civilizado sufre la Primera Guerra Gundial, mientras el comunismo realiza su primer gran conquista práctica: alcanza el poder en Rusia a partir del éxito de la revolución bolchevique. Si se analiza una vez más Apocalipsis 12, allí también veremos el anuncio de otra señal en la tierra: la llegada de un “gran dragón rojo, que tratará de devorar a su Hijo en cuanto la Mujer diera a luz”.

En varias apariciones María ha aclarado que el dragón rojo es una representación Bíblica del comunismo ateo, que arrastra a millones de almas a la negación de Dios, e intenta poner a la humanidad de espaldas a Jesús, en los momentos previos a Su retorno en Gloria.

1917 marca entonces un año muy especial por el doble acontecimiento: la venida de la Mujer vestida del Sol, en Fátima, y la llegada del dragón rojo al mundo, con el comunismo tomando el control de una de las mayores naciones de la tierra.

¿Los videntes?

Tres jóvenes pastorcitos: dos hermanos de 9 y 7 años, Francisco y Jacinta Marto, y su prima de 10 años, Lucia Dos Santos. En un Portugal rural, pobre y alejado, configuraban la más total ausencia de conocimiento teológico o histórico sobre el mundo, la Iglesia o aún sobre la propia existencia del Papa.

María opta por almas pobres y desprovistas, de tal modo de resaltar la magnitud de su Presencia, buscando solo pureza y humildad en sus instrumentos elegidos.

Los niños sufrieron persecución política durante las apariciones, siendo secuestrados por la autoridad política mas cercana (Portugal sufría una dictadura en esa época), y recibieron la amenaza de ser hervidos en un caldero de aceite, en caso de no confesar los mensajes secretos que les entregara la Virgen. Ante la valiente negativa de los niños, durante tres largos días, fueron liberados y enviados nuevamente a sus hogares.

En la primera aparición, María anuncia que Jacinta y Francisco se irían rápidamente con ella al Cielo (ambos fallecieron poco tiempo después, luego de sufrir penosas enfermedades), mientras Lucía iba a permanecer “un tiempo más”, para difundir la devoción al Corazón Inmaculado de María en todo el mundo. Lucía falleció finalmente el 13 de febrero de 2005, a los 97 años de edad, corroborando una vez más que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos.

¿Los testigos?

En las seis oportunidades en que María se presentó a los niños, empezando el 13 de mayo de 1917 y culminando el 13 de octubre del mismo año, se fueron acercando en cantidad creciente testigos deseosos de ver a María. En la última aparición, setenta mil personas acompañaron a los niños en su diálogo final con nuestra Madre Celestial.

Durante las apariciones, mientras los pastorcitos dialogaban con la Madre Celestial, los testigos veían una nube sobre la pequeña encina en la que se posaba María. También sentían un sonido peculiar, como un leve zumbido, y veían como se arqueaban las ramas del árbol ante el peso de algo que era invisible para ellos.

María anunció a los videntes que en su última aparición, del 13 de octubre, daría una prueba de Su Presencia. Y así fue: los setenta mil asistentes presenciaron el milagro del sol, el que fue visto desde distancias de hasta cuarenta kilómetros de la Cova de Iría.

¿Hubo antecedentes previos?

En 1915 los pastorcitos habían tenido, mientras cuidaban a sus ovejas, la aparición de un Ángel, que se presentó como el Ángel de La Paz, y les enseñó una oración para que la repitan con él:  

“Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”.

Luego se apareció dos veces más, presentándose como el Ángel de la Guarda, el Ángel de Portugal. Les enseñó el resto de la oración, dándole la Eucaristía a Lucía (que ya había recibido la Primera Comunión) y de beber el Cáliz a Jacinta y Francisco.

A partir de esta experiencia, los niños empezaron una activa vida de oración, de penitencia y sacrificios en expiación de los pecados del mundo.

¿De qué manera se manifestó María a los niños?

Durante la tarde del domingo 13 de mayo de 1917, mientras los niños pastaban a su rebaño, vieron un relámpago en un día de pleno sol. Mientras llevaban a sus ovejas a un lugar protegido observaron a muy corta distancia, sobre una encina de poco más de un metro de altura, una nube sobre la que estaba parada una hermosa Mujer, con un vestido de luz, y un resplandor que parecía provenir del mismo sol. 

Tenía sus manos en posición de oración, mientras pendía de las mismas un Rosario de cuentas brillantes como perlas, y una Cruz pequeña plateada. Lucía y Jacinta podían verla y oírla, mientras Francisco solo podía verla. La Virgen en un momento abrió sus manos, saliendo de las mismas una Luz más fuerte que el sol, que los niños entendieron era la Luz del Mismo Dios.

En la primera aparición María les pidió que vuelvan los días trece de cada mes, por seis meses consecutivos, a la misma hora y al mismo lugar. Los niños, culminada la aparición, veían a María elevarse hasta el Cielo, el cual se abría dando cabida a una imagen celestial que se elevaba entre los astros. Luego, todo retornaba a la normalidad en la Cova de Iría.

¿Cuál fue el mensaje entregado por María?

A lo largo de las seis apariciones, nuestra Amadísima Madre Celestial fue entregando una serie de mensajes que cambian el curso de nuestro entendimiento sobre el mundo en que vivimos. Ante todo hubo varias advertencias al creciente apego al pecado y a la negación de Dios en el mundo moderno.

María advierte sobre la necesidad de orar el Santo Rosario, pedir perdón por los pecados del mundo y orar por la Paz. Nuestra Madre anuncia el fin inminente de la Primera Guerra Mundial, pero advierte que en caso de no convertirse, el mundo enfrentaría pronto una guerra peor aún (fue la Segunda Guerra Mundial, que se inició en 1939).

María les muestra el infierno a los tres niños, que ante el horror miraron a la Virgen con sus rostros demudados. Nuestra Madre Celestial les dijo que para evitar que mucha gente pierda su alma y fuera allí, Dios quería instaurar la devoción al Corazón Inmaculado de María, ya que a través de la misma se podrán salvar a muchas almas (primera parte del mensaje). También advierte sobre el peligro del comunismo ateo, y pide la Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, como freno a la difusión del error por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.

María anuncia mucho sufrimiento al Papa y a la Iglesia

Finalmente, La Virgen realiza una advertencia: si los hombres no se convierten y arrepienten, ya no podrá detenerse el castigo de Dios a tanta ofensa y traición a Su Amor. Un gran castigo se abatirá sobre la humanidad, varias naciones serán aniquiladas, habrá guerra, hambre y persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre (segunda parte del mensaje).

¿Cuál es el contenido del tercer mensaje secreto de Fátima?

La Virgen también dio a Lucía la tercera parte del mensaje, pero le pidió que se lo entregue a las autoridades religiosas, para que lo difundan en una fecha que Lucía les comunicó. Varios Papas han leído este tercer mensaje secreto, habiendo sufrido conmoción al hacerlo, y evitando su difusión o conocimiento.

Finalmente, durante el año 2000 la Iglesia difundió oficialmente el tercer mensaje de Fátima. En el mismo se habla del llamado a la penitencia, de persecuciones a la Iglesia, a los religiosos y religiosas, y al mismo Santo Padre, y de mártires de la Iglesia que se generarán en nuestros tiempos. Todo esto fue presentado a los tres pastorcitos en una visión donde María tenía un papel protagónico, como protectora y pastora del mundo en estos tiempos.

De todos modos, la controversia respecto del tercer mensaje de Fátima no se ha agotado, a pesar de la versión oficial que la Iglesia difundió sobre el mismo. Por ejemplo, en el libro del Padre Gobbi la misma Virgen María hace referencias al tercer mensaje, indicando que el mismo se refiere al inminente regreso de Cristo en Gloria y al triunfo del Inmaculado Corazón de María.

¿En qué consistió el milagro del sol?

En su última aparición, se concentraron en la Cova de Iría setenta mil testigos, que deseosos de asistir a la prueba de Presencia Celestial que María había anticipado a los tres niños, soportaron una jornada de fuerte temporal. En medio del lodazal y la lluvia, comenzó la aparición. Cuando la misma estaba por culminar, se abrió el cielo y se vió el sol como un inmenso disco de plata. A pesar de su brillo intenso podía ser mirado a simple vista.

La multitud lo contemplaba absorta, cuando súbitamente, el astro se puso a bailar. Giró rápidamente como una gigantesca rueda de fuego, se detuvo de repente, y poco después comenzó nuevamente a girar sobre si mismo, a una velocidad sorprendente. Finalmente, en un torbellino vertiginoso, sus bordes adquirieron un color escarlata, esparciendo llamas rojas en todas direcciones. Estas se reflejaban en el suelo, en los árboles, en los rostros vueltos hacia el cielo, reluciendo con todos los colores del arco iris. El disco de fuego giró locamente tres veces, con colores cada vez mas intensos, tembló espantosamente, y describiendo un zigzag descomunal, se precipitó sobre la multitud aterrorizada. Un único e inmenso grito escapó de todas las gargantas. Todos cayeron de rodillas en el lodo, pensando que serían consumidos por el fuego. Esto se pudo ver hasta a cuarenta kilómetros de distancia. Muchos rezaban en voz alta, mientras el sol volvía a su posición normal, retornando la paz al lugar. 

Sorprendentemente, la ropa empapada por la lluvia y el lodazal del lugar, se habían secado por completo en toda la multitud congregada.

¿Qué dijo la Iglesia sobre Fátima?

En los años posteriores a la aparición, se inició un proceso formal de investigación, que culminó en 1930 cuando el Obispo de Leiría aprobó la devoción a la Virgen de Fátima.

Varios Papas han reafirmado y manifestado su devoción a Fátima, siendo quizás Juan Pablo II el Papa que más abiertamente expresó su amor por María, a través de la reafirmación de la importancia del Corazón Inmaculado, que nuestra Madre nos presentó como seguro refugio, en Cova de Iría.

¿Qué efecto produjo Fátima en las décadas siguientes?

María pidió oración del Santo Rosario en su tercera aparición, y agregó la siguiente jaculatoria, para el final de cada misterio:
¨Oh Jesús mío! Líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las almas al Cielo, principalmente a las que más lo necesiten¨.

En este pedido se esconde el secreto del Triunfo del Corazón Inmaculado que María anunció: la oración vencerá finalmente al mal, cuando todo parezca perdido.

María nos vino a anunciar crisis en la Iglesia, el mal que el comunismo iba a traer a la Fe, y una advertencia: si el mundo no se convierte, la ira de Dios volcará Su Copa (como está escrito en el Apocalipsis) sobre esta empobrecida humanidad. La justicia vendrá finalmente para rescatar a aquellos que manteniéndose en la Fe, el amor y la oración, encuentren en Dios el camino de regreso a la verdadera patria: la Patria Celestial.

ORACIÓN DADA A LOS PASTORCITOS

Oh Dios mío,
yo creo, espero, adoro y os amo.
Y os pido perdón por todos los que
no creen, no esperan, no adoran
y no os aman. (Tres veces)

Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente,
y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, 
Alma,
Sangre y Divinidad de Tu
Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los tabernáculos 
de la tierra, en expiación por los 
ultrajes, sacrilegios e indiferencias 
con las que Él mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos del 
Sagrado Corazón de Jesús y por la 
intercesión del Inmaculado Corazón 
de María, te pido por la conversión 
de todos los pecadores.
Amén.

Relato de Lucía Dos Santos
LAS APARICIONES DEL ÁNGEL DE LA PAZ

Primera Aparición del Ángel

No recuerdo exactamente los datos, puesto que en aquel tiempo no sabía nada de años, ni de meses, ni tampoco de los días de la semana. Me parece que debe haber sido en la primavera de 1916 que nos apareció el Ángel por primera vez en nuestro “Loca de Cabeco”.

Como ya he escrito en el relato sobre Jacinta, subimos con el ganado al cerro arriba en busca de abrigo, y después de haber tomado nuestro bocadillo y dicho nuestras oraciones, vimos a cierta distancia, sobre la cúspide de los árboles, dirigiéndose hacia el saliente, una luz más blanca que la nieve, distinguiéndose la forma de un joven transparente y más brillante que el cristal traspasado por los rayos del sol. Al acercarse más pudimos discernir y distinguir los rasgos. Estábamos sorprendidos y asombrados.

Al llegar junto a nosotros dijo:
–No temáis. Soy el Ángel de la Paz. ¡Orad conmigo!
Y arrodillado en tierra inclinó la frente hasta el suelo, e imitamos llevados por un movimiento sobrenatural y repetimos las palabras que le oímos decir:
–Dios mío, yo creo, adoro, espero y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman.
Después de repetir esto tres veces se levantó y dijo:
–Orad así. Los Corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas.
Y desapareció.

La atmósfera sobrenatural que nos envolvió era tan densa, que casi no nos dábamos cuenta durante un largo espacio de tiempo de nuestra propia existencia, permaneciendo en la posición en que el Ángel nos había dejado repitiendo siempre la misma oración. Tan íntima e intensa era la conciencia de la Presencia de Dios, que ni siquiera intentamos hablar el uno con el otro. Al día siguiente todavía sentimos la influencia de esa Santa atmósfera que iba desapareciendo sólo poco a poco.

No decíamos nada de esta aparición, ni recomendamos tampoco el uno al otro guardar el secreto. La misma aparición parecía imponernos silencio. Era de una naturaleza tan íntima, que no era nada fácil hablar de ella. Tal vez por ser la primera manifestación de esta clase su impresión sobre nosotros era mayor.

Segunda Aparición del Ángel 

La segunda aparición tiene que haber ocurrido sobre mitad de verano, cuando debido al gran calor, llevamos los rebaños a casa hacia mediodía para regresar por la tarde.

Pasamos las horas de la siesta en la sombra de los árboles que rodeaban el pozo en la quinta llamada Arneiro, que pertenecía a mis padres.
–De pronto vimos al mismo Ángel junto a nosotros.
–¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. ¡Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!
–¿Cómo hemos de sacrificarnos? –pregunté.
–De todo lo que pudierais ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados por los cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra patria la paz. Yo soy el Ángel de su Guardia, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe.

Estas palabras hicieron una profunda impresión en nuestros espíritus como una luz que nos hacía comprender quién es Dios, cómo nos ama y desea ser amado, el valor del sacrificio, cuánto le agrada y cómo concede en atención a esto la Gracia de conversión a los pecadores. Por esta razón, desde ese momento, comenzamos a ofrecer al Señor cuanto nos mortificaba, no buscando jamás otros caminos de mortificación y penitencia sino los de quedar durante horas con las frentes tocando el suelo, repitiendo la oración que el Ángel nos enseñó.

Tercera Aparición del Ángel

Me parece que la tercera aparición debe haber sido en octubre o a fines de septiembre, porque ya no volvíamos a casa para el descanso del mediodía. Como ya he escrito en el relato acerca de Jacinta, pasamos un día desde Pregueira (un pequeño olivar propiedad de mis padres) a la cueva llamada Lapa (Loca de Cabeco), caminando alrededor del cerro al lado que mira a Aljustrel y Casa Velha. Allí decíamos nuestro Rosario y la oración que el Ángel nos enseñó en la primera aparición.

Estando allí apareció por tercera vez, teniendo en sus manos un Cáliz, sobre el cual estaba suspendida una Hostia, de la cual caían gotas de Sangre al Cáliz. Dejando el Cáliz y la Hostia suspensos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces esta oración:
–Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te adoro profundamente y Te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores.

Después, levantándose, tomó de nuevo en la mano el Cáliz y la Hostia. Me dio la Hostia a mí y el contenido del Cáliz lo dio a beber a Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo:
–Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.
De nuevo se postró en tierra y repitió con nosotros hasta por tres veces la misma oración: Santísima Trinidad, etcétera, y desapareció.

Impulsados por la fuerza de lo sobrenatural que nos envolvía imitamos al Ángel en todo, esto es, postrándonos nosotros como él y repitiendo las oraciones como él decía. Tan intensamente sentimos la Presencia de Dios, que estábamos completamente dominados y absorbidos por ella. Parecía que por un tiempo bastante largo estábamos privados de nuestros sentidos corporales. Durante los días siguientes nuestras acciones estaban impulsadas del todo por este poder sobrenatural. Por dentro sentimos una gran paz y alegría que dejaban el alma completamente sumergida en Dios. También era grande el agotamiento físico que nos sobrevino.

No sé por qué las apariciones de Nuestra Señora producían en nosotros efectos bien diferentes. La misma alegría íntima, la misma paz y felicidad, pero en vez de ese abatimiento físico, una cierta agilidad expansiva; en vez de ese aniquilamiento en la Divina Presencia, un exultar de alegría; en vez de esa dificultad en hablar, un cierto entusiasmo comunicativo.

LAS APARICIONES DE NUESTRA SEÑORA

Primera Aparición
Domingo, 13 de mayo del año 1917

Estando jugando con Jacinta y Francisco en lo alto, junto a Cova de Iría, haciendo una pared de piedras alrededor de una mata de retamas, de repente vimos una luz como de un relámpago.

–Está relampagueando –dije–. Puede venir una tormenta. Es mejor que nos vayamos a casa.
–¡Oh, sí, está bien! –contestaron mis primos.
Comenzamos a bajar del cerro llevando las ovejas hacia el camino. Cuando llegamos a menos de la mitad de la pendiente, cerca de una encina, que aún existe, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos más vimos sobre la encina una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso
de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos 
más ardientes del sol.

Nos paramos, sorprendidos por la aparición. Estábamos tan cerca que quedamos dentro de la luz que la rodeaba o que Ella irradiaba, tal vez a metro y medio de distancia. Entonces la Señora nos dijo:
–No tengáis miedo. No os hago daño.
Yo la pregunté:
–¿De dónde es usted?
–Soy del Cielo.
–¿Qué es lo que usted me quiere?
–He venido para pediros que vengáis aquí seis meses seguidos el día 13 a esta misma hora. Después diré quién Soy y lo que quiero. Volveré aquí una séptima vez.
Pregunté entonces:
–¿Yo iré al Cielo?
–Sí, irás.
–¿Y Jacinta?
–Irá también.
–¿Y Francisco?
–También irá, pero tiene que rezar antes muchos Rosarios.

Entonces me acordé de preguntar por dos niñas que habían muerto hacía poco. Eran amigas mías y solían venir a casa para aprender a tejer con mi hermana mayor.
–¿Está María de las Nieves en el Cielo?
–Sí, está.
Tenía cerca de dieciséis años.
–¿Y Amelia?
–Pues estará en el purgatorio hasta el fin del mundo.
Me parece tenía entre dieciocho y veinte años.
–¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?
–Sí, queremos.
–Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la Gracia de Dios os fortalecerá.

Diciendo estas palabras, la Gracia de Dios, etc., la Virgen abrió sus manos por primera vez, comunicándonos una luz muy intensa que parecía fluir de sus manos y penetraba en lo más íntimo de nuestro pecho y de nuestros corazones, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, que era esa Luz, más claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso interior que nos fue comunicado también, caímos de rodillas, repitiendo humildemente:
–Santísima Trinidad, yo Te adoro. Dios mío, Dios mío, yo Te amo en el Santísimo Sacramento.

Después de pasados unos momentos Nuestra Señora agregó:
–Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra.

Acto seguido comenzó a elevarse serenamente subiendo en dirección al Levante hasta desaparecer en la inmensidad del espacio. La luz que la circundaba parecía abrirle el camino a través de los astros, motivo por el que algunas veces decíamos que vimos abrirse el cielo.

Segunda ApariciónMiércoles
13 de junio

Después de rezar el Rosario con otras personas que estaban presentes (unas cincuenta) vimos de nuevo el reflejo de la luz que se aproximaba, y que llamábamos relámpago, y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina, todo como en mayo.

–¿Qué es lo que me quiere? –pregunté.– Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el Rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero además. Le pedí la curación de una enferma. Nuestra Señora respondió:
–Si se convierte se curará durante el año.
–Quisiera pedirle que nos llevase al Cielo.
–Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí a adornar Su Trono.

–¿Me quedo aquí solita? –pregunté con pena.
–No, hija. ¿Y tú sufres mucho por eso? ¡No te desanimes! Nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.

En este momento abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de la Luz inmensa que la envolvía. En esta luz nos veíamos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se eleva hacia el cielo y yo en la que se esparcía sobre la tierra. Delante de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación.

Esto es a lo que nos referíamos al decir que Nuestra Señora nos había contado un secreto en junio. Ella no nos mandó en aquella ocasión guardarlo como secreto, pero nos sentíamos impulsados por Dios a hacerlo así.

Francisco, muy impresionado con lo que había visto, me preguntó después:
–¿Por qué es que la Virgen estaba con un corazón en la mano irradiando sobre el mundo aquella Luz tan grande que es Dios? Tú, Lucía, estabas con Ella en la luz que bajaba a la tierra y Jacinta conmigo en la que subía hacia el cielo.
–Es que –le respondí– tú, con Jacinta, iréis en breve al Cielo. Yo me quedo con el Corazón Inmaculado de María en la tierra.

Tercera Aparición
Viernes 13 de julio

El Gran Secreto. Momentos después de haber llegado a Cova de Iría, junto a la encina, entre numeroso público (unas 4.000 personas) que estaban rezando el Rosario, vimos el rayo de luz una vez más y un momento más tarde apareció la Virgen sobre la encina.
–¿Qué es lo que quiere de mí? –pregunté.
–Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, y continuéis rezando el Rosario todos los días en honra a Nuestra Señora del Rosario, con el fin de obtener la paz del mundo y el final de la guerra, porque sólo Ella puede conseguirlo.

Dije entonces:
–Quisiera pedirle nos dijera quién es, y que haga un milagro para que todos crean que usted se nos aparece.
–Continuad viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién Soy y lo que quiero, y haré un milagro que todos han de ver para que crean.
Aquí hice algunos pedidos que ahora no recuerdo. Lo que recuerdo es que Nuestra Señora dijo que era preciso rezar el Rosario para alcanzar las Gracias durante el año. 

Y continuó:
–Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: “¡Oh, Jesús, es por Tu Amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”. Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos como los meses anteriores. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todo los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debía ser a la vista de eso que di un “ay” que dicen haber oído.) 

Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:
–Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre, etc. (Aquí comienza la tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decírselo.

–Cuando recéis el Rosario, decid después de cada misterio: “Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo, especialmente las más necesitadas.”
Seguía un instante en silencio y después pregunté:
–¿Usted no me quiere nada más?
–No, no quiero nada más por hoy.
Y como de costumbre comenzó a elevarse en dirección a Oriente hasta que desapareció en la inmensidad del firmamento.

Cuarta Aparición
Domingo, 19 de agosto, en los Valinhos

La aparición no se realizó el día 13 de agosto en Cova de Iría porque el Administrador del Concejo apresó y llevó a Vila Nova de Ourem a los pastorcitos con la intención de obligarles a revelar el secreto. Los tuvo presos en la Administración y en el calabozo municipal.
Les ofreció los más valiosos presentes si descubrían el secreto. Los pequeños videntes respondieron:
–No lo decimos ni aunque nos den el mundo entero.
Los encerró en el calabozo. Los presos les aconsejaron:
–Pero decid al Administrador ese secreto. ¿Qué os importa que esa Señora no quiera?
–¡Eso no –respondió Jacinta con vivacidad–, antes quiero morir!
Y los tres niños rezaron con aquellos infelices el Rosario, delante de una medalla de Jacinta colgada de la pared.

El Administrador para amedrentarlos, mandó preparar una caldera de aceite hirviendo, en la cual amenazó asar a los pastorcitos si no hacían lo que les mandaban. Ellos, aunque pensaban que la cosa iba en serio, permanecieron firmes sin revelar nada. El día 15, fiesta de la Asunción, los llevó por fin a Fátima.

Habiendo ya contado lo que sucedió este día, pasaré a hablar de la aparición que, según mi opinión, tuvo lugar el día 15 por la tarde. Como todavía no sabía contar los días del mes, puede ser que me equivoque. Pero tengo la idea de que fue el mismo día en que volvimos de Vila Nova de Ourem.

Estuvimos con las ovejas en un lugar llamado Valinhos, Francisco y su hermano Juan, acompañándome, y sintiendo que algo sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que Nuestra Señora nos venía a aparecer y teniendo pena de que Jacinta quedaba sin verla, pedimos a su hermano Juan que fuese a llamarla. No quería ir, y le ofrecí dos veintenos y allá se fue corriendo. Entretanto, Francisco y yo vimos el reflejo de la luz que llamábamos relámpago y al instante de llegar Jacinta vimos a la Señora sobre la encina.
–¿Qué es lo que quiere usted?
–Deseo que sigáis yendo a Cova de Iría en los días 13, que sigáis rezando el Rosario todos los días. El último mes haré el milagro para que todos crean.
–¿Qué es lo que quiere usted que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría?
–Hagan dos andas, una para ti y Jacinta, para llevarlas con dos chicas más vestidas de blanco y otra que la lleve Francisco con tres niños más. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, y lo que sobre es para ayuda de una capilla que se debe hacer. (Andas usadas en Fátima y otros lugares no son para transportar imágenes, sino para recoger ofertas en dinero y en género.)
–Yo quisiera pedirle la curación de algunos enfermos.
–Sí, a algunos los curaré durante el año.
Y tomando un aspecto muy triste, la Virgen añadió:
–Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique y rece por ellas.
Y la Señora comenzó a subir como de costumbre hacia Oriente.

Quinta Aparición
Jueves, 13 de septiembre

Al aproximarse la hora fui a Cova de Iría con Jacinta y Francisco entre numerosas personas (unas treinta mil) que nos dejaban andar sólo con dificultad. Los caminos estaban apiñados de gente; todos nos querían ver y hablar; allí no había respetos humanos. Mucha gente del pueblo, y hasta señoras y caballeros, consiguiendo romper por entre la muchedumbre que alrededor nuestro se agolpaba, venían a postrarse de hinojos delante de nosotros pidiendo que presentásemos sus necesidades a Nuestra Señora. Otros, no consiguiendo llegar junto a nosotros, clamaban de lejos. Uno de ellos:
–¡Por el amor de Dios, pidan a Nuestra Señora que me cure a mi hijo, que está impedido!
Otro:
–Que me cure el mío, que es ciego.
Otro:
–El mío, que es sordo.
–Que me traiga a mi marido o mi hijo, que están en la guerra; que me convierta un pecador; que me dé salud, que estoy tuberculoso, etcétera.
Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad y algunos gritaban subidos a los árboles y a las tapias con el fin de vernos pasar. Diciendo a unos que sí, dando la mano a otros para ayudarles a levantarse del polvo de la tierra, allá íbamos andando gracias a algunos caballeros que nos iban abriendo camino entre la muchedumbre. Ahora, cuando leo estas escenas encantadoras del Nuevo Testamento, del paso de Nuestro Señor por Palestina, pienso en nuestros pobres caminos y sendas de Aljustrel, Fátima y Cova de Iría, y doy gracias a Dios ofreciéndole la fe de nuestra buena gente portuguesa. Y pienso si ellos podían humillarse como lo hicieron ante tres pobres niños, sólo porque eran agraciados de hablar a la Madre de Dios, ¿qué no harían si pudieran ver a Nuestro Señor mismo en persona delante de ellos?

Bien, esto no tiene que ver con la materia; era una distracción de mi pluma que me llevaba a parte donde yo no quería, una inútil divagación. No lo arranco para no estropear el cuaderno.

Por fin llegamos a Cova de Iría, y al alcanzar la encina comenzamos a decir el Rosario con la gente. Un poco más tarde vimos el reflejo de luz y acto seguido, sobre la encina, a Nuestra Señora, que dijo:
–Continuad rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra. En octubre vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo. Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiero que durmáis con la cuerda puesta; llevadla sólo durante el día.
–Me han pedido para suplicarle muchas cosas: la cura de algunos enfermos, de un sordomudo, etc.
–Sí, a algunos curaré, pero a otros no. En octubre haré el milagro para que todos crean.

Y comenzó a elevarse, desapareciendo como de costumbre.
(Los niños tomaron muy a pecho las palabras de la Virgen en agosto, que pedía sacrificios a los pecadores. Uno de los sacrificios más dolorosos era el de la cuerda que cada uno de ellos llevaba atada a la cintura. Tanto les hacía sufrir, que Jacinta a veces hasta lloraba con la violencia del dolor. La Virgen les dijo con solicitud maternal que de noche no usaran la cuerda para poder disfrutar del reposo necesario. Otros sacrificios eran no comer la merienda, que repartían entre los pobres. Dejaban los higos y las uvas. “Teníamos la costumbre de ofrecer de vez en cuando el sacrificio de pasar una novena o un mes sin beber. Hicimos una vez este sacrificio en pleno mes de agosto, en que el calor era sofocante.” Mayores todavía eran los sacrificios que les exigía la misión que la Virgen les encomendara: las vejaciones, la curiosidad y molestias de la gente; sus interminables visitas y preguntas, la persecución y la prisión, y por fin la larga enfermedad de Francisco y, sobre todo, de Jacinta, a la cual varias veces visitó la Virgen, previniéndola que moriría solita, después de sufrir mucho.

Sexta Aparición
Sábado, 13 de octubre

Salimos de casa bastante pronto, contando con las demoras del camino. Había gente en masa (70.000 personas), bajo una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese aquel el último día de mi vida, con el corazón traspasado por la incertidumbre de lo que podía ocurrir, quiso acompañarme. Por el camino, las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el barro de los caminos impedía a la gente arrodillarse en actitud humilde y suplicante.

Llegando a Cova de Iría, junto a la encina, llevada de un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrasen los paraguas para rezar el Rosario. Poco después vimos el reflejo de luz y en seguida a la Virgen sobre la encina.
–¿Qué es lo que usted me quiere?
–Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra está acabándose y los soldados volverán pronto a sus casas.
–Tenía muchas cosas que pedirle: si curaba a los enfermos, si convertía a unos pecadores, etc.
–Unos, sí; otros, no. Es preciso que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados.

Y tomando aspecto más triste dijo:
–Que no ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido.
Y abriendo sus manos las hizo reflejar en el sol, y en cuanto se elevaba continuaba el brillo de su propia luz proyectándose en el sol.
He aquí el motivo por el cual exclamé que mirasen al sol. Mi motivo no era llamar la atención del pueblo, pues ni siquiera me daba cuenta de su presencia. Fui inducida para ello por un impulso interior.
(Se da entonces el milagro del sol, prometido tres meses antes, como prueba de la verdad de las apariciones de Fátima. La lluvia cesa y el sol por tres veces gira sobre sí mismo, lanzando a todos los lados fajas de luz de varios colores, amarillo, lila, anaranjado y rojo. Parece a cierta altura desprenderse del firmamento y caer sobre la muchedumbre. Al cabo de diez minutos de prodigio toma su estado normal. Entretanto, los pastorcitos eran favorecidos por otras visiones.)

Desaparecida Nuestra Señora en la inmensidad del firmamento, vimos al lado del sol a San José con el Niño y a Nuestra Señora vestida de blanco con un manto azul. San José con el Niño parecían bendecir al mundo, pues hacía con las manos unos gestos en forma de cruz.

Poco después, pasada esta Aparición, vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, que me daba sensación de ser la Virgen de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo de la misma forma que San José. Se disipó esta aparición y me parecía ver todavía a Nuestra Señora en forma semejante a Nuestra Señora del Carmen.

He aquí la historia de las Apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría, en 1917.

MÁS DETALLES

Francisco (11-6-1908 a 4-4-1919)

Las palabras del Ángel en su tercera aparición: “Consolad a vuestro Dios”, hicieron profunda impresión en el alma del pequeño pastorcito. “En cuanto a Jacinta, parecía preocupada con el único pensamiento de convertir pecadores y preservar las almas del infierno. Él trataba solamente de pensar en consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, que le había parecido estar tan tristes.” (Lucía).

Dominado por el sentimiento de la Presencia de Dios, recibió en la luz que María comunicó a los videntes en las apariciones, discurría: “Estábamos ardiendo en aquella Luz que es Dios y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? Esto no lo podemos decir. Pero qué pena que Él está tan triste; ¡si yo pudiera consolarle!”

En la enfermedad, confió a su prima: “¿Nuestro Señor aún estará triste? Tengo tanta pena de que Él esté así. Le ofrezco cuantos sacrificios puedo.”
La víspera de morir se confesó y comulgó, con los más santos sentimientos. Después de cinco meses de casi continuo sufrimiento, el 4 de abril de 1919, primer viernes, a las diez de la mañana, murió santamente el consolador de Jesús.

Jacinta (10-3-1910 a 20-2-1920)

Vivía apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya pavorosa visión tanto la impresionó.

Alguna vez preguntó: “¿Por qué es que Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? Si lo viesen, ya no pecarían, para no ir allá. Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente. Verás cómo se convierten. ¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!”

Antes de morir, Nuestra Señora se dignó aparecérsele varias veces. He aquí lo que ha dictado a su madrina Madre Godinho.

Sobre los pecados

Los pecados que llevan más almas al infierno son los de la carne.
Han de venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor.
Las personas que sirven a Dios no deben andar con la moda.
Los pecados del mundo son muy grandes.

Si los hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida. Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor ni hacen penitencia.

Muchos matrimonios no son buenos, no agradan a Nuestro Señor ni son de Dios.

Sobre las guerras

Nuestro Señor dijo que en el mundo habrá muchas guerras y discordias.
Las guerras no son sino castigos por los pecados del mundo.
Nuestra Señora ya no puede retener el Brazo castigador de su Hijo sobre el mundo.

Es preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda, Nuestro Señor todavía salvará al mundo; mas si no se enmienda, vendrá el castigo.

Sobre los sacerdotes

Pida mucho por los Padres, pida mucho por los Religiosos.

Los Padres sólo deben ocuparse de las cosas de la Iglesia.

Los Padres deben ser puros, muy puros.

La desobediencia de los Padres y de los Religiosos a sus Superiores y al Santo Padre, ofende mucho a Nuestro Señor. 
Pida mucho por los Gobiernos. ¡Ay, de los que persiguen la religión de Nuestro Señor!

Si el Gobierno deja en paz a la Iglesia y da libertad a la religión será bendecido por Dios.

Sobre las virtudes cristianas

No ande rodeada de lujo; huya de las riquezas. Sea amiga de la santa pobreza y del silencio.

No hable mal de nadie y huya de quien hable mal. Tenga mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al Cielo. La mortificación y los sacrificios agradan mucho a Nuestro Señor.

Durante la enfermedad (pleuritis purulenta), confió a su prima: “Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María.”

Al despedirse de Lucía le hace estas recomendaciones:
“Ya falta poco para irme al Cielo. Tú quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando vayas a decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios concede las Gracias por medio del Inmaculado Corazón de María. Que las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el Corazón Inmaculado de María, que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios la confió a Ella. Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente la luz que tengo aquí dentro del pecho, que me está abrasando y me hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María.”

Murió santamente el 20 de febrero de 1920. Su cuerpo reposa, como el de Francisco, en el crucero de la Basílica, en Fátima.

Lucía

La Providencia Divina todavía no había terminado la obra encargada a los pastorcitos. La Virgen dijo a Lucía que “con el fin de prevenir la guerra, vendré para pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros Sábados de mes”. Lo pidió a Lucía en 1925, 1926 y 1929. Estando en Pontevedra, el 10 de diciembre de 1925 se le apareció la Virgen a Lucía con el Niño Jesús a su lado, subida en una nube de luz. La Virgen puso su mano en el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su Corazón rodeado de espinas. Al mismo tiempo, el Niño Jesús dijo: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas.”

Después dijo Nuestra Señora a Lucía:
“Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que durante cinco meses en el primer sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación.”

El 15 de febrero de 1926, el Niño Jesús se apareció de nuevo a Lucía, preguntándole si había difundido la devoción a Su Santísima Madre. Lucía le contó de las dificultades que partían de su confesor y de su superiora. El Señor respondió:
“Es verdad que tu Superiora sola no puede hacer nada; pero con Mi Gracia lo puede todo.”

Lucía le habló de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: “Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María.”

En junio de 1929 la Virgen pidió en una aparición la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, prometiendo que de este modo se prevenía la difusión de sus errores y se adelantaba su conversión. Pero sólo el 20 de diciembre de 1940 Lucía recibió permiso para escribir al Santo Padre Pío XII pidiéndole esta consagración.

Lucía describe esta aparición de la siguiente manera:
“De repente toda la Capilla (en las Doroteas de Tuy) se alumbró de una Luz sobrenatural, y una Cruz de luz apareció sobre el Altar, llegando hasta el techo. En la claridad de la parte superior se podía ver la cara de un hombre y su cuerpo hasta la cintura. En el pecho había una paloma de luz, y clavado en la Cruz había un cuerpo de otro hombre. Por encima de la cintura, suspendidos en el aire, podía ver un Cáliz y una gran Hostia, en la cual caían gotas de Sangre del Rostro de Jesús crucificado y de la Llaga de Su costado. Estas gotas, escurriendo en la Hostia, caían en el Cáliz. Debajo del brazo derecho de la Cruz estaba Nuestra Señora de Fátima, con su Corazón Inmaculado en su mano izquierda, sin espada ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas. Debajo del brazo izquierdo de la Cruz, grandes letras, como si fuesen de agua cristalina, que corrían sobre el Altar formando estas palabras: “Gracia y Misericordia”.

Entendí que era el misterio de la Santísima Trinidad que se me enseñó, y yo recibí luces acerca de este misterio, que no se me permite revelar.
La Virgen me dijo:
“Ha venido el momento en que Dios pide al Santo Padre que en unión con todos los Obispos del mundo haga la consagración de Rusia a mi Corazón, prometiendo salvarla por este medio.”

Pío XII cumplió en parte este deseo de la Virgen consagrando el mundo con mención especial de Rusia, el 31 de octubre de 1942, al Inmaculado Corazón de María y haciendo la consagración especial sólo de Rusia el 7 de julio de 1952, con estas palabras:
“Como hace algunos años consagramos todo el género humano al Corazón Inmaculado de la Virgen, Madre de Dios, así ahora, de un modo especialísimo, dedicamos y consagramos todos los pueblos de Rusia al mismo Inmaculado Corazón.”

Decimos “en parte” puesto que no fue en unión con todos los obispos del mundo.

Tampoco las consagraciones de Pablo VI (1965) y de Juan Pablo II (1982) fueron completas.

ORACION DADA A LOS PASTORCITOS

Oh Dios mío,
yo creo, espero, adoro y os amo.
Y os pido perdón por todos los que
no creen, no esperan, no adoran
y no os aman. (Tres veces)

Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente,
y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, 
Alma,
Sangre y Divinidad de Tu
Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los tabernáculos 
de la tierra, en expiación por los 
ultrajes, sacrilegios e indiferencias 
con las que Él mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos del 
Sagrado Corazón de Jesús y por la 
intercesión del Inmaculado Corazón 
de María, te pido por la conversión 
de todos los pecadores.
Amén


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Virgen de Luján – Argentina, 1630 https://www.reinadelcielo.org/virgen-de-lujan-argentina-1630/ Wed, 08 May 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=18 Luján, Provincia de Buenos Aires, Argentina

En 1630, cien años después del milagro de Guadalupe, María se manifiesta en el Río de la Plata. Como suele ocurrir con la Santísima Virgen, a fuerza de milagros se produjo un fenómeno de conversión popular que arrastró a millones de personas a través de los siglos, al amor verdadero por la Madre de Dios y a través deElla a Cristo.

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Una humilde imagen de terracota, representando la Concepción de la Virgen María, se transportaba en una carreta hacia el norte Argentino. Un esclavo negro llamado Manuel fue colocado por María en escena desde el primer minuto: cuando la carreta no quiso moverse de su sitio en las cercanías del Río Luján, se quedaron en el lugar dos personas: María y el negro Manuel. Hermosas historias entre la Reina del Cielo y su fiel servidor se dieron entonces: Ella se desplazaba milagrosamente por kilómetros cuando querían separarla de él, mostrando claramente Su Voluntad de volver junto a su amado Manuel. También sus vestidos aparecían de mañana llenos de abrojos y barro, ya que Ella iba a recorrer los campos en búsqueda de los pecadores.

El negro Manuel, con su santidad y humildad, es una luz que llama al pueblo Argentino. María buscó en él a Su amado servidor: esclavo, humilde, sencillo, trabajador, alegre, un buen siervo de Dios. ¿Acaso no constituye Manuel un verdadero prócer de la historia del Río de la Plata, no reconocido por los libros pero si por la propia Madre de Dios?.Imitar a Manuel, pedir su ayuda, difundir su existencia: son todas acciones que agradan a nuestra amada Madre.

El milagro se difundió rápidamente, y fue multiplicándose en más milagros que a su vez atraían a una mayor devoción de la naciente Virgen de Luján. Fue entonces que la caridad de una rica mujer del lugar se unió a la santa humildad del negro Manuel, y juntos dieron inicio a la expansión de la obra del Cielo: la ciudad de Luján nació bajo el Manto de María, y aún hoy bajo Su Manto cobija el amor y el dolor de los Argentinos.

Con los siglos, la surgiente patria Argentina se nutrió de la devoción por la Virgen de Luján: la creación de la bandera nacional tiene innegables raíces en los colores del Manto de María allí, a través de su creador Manuel Belgrano, así como fue fuente de apoyo para el libertador del cono sur, el General José de San Martín.

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Muchas historias de milagros y epopeyas históricas se mezclan en Luján, a través del tiempo. Hasta el Martín Fierro, poema de las pampas por excelencia, se refiere a la Virgencita mediadora e intercesora de gracias. Muchos han visitado estas tierras y dejado su legado de amor, como el Beato Don Orione, ya que Luján ha sido siempre punto de apoyo en este suelo bendecido por María, declarada Patrona de Argentina, Paraguay e Uruguay. Juan Pablo II finalmente dio su toque definitivo al Santuario, con su visita y oración profundamente Mariana.

Argentina tiene en sus raíces a la Virgen de Luján, y en sus ramas a María del Rosario de San Nicolás. Se puede decir sin miedo a equivocarse que la propia Madre de Dios marcó con su sello inconfundible la creación de esta Nación, y su historia actual también. Para los argentinos, es tiempo de volver los ojos a la mirada Misericordiosa de la Reina del Cielo, Virgen gauchita y guapa, para suplicarle su ayuda urgente.

Virgencita de Luján, andadora de caminos,
danos la humildad del negrito Manuel,
verdadero prócer de esta patria.

Danos honestidad en nuestros corazones,
y sinceridad y caridad en nuestras acciones
haciéndonos esclavos de Tu Hijo Amado.

Ayúdanos a reconocerte en nuestro origen
como verdadera Madre de esta Nación,
bajo Tu Manto, que es nuestra bandera.

Danos amor por el trabajo honesto,
recordando a nuestros padres
que trabajaron esta tierra bendita.

Santa Madre de Dios
ayúdanos a encontrar la unión,
la unión en el amor a Dios.

Virgencita gaucha, danos a Tu Hijo Jesús
intercede ante El para que Luján brille
esperando el glorioso día de Su vuelta.

Agradecemos a todos aquellos, conocidos o desconocidos, que han colaborado en la elaboracion de este trabajo. Con la intercesión del negrito Manuel, unidos en el amor a la Virgencita de Lujan y por amor a Cristo.

El Momento

El año 1630, exactamente cien años después del majestuoso milagro de Guadalupe, marca una vez más el deseo de María de evangelizar en forma temprana a la joven América. Buenos Aires era entonces un puerto dedicado básicamente al contrabando, mientras gran parte del contacto con Europa se daba desde el Virreinato del Perú, viajando por tierra en carreta. Es por este motivo que las ciudades más antiguas de la Argentina están al norte del país, como es el caso de Santiago del Estero. Todos estos datos juegan un papel importante en el milagro de Luján: tenemos una finca en Santiago del Estero perteneciente a un hacendado que compraba mercadería para la capilla que allí construía, también un barco practicando contrabando en el puerto de Buenos Aires, un grupo de carretas que inician un viaje entre Buenos Aires y Santiago del Estero. Todo se desarrolla en el ambiente colonial que caracterizó a la fundación de la Argentina.

María obra en silencio, en lo pequeño. Pero al descubrir los detalles del milagro de Luján, se comprende que la influencia Mariana en la creación de la Argentina marcó el corazón de este país, como Guadalupe lo hizo con México.

¿El lugar?

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El sitio se encuentra a unos cincuenta kilómetros al norte de la Ciudad de Buenos Aires. Pero en realidad se deben marcar dos lugares en relación con el milagro: el verdadero sitio donde María manifestó su voluntad de quedarse sigue siendo hoy en día un área de campo ubicada junto al Río Luján, en las cercanías de la actual localidad de Villa Rosa, partido de Pilar. La imagen de María fue trasladada algunos años después a la casa de doña Ana Matos, en la actual ciudad de Luján, a varios kilómetros del lugar del milagro. Sin embargo, en ese sitio también junto al Río Luján, no había más que la casa de la señora Ana Matos. La actual ciudad de Luján y los diversos templos que se fueron construyendo para María, hasta concluir en la magnifica basílica actual, surgieron exclusivamente como resultado de los milagros que la imagen producía. María atrajo con sus milagros el afincamiento de los que querían vivir cerca de la Madre Celestial.

Doce millones de personas viven en la ciudad de Buenos Aires, cercana a Luján. Veinte millones de personas viven en la ciudad de México, cercana al templo Guadalupano. María anticipó por siglos en ambos casos, el surgimiento de importantes concentraciones de almas. ¿O es que las almas se concentraron alrededor de María?. ¡Es importante que meditemos sobre la influencia Mariana en el surgimiento de América!

El eje del milagro: el negro Manuel

Increíblemente se conoce muy poco sobre el milagro de Luján, a pesar de la enorme popularidad de la Advocación de la Virgen de Luján en la región. Pero lo mas sorprendente es que se desconoce que así como en Guadalupe hubo un Juan Diego (¡ahora San Juan Diego!), hubo también un negro llamado Manuel en Luján. Este fiel hombre de Dios, esclavo de los hombres, entregó voluntariamente su esclavitud a María.

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El negro Manuel nació en 1604 en Cabo Verde (ciudad hoy llamada Dakar), zona tórrida y occidental de África, y en ese tiempo colonia portuguesa. A los 25 años, cuando Manuel gozaba de su plena libertad, fue apresado en un reclutamiento de negros llevado a cabo a finales del año 1629 por mercaderes sin conciencia y al margen de toda ley, y conducido a las naves ancladas en el puerto de Cabo Verde, para ser vendido como esclavo en el Brasil. Llegó al puerto de Pernambuco después de una travesía de 30 días. Al atracar la nave los negros fueron llevados a la plaza pública, y allí puestos a la venta. Un capitán de navío llamado Andrea Juan lo compró para su servicio. Dotado de una clara inteligencia y de un corazón humilde, aprendió muy pronto las verdades de la Fe y fue bautizado quizás entre los días de Navidad y Año Nuevo, y a los pocos días recibió la comunión. Como era de corazón ingenuo y de alma pura e inocente, todas las cosas de la religión le producían una gran impresión.

El negro Manuel deja Brasil en enero de 1630 rumbo al Puerto de Santa María de los Buenos Aires, en el barco del capitán Andrea Juan. El llevaba en su barco dos imágenes de la Virgen María para su amigo Antonio Farías de Sáa.

¿Le resulta familiar este hecho?. Claro: una de las dos imágenes es la del milagro. Veamos como María empieza a unir las piezas de su obra.

¿Cómo llegó la imagen a Argentina?

Carreta Virgen de Luján

En el año 1630 España y Portugal vivían bajo una misma corona, por lo que el comercio entre las colonias de ambas naciones tenía un nivel de actividad inusual. Un portugués llamado Farías de Saa tenia una estancia en la localidad de Sumampa, en Santiago del Estero, al norte de Argentina. Allí estaba construyendo una capilla para la que consideró oportuno comprar una imagen de la Concepción de la Virgen María. Portugués de origen, Farías sabía muy bien de la reputación artística de los artesanos brasileños. Como era amigo del capitán Andrea Juan (el mismo que había comprado al negro Manuel), a éste le solicitó le traiga desde Brasil la imagen de María. El pedido de la imagen debió formularse a mediados de julio de 1629, pues en esos días se hallaba el piloto Andrea Juan en el puerto de Buenos Aires, y estaba por zarpar a Pernambuco, Brasil. El marino cumplió el encargo y le trajo no una, sino dos imágenes de Nuestra Señora, una bajo la advocación de la Concepción, y la otra de la Madre de Dios, con el Niño en sus brazos. Las imágenes fueron hechas en Brasil, en el valle de Paraíba, en la ciudad de San Pablo.

Andrea Juan, capitán del barco, llega a Buenos Aires a fines de marzo de 1630 con las imágenes de María y el negro Manuel a bordo. Fue entonces que tuvo inconvenientes por ser contrabandista, como era común en esta época. Su amigo Bernabé González Filiano sale entonces ante las autoridades en su ayuda, haciéndose cargo de la deuda. El marino portugués, en agradecimiento y pago, le entrega a Filiano a su esclavo: el negro Manuel. El nuevo amo y dueño del pobre negrito manda enseguida a Manuel a su estancia de Luján, para mayor seguridad y evitarse complicaciones, ya que el pobre esclavo carecía totalmente de documentación.

Las imágenes parten hacia el norte Argentino

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Acondicionadas las imágenes de la Madre de Dios en dos cajones, en el mes de mayo de 1630 fueron subidas a una carreta y emprendieron viaje al Norte por el camino real. Al llegar a las orillas del río Luján se detuvieron los troperos para pasar la primera noche del viaje, en la estancia de Don Tomás Rosendo Oramas. Se ha documentado perfectamente quién era Tomás Rosendo y dónde tenía su estancia, junto al río Luján, muy cerca del camino real. Hay que ubicar la estancia a la altura del pueblo llamado actualmente Villa Rosa, en un paraje denominado Zelaya, en el partido de Pilar.

El escenario estaba listo: la imagen estaba en el lugar indicado, el negro Manuel estaba allí, sólo faltaba el milagro para indicar la voluntad de María.

Imágenes de la Réplica de la Capilla en Zelaya

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Réplica de la Primera Capilla en Zelaya1

¡El Milagro!

A la madrugada siguiente, una clara mañana de inicios de mayo, al intentar proseguir la marcha los bueyes no pueden mover el carro. Los bueyes por más que tiraban no podían moverlo un paso. Admirados de la novedad, los pobladores preguntaron al conductor qué cosa cargaba en la carreta, a lo que respondió que era la misma carga de los días precedentes, y añadió: “Vienen aquí también dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para la Capilla nueva de Sumampa”.

Conversando sobre tan extraña novedad, se supone que el negro Manuel, movido por la gracia de Dios dijo: “Señor, saque del carretón uno de los cajones, y observemos si camina”. Así se hizo, pero en vano. “Cambien los cajones, veamos si hay en esto algún misterio”, replicó Manuel. Los bueyes insinuaron moverse en cuanto se bajó esa caja del carro. Entonces, pensando que todo estaba resuelto, la volvieron a subir. El resultado: el carruaje volvió a quedarse como estacado al piso. Cuando volvieron a bajar la caja, los bueyes se movieron sin dificultad alguna. Dijo entonces el negro Manuel: “Esto indica que la imagen de la Virgen encerrada en este cajón debe quedarse aquí”. Abrieron el cajón y encontraron una bella imagen de la Virgen en su advocación de la Purísima Concepción.

Imagen de la Virgen que continuó hacia Sumampa

De inmediato los arrieros la veneraron y luego, en devota procesión, llevaron la imagen a la casa de la estancia de Rosendo donde sus dueños le levantaron un humilde altar. Desde luego los arrieros entendieron que era una particular disposición del Cielo que la imagen de la Virgen encerrada en tal cajón se quedase en aquel paraje, como en efecto se quedó. La otra imagen prosiguió viaje a su destino en Sumampa, donde se la consagró en la capilla de la estancia de Farías de Saa, en Santiago del Estero.

Desde ese día, en lo más intimo del alma del negrito Manuel se formó una unión firme e indeleble entre su corazón y el Inmaculado Corazón de la Virgen. Dios dispuso entonces consagrar al negro Manuel al culto de la milagrosa imagen dejándolo en casa de Rosendo Oramas, ya que en él se manifestaban señales evidentes de su filial amor, respeto y veneración. El se quedó allí para servirla con prolijidad y esmero.

Como María le dijo al ángel en el día de la anunciación: “Yo soy la esclava del Señor”, así Manuel transformó su real esclavitud en este mundo, en una voluntaria y Divina esclavitud, entregada a la Madre de Dios. Y Ella se sirvió de él para fundar una devoción que cambió los corazones de muchas generaciones de americanos. ¡María presentó ese día el alma del pobre negrito a su Hijo Jesús, para gloria del Cielo todo!

La devoción inicial a María

La familia de Don Rosendo entendió desde un principio lo que ocurría allí, por lo que rápidamente decidieron construir un lugar de veneración de la imagen. La Capilla de la Virgen estaría lista a mediados de 1633 y se abriría a numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que la Virgen Santísima dispensaba a sus devotos. Su construcción sería muy rústica y no pasaría de un modesto rancho, con paredes de barro, techo de paja y piso natural de tierra, y por todo lujo un revoque de blanqueo. El pequeño altar tendría una sencillez primitiva y un poco más arriba estaría colocada la Santa Imagen. El lugar era conocido como La Capilla o Ermita de Rosendo. Y Rosendo dedicó al negro Manuel al culto de la imagen, quien cuidaba de la lámpara de la Señora, que incesantemente ardía. Manuel dedicaba su vida al cuidado en el aseo y decencia de su altarcito: él nunca dejaba a su Imagen sin luz ardiente. A Ella había sido donado como esclavo, y él entendía perfectamente lo que importaba tal donación, y se reconocía como verdadero y exclusivo esclavo de la Virgen.

Durante estos primeros años fueron muchos los peregrinos que acudieron al lugar de veneración, atraídos no sólo por el milagro inicial que hizo quedar la imagen allí, sino también por la gran cantidad de curaciones que se daban entre los visitantes. La fama se extendía, haciendo que el lugar quedase incómodo para las romerías que venían desde Buenos Aires a pedir ayuda y orar a María.

El milagro del primer traslado de la imagen

El heredero de la propiedad de Rosendo, deseoso de remediar la necesidad de dar albergue a los peregrinos y que aumentasen los cultos a la Virgen, aceptó vender la misma a una devota dama cordobesa, que pasó a tener un papel fundamental en esta historia: Doña Ana de Matos. En el año 1671 se concretó la compra y traspaso de la Santa Imagen de la Concepción desde su antigua ermita hasta la casa de Doña Ana. Testifica la ilustre dama: “La santa Imagen de la Limpia Concepción haberla adquirido por dinero de mano del Maestro Juan de Oramas”. El administrador de los bienes del difunto Rosendo era Juan de Oramas, heredero de la familia, quien realizó la venta a Doña Ana. Inicialmente se trasladó la imagen dejando al negro Manuel en la estancia de Rosendo, desconociéndose el motivo por el que se separó a Manuel de quien era su ama.

Lo concreto es que cuando Doña Ana fue a buscar a la Virgen a la mañana siguiente al dormitorio de su casa donde la había instalado, se encontró con la sorpresa de que no estaba allí. Desesperada por no poder encontrar a tan preciado tesoro, y luego de revolver cielo y tierra, se dirige desconsolada a la Estancia de Rosendo, donde encuentra la imagen en el viejo altar. Vuelve entonces a llevar la imagen a su casa, y la vigilan con más cuidado esta vez. Y María vuelve a traslocarse milagrosamente, desapareciendo de allí para aparecer a varios kilómetros del lugar, en su antiguo altar otra vez. Doña Ana Matos comprende entonces que algo no agrada a María y decide realizar una procesión formal para trasladar a la imagen. El traslado se cumplió seguramente en las proximidades del 8 de diciembre de 1671, como preparación de una nueva celebración de la fiesta de la Purísima Concepción, y con la presencia del Obispo y el Gobernador.

¡Y esta vez María se quedó en su nueva casa!. Pero probablemente el motivo fue otro: fue que en esta oportunidad se llevó al negro Manuel con Ella, al que nunca se debió separar de Su lado. El traslado de Manuel no fue simple: si bien él no tenía papeles, el Maestro Juan Oramas consideraba que pertenecía a la herencia recibida del difunto Bernabé Filiano, por lo que su familia se negaba a entregarlo. De hecho, Manuel había sido legado como esclavo a una joven integrante de la familia de Rosendo. El pobre negrito se defendía diciendo: “Yo soy de la Virgen, no más. El conductor de las Santas imágenes, Andrea Juan, me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima”. Finalmente fue Doña Ana Matos quien, junto a vecinos de la zona, compró a Manuel a la familia Oramas para poder mantener la unión que María tan claramente había ordenado.

La inocente simplicidad de Manuel era tal que algunas veces trataba a la Virgen con mucha familiaridad. Habiéndose ya construido el pequeño oratorio contiguo a la casa de Ana de Matos, y estando ya colocada en su nicho la Imagen, observaba el negro Manuel que algunas noches faltaba Ella del nicho. Y que por la mañana la encontraba en él, pero muchas veces llena de rocío y otras con el manto lleno de abrojos o barro. En estas ocasiones él le decía: “Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualesquiera necesidad siendo tan poderosa?. ¿Y, cómo Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando veis que os tratan mal?”

Nacimiento de la Ciudad de Luján

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Por cierto que el nuevo lugar de residencia de la imagen, la casa de Doña Ana de Matos, quedaba en lo que actualmente es la Ciudad de Luján. Pero nada de ello existía en ese momento, ya que la ciudad surgió como resultado directo de la devoción a María allí. Y todo se inicia en el año 1682. El 2 de octubre Doña Ana dona tierras a la Virgen de Luján en estos términos: “Porque tengo mucho amor a la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción y a su Santa Imagen hago gracia y donación a dicha Santa Imagen de todo el sitio que necesitare para la construcción de su Capilla, con más una cuadra de sitio en contorno de ella”. Ana de Matos hace la donación con la condición de que dicha Imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras y en caso contrario queda anulada la donación, debiendo ser entregada la Imagen a los herederos, por haberla ella adquirido con su dinero.

Con esta donación Ana de Matos convertía realmente en oficial y pública la Capilla de Nuestra Señora, al pasar al dominio de la Iglesia y a sus autoridades la posesión de ese lugar sagrado, y también con esa entrega daba origen y fundamento a la verdadera fundación de la actual Ciudad de Luján.

El negro Manuel muestra signos de santidad

Uno de los más famosos milagros obrados por la Virgen a través del negro Manuel y seguramente el más celebrado fue la curación del Padre Pedro Montalbo. Sucedió en el año 1684: el Padre Montalbo enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos que en poco tiempo lo redujeron a tísico confirmado. Y viéndose él así, afligido fue en un carretón a hacer una novena a la Virgen de Luján en los días de su fiesta patronal. Cuando estaba como a una legua de Luján tuvo un accidente que lo dejó medio muerto, y así llegó a las puertas de la capilla. Salió el negro Manuel y ungiéndole el pecho con el aceite de la lámpara de la Virgen, volvió en sí. Mientras tiernamente lo consolaba, le decía el negrito Manuel: “La Virgen Santísima lo quiere para que sea su Capellán”. Así surgió el primer Capellán de María en Luján.

Con el proyecto de levantar un templo más digno de la veneración que merecía la Virgen, el negro Manuel acumulaba las ofrendas que traían los devotos peregrinos y andaba por las estancias y aun por los pagos distantes, pidiendo limosnas para la construcción del Santuario. A su muerte se le hallaron $14.000 de las limosnas, que los devotos le habían entregado. El negro Manuel, respetado por todos como un patriarca, reunía en la ermita a todos los peregrinos y rezaba junto con ellos el Santo Rosario. Luego, en un lenguaje lleno de humilde simplicidad, daba a entender a los peregrinos que venían atraídos por los favores que obraba la Virgen, que pusiesen toda su confianza en Ella. Que teniéndola por intercesora con su Divino Hijo, seguros alcanzarían las gracias que necesitaran. Y cuando todos se retiraban, el negro Manuel se quedaba orando sólo hasta altas horas de la noche. Manuel continuó con su servicio a María hasta la ancianidad. Hallándose en la última enfermedad dijo un día a los presentes: “Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria”.

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Y en efecto, así sucedió. Su muerte sucedió en 1686, en el día que había dicho, y se puede creer que se verificó por entero su profecía: su alma bendita fue llevada al Cielo para poder gozar allí de la Virgen María, cuya venerable imagen tanto había amado y cuidado en la tierra. Murió en olor de santidad, por cuyo motivo es tradición que su cuerpo fue sepultado detrás del altar Mayor del Santuario del Capellán Montalbo, descansando a los pies de su Ama.

De este modo el negro Manuel nos reveló, como otras veces, que María se comunicaba con él. No nos debe sorprender este don concedido a su alma, ya que siempre sucede de este modo con quienes aman a Dios hasta el límite.

El es un pilar de la fundación de la Argentina, ya que fue el siervo de la Madre de la Patria. Desconocido por la gente de estos tiempos, su alma nos pide desde el Cielo que tomemos su ejemplo de humildad y sabia esclavitud entregada a la Madre Celestial. La enseñanza que este pobre esclavo nos deja debe ser la fundación sobre la que se construya el renacer de la nueva Argentina: la entrega total a la Madre de Dios, para que Ella interceda por el pueblo ante su Hijo Amado, Jesucristo.

Milagros después de su muerte

La fama de santidad y de gran siervo de Dios que el negro Manuel dejó en su muerte se mantuvo en el tiempo. Cuando Don Juan de Lezica había sido encargado por Doña Ana para la construcción del nuevo templo de Luján, aproximadamente en el año 1757, tuvo problemas por la falta de arena gruesa, de tal modo que la obra se veía retrasada. En esta situación un negro, que sin dudas fue Manuel, se le apareció y le aseguró que a pocos pasos de allí había arena en un campo. La halló Juan de Lezica en el lugar señalado, que jamás nadie había sabido que existiese. El hallazgo se tuvo por milagroso, ya que todos sabían que el negro Manuel no podía estar ajeno a la obra del nuevo Templo.

Donde está la humildad y la rectitud de intención, allí también están la sabiduría y la santidad. Testigo de esta verdad es el negrito Manuel, cuya obra sobrevive siempre atractiva y joven en la historia de Luján. Aprendamos del negro Manuel la materna esclavitud de amor por la que se hace ofrenda de toda nuestra persona y de todos nuestros bienes a María, y por Ella a Jesucristo, aprendiendo a Marianizar toda nuestra vida haciendo todo por María, con María, en María y para María, para ser y hacer todo por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.

Los primeros años de crecimiento de Luján

En 1685 el Padre Montalbo impuso óleo y crisma a varios creyentes en el lugar. Seguramente esto se cumplió en la Capilla de Luján (entonces en construcción), o también en los ranchos del campo. En 1730 se eleva el pedido de que Luján fuese elevada a Parroquia. Se enumeran entonces 114 estancias, cantidad considerable al relacionarla con la lejanía de la Capital. Es un dato más que nos muestra que el culto a Nuestra Señora de Luján congregaba mucha gente en el lugar, verdadero motivo de nacimiento y desarrollo de la ciudad. Finalmente en este importante año de 1730 se crea la Parroquia de Luján. El 8 de diciembre de 1763 se produce el traslado de la imagen al nuevo templo, conocido como Templo de Lezica y Torrezuri.

De este modo creció la devoción a María en Luján, hasta transformarla en el centro de Cristiandad mas importante de la región. Nada detuvo el impulso inicial que la Madre de Dios marcó junto al Río Luján: ¡Quedarse en estas tierras!

Luján: origen indudable de la bandera Argentina

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Mucho se ha dicho sobre el origen de los colores de la bandera Argentina. Se dice que su creador, el General Manuel Belgrano, se inspiró en los colores del cielo para imprimir el azul/celeste y blanco que la caracteriza. Sin embargo, otra es la verdad: los colores de la bandera Argentina fueron tomados de los colores de María de Luján. Lo confirman muchos testimonios escritos, como por ejemplo los textos del historiador Aníbal Rottjer: “El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján y presidente de su Cabildo, dijo: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján de quien era ferviente devoto. Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados historiadores”. El mismo autor dice: “Después de implorar el auxilio de la Virgen, y usando como distintivo de reconocimiento los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas al cuello, una azul y otra banca, y que llaman de la medida de la Virgen, porque cada una de ella medía 40 cm, que era la altura de la imagen de la Virgen de Luján”. O también “al fundarse el Consulado en 1794, quiso Manuel Belgrano que su patrona fuese la Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera de la dicha institución constaba de los colores azul y blanco. Al fundar Belgrano en 1812 el pabellón nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones distintas de las que tuvo en 1794?”. El Padre Jorge Salvaire no conocía estos detalles y sin embargo afirma que “con indecible emoción cuentan no pocos ancianos que al dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria los colores blanco y azul celeste, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto”.

Manuel Belgrano, que había concurrido a Luján en 1812 con su ejército a visitar a María y rezar el Rosario allí con sus soldados, ofrece a la Virgen en 1813 dos banderas tomadas al enemigo en la batalla de Salta. El 27 de mayo se leyó en la sesión del Cabildo de Luján el siguiente oficio: “Remito a Usía dos banderas de división, que en la acción del 20 de febrero se arrancaron de las manos de los enemigos, a fin de que se sirva presentarlas a los pies de Nuestra Señora, a nombre del Ejército de mi mando, en el Templo de ésa, para que se haga notorio el reconocimiento en que mis hermanos de armas y yo estamos a los beneficios que el Todopoderoso nos ha dispensado por su mediación; y exciten con su vista la devoción de los fieles para que siga concediéndonos sus gracias. Dios guarde a Usía muchos años. Jujuy, 3 de mayo de 1813. Manuel Belgrano. Al Sr. Presidente, Justicia y Regimiento del Muy Ilustre Cabildo de la Villa de Luján”.

Cumplidos todos los trámites oficiales y notificaciones debidas, las banderas fueron colocadas en función solemne ante la Santísima Virgen de Luján el sábado 1 de julio de 1813.

Luego de conocer estos hechos históricos que nos revelan que la bandera Argentina procede directamente del Manto de la Madre de Dios, debemos comprender que Dios no se aparta de la historia de las naciones. Somos los hombres los que nos apartamos de Dios, pese a Su insistencia en ayudarnos. En este caso, por intercesión de Su amorosa Madre.

Luján, cuna de la Patria Argentina

En mayo de 1818, cuando el general San Martín visitó la villa y el santuario de Luján, venía cubierto con los laureles de la reciente victoria de Maipú, y en viaje de Chile a Buenos Aires con el propósito de obtener recursos para proseguir la campaña del Perú. Con qué alegría debió contemplar allí los gloriosos trofeos de la batalla de Salta, enviados por el general Belgrano desde Jujuy en 1813. En marzo de 1820 visita Manuel Belgrano, ya enfermo, por última vez el Santuario de Luján. El nunca dejó de agradecer a su protectora. Y En el año 1823 vuelve el general José de San Martín a visitar el Santuario de Luján. Había terminado su gigantesca empresa, asegurando la libertad de Chile y el Perú. San Martín, que había consagrado el ejército de los andes a la Virgen María en Mendoza, encuentra también en Luján las raíces que lo impulsan a amar el suelo Argentino.

El Martín Fierro, poema gauchesco que resume la esencia de la verdadera argentinidad, pone en alto la entrega del hombre de las pampas a la Madre de Dios, cuando las cosas no están para nada bien:

Si me salva
la Virgen de este apuro
en adelante le juro,
ser más güeno que una malva.

¿Acaso no estamos hoy en una situación similar a la que el Martín Fierro describe en esta memorable estrofa?. El pueblo Argentino (lo decimos como argentinos que somos) debe buscar en sus raíces Marianas el fruto de humildad y entrega que lo conduzca nuevamente a la senda del bien y del amor filial. Que la Virgen de Luján nos ilumine en este difícil camino que tenemos por delante.

Milagro en Mendoza

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En 1832 un malón de 2000 indios se había propuesto llegar a la ciudad de Mendoza. Cuando los indios se encontraban a la orilla del río Mendoza a las dos de la mañana esperando la hora oportuna para atacar, se enfermó la esposa del Juez del lugar. Ante la gravedad del estado de la señora fue necesario buscar a una mujer médica que vivía en la orilla del río. Por este motivo, el gendarme que fue a la casa de la médica vio a los indios y dio parte inmediatamente a su jefe, quien en el acto mandó avisar a todos los vecinos. Muchos huyeron a la Ciudad, pero el resto (principalmente mujeres y niños) se concentraron en la Iglesia del lugar, dedicada a Nuestra Señora de Luján. El pobre vecindario clamó a la compasiva Señora del Cielo y Ella los atendió. Los indios huyeron despavoridos: jamás se supo cuál fue la causa de su fuga. Lo cierto es que desapareció el peligro y el pueblo reconoció en su Patrona a la autora del prodigio y salió del templo confesando a voces, entre lágrimas y sollozos, que “la Virgen de Luján los había salvado”. La Virgen había salvado en esta ocasión a la incipiente Villa que se formaba alrededor de su Capilla y también de manera tan oportuna a la ciudad capital de Mendoza.

El impulso del Padre Jorge Salvaire

Un sacerdote francés, el Padre Salvaire, fue impulsor incansable del Santuario de Luján, a tal punto que la Basílica actual es conocida como la Basílica de Salvaire. ¿Que lo impulsó a tan grande obra?. Un milagro de María, ni más ni menos.

Sucedió a fines de 1875, cuando Salvaire tenía 28 años. Este es un relato de época: “Era en el sur de la provincia de Buenos Aires. Los indios recorrían todavía como dueños la Pampa estéril. El alba alumbraba tristemente una toldería escondida en el fondo de una de las ondulaciones de la inmensa llanura. En el campamento, la noche había sido una larga orgía, preludio de la ejecución de un prisionero. La víctima, que era un modesto sacerdote francés, había pasado la noche en oración. Cuando el día amaneció, la chusma, aquella hez de las tolderías, vino a insultar los últimos momentos del condenado. En primera línea una banda de viejas arpías se distinguían por su violencia, la crudeza de sus injurias, y en medio de sus imprecaciones excitaban a los guerreros a horadar con sus lanzas aquel perro cristiano. El joven sacerdote, de rodillas, oraba. No desesperaba. En los momentos que todo parece perdido, el hombre encuentra siempre en un rincón del corazón un rayo de esperanza. Muy débil era este rayo en el prisionero, pero la fe lo animaba.

Las vociferaciones de la chusma aumentaban a cada momento. La hora suprema había llegado. Él lo comprendió. Echó una mirada hacia el pasado que se le apareció en cuadros llenos de amargura a causa de su mismo encanto. Volvió a ver a Francia, a su aldea, a su viejo padre enorgullecido por su elevación al sacerdocio y llorando por su partida. Recorrió durante algunos momentos sus últimas etapas a través del nuevo país que él había venido a evangelizar. Su espíritu se detuvo admirado al pensar en la última plegaria que había dirigido al pie de los altares en una modesta Capilla dedicada a la Madre de Dios. Era apenas la víspera, en que había visitado el Santuario de Luján. Rezaba allí con fervor por el buen éxito de su viaje. Vuelve a hallar este fervor en el medio del peligro y dirigiéndose a la Consoladora de los afligidos hizo el voto, si Ella alejara de él el martirio inútil que le amenazaba, de propagar su culto y de consagrar su vida a transformar en un templo digno de Ella el modesto oratorio en donde se había arrodillado.

¿Por qué la rabia de los indios se había desencadenado contra este misionero de paz? Una espantosa plaga, la viruela, azotaba la tribu y esa gente acusaba al sacerdote de haber traído el mal. Era menester matarlo y arrojar sus cenizas al viento a fin de conjurar el maleficio. Los gritos, la carrera loca de los jinetes había cesado. Sacaron la suerte y los cuatro guerreros designados para horadar a la víctima con sus lanzas subieron pronto a caballo. Los pusieron luego en movimiento en un círculo que debía ir poco a poco estrechándose, hasta que pudiesen golpear al condenado. En aquel momento, un joven indio llegaba al campamento. Se acercó al sacerdote, lo miró con un movimiento rápido, arrojándole su poncho sobre la cabeza le gritó: Cúbrete, cristiano, y no vayas a morir de miedo.

El sacerdote repetía casi maquinalmente su voto: ¡Salvadme, Santa Madre!. Si por vuestra gracia todopoderosa escapo de la muerte, mi vida será consagrada a levantar vuestro Santuario y propagar el culto de vuestro bendito Nombre. El poncho había caído sobre él y su pesado tejido grueso le pareció una coraza que venía a protegerlo. La hendidura del pocho se hallaba precisamente sobre su cara, la entreabrió a fin de respirar y apercibió a los guerreros terriblemente excitados continuando su carrera furibundos. Pero más allá frente al Cacique, estaba un joven de grande estatura que le hablaba. Sus ademanes elocuentes como los de todos los guerreros pampeanos indicaban que él abogaba calurosamente. El Cacique dio una señal. El galope cesó. El joven se acercó al misionero y quitándole el poncho le dijo: Levántate, hermano, estás salvado.

El padre Salvaire, a quien desde entonces llamaron familiarmente el padre Salvado, reconoció al indio que había intercedido por él y que era el hijo del Cacique. Ese joven, tiempo antes había sido preso por las tropas nacionales y debía ser fusilado cuando el padre Salvaire obtuvo su perdón. El joven acababa de pagar su deuda de agradecimiento”.

El Padre Salvaire dedicó a partir de entonces su vida a promover en Argentina y en el Vaticano la obra de María en Luján. Y como era un historiador, publicó en 1885 su “Historia de Nuestra Señora de Luján, su Origen, su Santuario, Su Villa, sus milagros y su culto”. Su obra alcanzó enorme prestigio, de tal modo que Luján alcanzó desde entonces tanta fama que cruzó las fronteras y fue conocida la historia de la Virgen Bendita del Plata en todo el mundo católico.

El Beato Luis Orione en Luján

El 16 de noviembre de 1921 visita por primera vez el Santuario y reza allí la Santa Misa Don Luis Orione, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y hoy elevado a Beato por Juan Pablo II. Pocas semanas antes de esta fecha Monseñor Maurilio Silvani había rogado su presencia en el País, y Don Orione aceptando la invitación escribía:

“Estaré presente en la peregrinación a Luján. Allí, a los pies de la Virgen, comenzará la misión de los Hijos de la Divina Providencia en la Argentina”.

Don Orione en las visitas que hizo a nuestro país visitó varias veces el Santuario. El 11 de noviembre de 1934 predicó en la gran peregrinación italiana, y el 13 de abril de 1935 celebró ante la Santísima Virgen de Luján el 40º aniversario de su ordenación sacerdotal.

Don Orione ha sido especial para la Argentina, no sólo por sus visitas, sino también porque dejó un legado de caridad y amor que perdura.

Juan Pablo II y la Virgen de Luján

El viernes 13 de noviembre de 1998 el Santo Padre Juan Pablo II acudió a la iglesia nacional argentina en Roma, dedicada a la Virgen de los Dolores, con ocasión de la entronización de la imagen de Nuestra Señora de Luján. La imagen había sido bendecida por él mismo el 11 de noviembre de 1995 durante la última visita ad limina del Episcopado argentino. La imagen de la Virgen fue llevada en procesión desde el altar a través de la nave central, hasta la capilla donde ha quedado expuesta a la veneración de los fieles. En la homilía, el Santo Padre dijo:

“Virgen de Luján, cuida al pueblo argentino, sosténlo en la defensa de la vida, consuélalo en la tribulación, acompáñalo en la alegría y ayúdalo siempre a elevar la mirada al cielo, donde los colores de su bandera se confunden con los colores de tu manto inmaculado”.

¿Cómo es la imagen de la Virgen de Luján?

Virgen de Luján

El sabio misionero Jorge María Salvaire realiza una minuciosa descripción que data de 1885: “La imagen de Nuestra Señora de Luján es pequeña en altura: mide unos cuarenta centímetros de alto. Sus facciones son menudas, pero bien proporcionadas. El rostro es óvalo. El semblante modesto, grave y al mismo tiempo dulcemente risueño, conciliando a la vez benevolencia con su irresistible atractivo, y respeto con majestad de Reina y gran Señora. La frente es espaciosa; los ojos grandes, claros y azules; la cejas negras y arqueadas; la nariz algo aguileña, la boca pequeña y recogida, los labios iguales y encarnados cual rosa, las mejillas sonrosadas. Mira un tanto hacia la derecha. El color del rostro aunque muy agraciado, es un tanto amorenado. Tiene sus delicadas manos, asimismo bien formadas, juntas y arrimadas al pecho, en ademán o movimiento de quien humildemente ora. El ropaje de la talla se compone de un manto de color azul, hoy muy amortiguado, sembrado de estrellas blancas; debajo de dicho manto aparece una túnica de color encarnado, aunque en el día igualmente muy amortiguado. Los pies de la Santa Imagen descansan sobre unas nubes, desde las cuales emerge la media luna, que tradicionalmente se pone debajo de las plantas de la Virgen Inmaculada, y luego como jugueteando inocentemente entre aquellas nubes, descuellan cuatro graciosas cabecitas de querubines, con sus pequeñas alas desplegadas de color ígneo. Finalmente, diremos que la materia con que ha sido fabricada la Santa Imagen es de arcilla cocida. En resumidas cuentas, no es, debemos confesarlo, la antigua Imagen de nuestra Señora de Luján, una obra de arte; en cuanto a la materia, nada apreciable es, y por lo que mira a la hechura, no se puede, a la verdad , mentar entre las Imágenes notables. Preciosa es empero, sobre toda ponderación, por los innumerables y admirables portentos que, por su intercesión, obró incesantemente la divina misericordia, por los piadosos recuerdos que su sola vista despierta, y por la veneración tan entrañable que le profesaron nuestros padres.”

Es de hacer notar que esta descripción corresponde a la estatuilla original. La misma ha sido cubierta con gran cantidad de vestimentas y ornamentos, que configuran la imagen que conocemos popularmente. Se ha vestido a la humilde María de terracota, para darle un aspecto de Reina, aunque Ella en lo profundo sigue siendo la misma hermosa y humilde mujer de Galilea.

Del milagro inicial a la Basílica de Luján

En el año 1677 un fraile carmelita llamado Juan de la Concepción, cumpliendo el deseo de la señora Ana de Matos, mandó edificar una nueva capilla en los terrenos cedidos por la señora. Más tarde, se hizo un nuevo templo en 1754, y finalmente se construyó una solemne basílica, cuyas obras duraron desde el año 1887 al 1930. Cada lugar donde estuvo la Virgen tuvo un nombre como denominación: a la primera ermita se le llamó “la ermita de Rosendo” (la estancia donde se produjo el milagro); a la segunda, “la capilla de Montalbo” (por el nombre del primer Párroco); a la tercera, “el templo de Lezica” (quien fue protagonista del milagro de la arena); y a la última, “la basílica de Salvaire” (por el Padre francés Jorge Salvaire), siendo éste último uno de los templos católicos más grandes y fastuosos de la América Hispana. La corona de la Virgen de Luján lleva tres escudos de las tres repúblicas del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) y de la madre patria, en memoria de los dos siglos de protección que España le dio a este santuario.

La Virgen de Luján Patrona de la Argentina, Uruguay y Paraguay

El 5 de octubre de 1930 dio comienzo la Gran Semana del tricentenario del milagro de Luján y en este día se juró a María de Luján por Patrona de las tres Repúblicas hermanas: Argentina, Uruguay y Paraguay. El Papa Pío XI decretó su Patronazgo el 8 de septiembre, y allí se hallaban presentes casi todos los Obispos de Argentina, Montevideo y Asunción. Finalmente el 6 de octubre se consagró el Santuario de Nuestra Señora, y el 8 de diciembre se la declaró Basílica por gracia del Santo Padre, quedando legitimado el título de Basílica, que el aura popular se había adelantado a darle desde mucho tiempo atrás. Los milagros que se describen de esta advocación Mariana son imposibles de enumerar, y la devoción y el cariño que siente el pueblo argentino por su patrona es incalculable. La basílica ha sido visitada por Papas, reyes y gobernantes de todo el mundo.

El pueblo Argentino peregrina cada año a Luján en multitudes, reza, pide gracias, no olvida a su Patrona. María, desde allí, se enarbola como la insignia que marca el camino a Jesús en el sur de América. Su Presencia centenaria ilumina el deseo de Dios, la Voluntad Divina. María nos llama desde Luján, nos busca, nos coloca bajo Su Manto.

Quizás son tiempos de volver aún más a las fuentes y pedir una vez más que María, desde Luján,

SALVE AL PUEBLO ARGENTINO


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Aparición de la Virgen en Lourdes – Francia https://www.reinadelcielo.org/aparicion-de-la-virgen-en-lourdes-francia/ Sun, 11 Feb 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=54 ]]> En los Pirineos Franceses se presenta en el año 1858 la Madre de Dios a una niña de catorce años, ignorante y carente de formación religiosa. Francia, de este modo, recibió en pocos años tres visitas de la Inmaculada Concepción: La Medalla Milagrosa en París en 1830, La Salette en 1846 y Lourdes en 1858.

Como suele ocurrir en muchas oportunidades, María elige a una niña campesina como testigo, demostrando una vez más que Dios no se interesa por las grandezas del mundo, cuando de enviar a Su Madre se trata. Nunca eligió Ella a príncipes o reyes o grandes dignatarios para dar sus mensajes. Gente sencilla y con el corazón abierto es lo que Dios quiere de este mundo, y es a ellos a quienes dirige a Su Madre.

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Bernardita Soubirous, la testigo de la Presencia Celestial en la Gruta de Massabieille en el pueblo de Lourdes, encontró a una María esplendorosa, que dio vida a un lugar de sanaciones y espiritualidad que llegará a millones de personas con el paso de las décadas. Vestida de blanco, refulgente como el sol, se presentó para confirmar el tercer Dogma Mariano que había sido promulgado por el Papa Pío IX pocos años antes: La Inmaculada Concepción de María. Este hecho nos llena el alma de alegría y da sentido por si solo a la Presencia de la Madre de Dios en Lourdes. Pero María hizo también otros prodigios, como el de hacer surgir una fuente de agua de la roca: esta agua no ha cesado de producir milagros de sanación física hasta hoy en día. Sin embargo, es la sanación espiritual el milagro mas grande de Lourdes: millones de personas concurren cada año a la Gruta en peregrinación, a manifestar su amor por la Madre del Salvador.

La testigo de la aparición siguió su vida luego de las dieciocho apariciones que pudo presenciar en la Gruta de Massabieille: Bernardita Soubirous dio curso a su naciente vocación religiosa, y se ordenó como la Hermana María Bernarda. Sin embargo, triste fue su vida de convento ante la incomprensión de su madre superiora y sus compañeras. Burlada, menospreciada y dejada de lado, supo con humildad entregar todo a la Voluntad del Creador. Enferma desde niña, tuvo un fuerte recrudecimiento de sus enfermedades con el paso del tiempo, hasta morir a los treinta y cinco años en una entrega total a Jesús y María.

La Hermana María Bernarda fue canonizada como Santa Bernardita, ante las evidencias de santidad que tuvo después de las apariciones, y hasta su serena muerte. Su cuerpo fue descubierto incorrupto después de muchos años, fresco como si hubiera muerto ayer. Y así se lo puede admirar en el convento de Nevers donde Bernardita pasó los últimos años de su vida terrenal. ¡Admiremos este prodigio del poder de Dios frente a nosotros, miren el rostro de Bernardita vivo como si hubiera muerto ayer!.

Lourdes es una joya muy importante en el alhajero de Dios: Jesús se lo regala a Su Madre, María Santísima. Es una manifestación Celestial llena de amor, de pureza, de humildad y de entrega a la Voluntad del Creador. ¡Es María en su máxima expresión!.

María, Madre mía, que te presentas a los más humildes envuelta en la Gracia de Tu Hijo. Envuélvenos en Tu Manto, cobíjanos de las impurezas del mundo y danos el calor de tu sonrisa. Haz que ahora, y por siempre, nos entreguemos a tu sencillez, tu silencio, tu humildad y tu confianza infinita en la Mano del Padre. Que el Espíritu Divino que tú recibiste para Gloria de los tiempos pasados, presentes y futuros, descienda sobre nosotros por Tu Sagrada Intercesión.

¡María, Madre mía, en tus brazos nos entregamos!

El momento

La aparición de María en Lourdes, Francia, se produce en el año 1858, veintiocho años después de la aparición de la Medalla Milagrosa (Santa Catalina Laboure en la Rue de Bac, París) y doce años después de la aparición de La Salette (Maximin y Melanie, en los alpes franceses). ¿Por qué tanta sucesión de gracias en Francia, en tan pocos años?. En aquellos años se propagaba desde Francia hacia el mundo una sucesión de doctrinas que ponían el centro en el hombre, alejándolo de Dios. Sectas y sociedades secretas fermentaron bajo los ideales de la revolución francesa, que bajo un aparente manto de buenas intenciones escondió un impulso al alejamiento de Dios, además de un ataque a la Iglesia de Cristo. También fermentaban en aquellas épocas muchas doctrinas incorrectas dentro de la propia iglesia. María vino a advertir de todo esto en esta sucesión de apariciones en suelo galo, a decirnos a los hombres que detengamos nuestro camino plagado de errores, que volvamos a poner a Dios en el centro de nuestras vidas, que no caigamos en doctrinas y filosofías del todo humanas, que solo sirven para ocultar a Dios de la vista del mundo.

Pero en el caso particular de Lourdes, vino a confirmar y agradecer la promulgación del tercer Dogma Mariano: María, la Inmaculada Concepción. Pocos años antes, en 1854, el Papa Pío IX había definido el nuevo dogma, después de siglos de meditación de los teólogos y Papas respecto de tan importante misterio de la obra de Dios. Y María se manifestó a esta pobre niña francesa bajo el titulo de La Inmaculada Concepción. ¡Que sorpresa la de los teólogos cuando esta ignorante niña manifestó un término sólo conocido por unos pocos!.

María nos advierte de los peligros, de nuestros errores, como una Madre que ama a sus hijos desde lo más profundo de su Corazón. Pero también nos felicita, nos incentiva a seguir, cuando hacemos algo correcto. Es una Madre educadora y formadora que se manifiesta cuando el bien de sus niños así lo requiere. En Lourdes vino a decirnos: gracias por tan hermoso regalo, por descubrir una joya tan preciada en el alhajero de la Santísima Trinidad. Madre perfecta y pura, concebida llena de gracia. ¡María, Inmaculada Concepción, sé la alegría del alma mía!

El lugar

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El pequeño pueblo de Lourdes, en las hermosas montañas de los Pirineos Franceses, fue el testigo de la aparición de María a Santa Bernardita de Soubirous. En el siglo XIX Lourdes es una cabeza de partido de más de 4.000 habitantes, entre los cuales hay notarios, abogados, médicos oficiales, pero también obreros, canteros, pizarreros y pequeños artesanos, tales como los molineros. Los diversos cursos de agua que bajaban de las montañas eran utilizados para motorizar la piedra de los molinos harineros que abundaban en el lugar. Los molinos son numerosos, algunos fuera de la ciudad, a lo largo de uno de los riachuelos que mueren en el Gave, como es el Lapacca. Justamente la hija de un molinero fue testigo y protagonista de la Presencia Celestial en el lugar, ya que la primera infancia de Bernardita ocurrió en un molino.

Pero Lourdes también fue un punto en que, al igual que muchos otros lugares de Europa, sufrió la hambruna y miseria que había sido profetizada por la Madre de Dios pocos años antes en la aparición de La Salette. El fracaso de las cosechas de trigo, nueces, papas y las pestes que la miseria trajo al pueblo, no fue ajena al pueblo de Lourdes.

Como suele ocurrir en muchas apariciones, María se presenta a niños humildes e ignorantes en lugares alejados y rurales, como una forma de manifestar su predilección por los mas humildes. Sin dudas que los corazones de muchos habitantes de Lourdes estaban abiertos al mensaje de Dios, preparados por el dolor y sufrimiento que se había abatido sobre sus hogares por aquellos tiempos. Acrisolados por la adversidad, los pobladores se entregaron a las evidencias que Dios puso en sus manos y dieron impulso a una de las apariciones que mas ha cambiado la historia del mundo, siendo actualmente el Santuario mas visitado junto con el de Nuestra Señora de Guadalupe, en México. No restemos méritos al pueblo de Lourdes, ellos hicieron con su fe una llama que iluminó la Presencia de María y dio esperanza a un mundo que se internaba en la oscuridad de doctrinas plagadas de egocentrismo y vanidad humana.

Gracias María, gracias pueblo de Lourdes, gracias Francia por habernos dado, con tu fe, la luz de la Presencia Divina que testimonia la sencillez y humildad que Dios espera de nosotros.

La vidente

Marie Bernard de Soubirous, Santa Bernardita o Santa Bernardette, es la sencilla alma que utilizó Dios para llegar a nosotros. Al igual que Santa Catalina de Laboure (La Medalla Milagrosa) Bernardita estuvo sola en todo momento, fue su testimonio el único soporte de la manifestación celestial que le tocó vivir. En muchas otras apariciones son múltiples los testimonios de los videntes (Fátima, La Salette, Medjugorje), pero en este caso fue ella contra la incredulidad de mucha gente. Es muy difícil para una niña de tan corta edad enfrentar con coraje la resistencia de nuestros corazones incrédulos, pero ella lo hizo apoyada únicamente en su fe inquebrantable y en su sencillez sin limites. ¡Pero no nos olvidemos de su coraje!.

Santa Bernardita nació el 7 de enero de 1844. En su bautismo le pusieron el nombre de Marie Bernard, pero desde pequeña la llamaban por el diminutivo “Bernardette”. Su padre Francisco era un hombre honesto y recto, que tenía el oficio de molinero. Durante la niñez de Bernardita su familia vivía en el molino de Boly, propiedad de una familia acomodada del lugar. Los Casterot habían entregado en renta el molino a Francisco: él se casó con Luisa Casterot cuando ella tenía 16 años de edad, y así se pensaba que su futuro estaría asegurado. Los hijos mayores eran niñas, de las que Bernardita era la primera, después de ella venía Toinette (dos años y medio más joven) y luego los dos varones, Jean Marie y Justin. El matrimonio era feliz: cuando los clientes venían a moler su trigo, la joven pareja les servía una comida completa. Esto podía hacerse en tiempos de abundancia, pero llegó a hacer crisis en tiempos de estrechez. Se puede decir de este modo que Bernardita nació en una familia de clase media, no fue pobre en su primer infancia. De hecho cuando ella nació fue confiada a una nodriza por seis meses. La nodriza, llamada Marie Avarant y de casada Lagues, vivía en Bartres, en el campo a 5 millas de Lourdes. Marie Lagues amamantó a Bernardette por 15 meses, desde junio de 1844 a octubre de 1845. De acuerdo con la costumbre ambas familias quedaron muy unidas entre sí.

Ella siempre recordó esos primeros diez años como sus años felices, en unión con sus padres y hermanos. Llamará a ese lugar el molino de la felicidad, porque allí descubre algo muy importante en la vida de todo hombre, de toda mujer: el amor humano. Alguna vez dirá: “Papa y mamá se aman”. Esta experiencia hará de ella una joven profundamente equilibrada, sobre todo en el momento de la prueba, de la miseria y de la enfermedad.

Comienza el sufrimiento de Bernardita

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A partir de 1854 varios acontecimientos vienen a trastornar la vida de la familia de Bernardita. Primero, un accidente de trabajo disminuirá a Francisco Soubirous, cuando una esquirla de la piedra del molino le salta a un ojo y lo deja tuerto. El fracaso de las cosechas de trigo (dos años de sequías profetizadas en La Salette) dejó en la hambruna al pueblo, pero también dejó sin trabajo a los molinos harineros. Mas tarde, cuando estamos ya en plena revolución industrial, aparecerán los nuevos molinos de vapor con los que no pueden competir los tradicionales molinos de agua. Todos estos molinos, empezando por el de Francisco Soubirous, van a la ruina. Las deudas y la imposibilidad de pagar el alquiler forzaron a los Soubirous a dejar el molino (fueron arrojados de su hogar) y albergarse en una miserable y pequeña habitación que les cedió un primo de Francisco llamado Andrés Sajous, que había sido una celda en otras épocas (se la conoce como le cachot, el calabozo). El lugar de hecho había sido abandonado como calabozo por ser insalubre, y recibe a la familia a comienzos del invierno de 1857. Les prestan una cama para los padres y otra para los cuatro hijos, y disponen además de un baúl y algunas banquetas. En un solo cuarto vivían los seis, el padre, la madre y los cuatro hijos. Para conseguir el escaso pan para los niños, Francisco y Luisa tomaban todo tipo de trabajos que podían encontrar. En medio de esta miseria Francisco fue falsamente acusado por el panadero de Lourdes de haber robado dos sacos de harina: le costará ocho días de cárcel. Al mismo tiempo una epidemia de cólera se abate sobre Lourdes, causando 38 muertos. Varios centenares de personas se ven afectadas por esta terrible enfermedad, entre ellas Bernardita, que sufrirá las consecuencias durante toda su vida.

Marcada y herida por los acontecimientos que han llevado a su familia a la marginación social, Bernardita es víctima de un doble sentimiento de exclusión. Primero en el pueblo: la señalan con el dedo como a la que vive en “el calabozo”. Y después que su padre tuvo que pasar una semana en la cárcel, la llaman la hija del “ladrón Soubirous”. Después en la parroquia: todos los domingos va a misa, pero a diferencia de sus compañeras no puede ir a comulgar, porque aún no ha hecho la primera comunión. Tiene catorce años, pero la enfermedad y el trabajo le han impedido ir a la escuela, por lo que no sabe leer ni escribir. Tampoco sabe hablar francés ya que sólo habla el dialecto de Lourdes, mientras el catecismo se enseñaba en idioma francés.

Su estancia en Bartres

En Noviembre de 1857 los Soubirous aceptan la propuesta de María Lagues (la antigua nodriza de Bernardita) para que ésta vaya como criada a su casa, en Bartre, un pueblecito cercano a Lourdes. Las dificultades económicas de la familia Soubirous dieron oportunidad a María Lagues para pedir hacerse cargo de Bernardita: el pretexto fue que le ayudase con otros niños, pero en realidad la quería para el pastoreo de ovejas. Quedó así como una pastorcita contratada aunque sin paga. Su padre, que la quería mucho, se dijo: “Será una boca menos que alimentar”.

Al ir a Bartres le prometieron que podría prepararse con el sacerdote del lugar para hacer su Primera Comunión. Tenía casi 14 años y era la única niña de su edad en Lourdes que no la había recibido. Pero al ver que era muy buena en su trabajo, la obligaban a pasar más tiempo cuidando las ovejas, lo que no le permitía asistir a las clases de catecismo. Los dos niños de la familia donde vivía se marchaban todas las mañanas a las clases de catecismo, mientras a ella le exigían marcharse al campo a pastorear. Esto le dolía mucho en su corazón. Pero el deseo de hacer la primera comunión hará que Bernardita regrese al “calabozo” en Enero de 1858, pocas semanas antes de la primera aparición.

Ha surgido un interrogante sobre la inteligencia de Bernardita. Muchos sugieren que no era inteligente. Es cierto que ella aprendía con dificultad y hasta ella misma decía que tenía “mala cabeza”, queriendo decir que tenía poca memoria. Al habérsele negado la posibilidad de estudiar, Bernardita, a los 13 años de edad todavía no sabía leer ni escribir. El maestro Jean Barbet, quién en una ocasión le dio clases de catecismo, decía de ella: “Bernardita tiene dificultad en retener las palabras del catecismo porque no puede estudiarlas, ya que no sabe leer, pero ella hace un gran esfuerzo en comprender el sentido de las explicaciones. Aún mas, ella es muy atenta y, especialmente, muy piadosa y modesta”.

Sin duda Bernardita había sabido cultivar un gran tesoro de Dios: un corazón adornado de las mas bellas virtudes cristianas: inocencia, amabilidad, bondad, caridad y dulzura. El sacerdote de Bartres, Abbé Arder, si bien se marchó a un monasterio poco después que llegara Bernardita, en los pocos contactos que tuvo con ella pudo captar la excelencia de su corazón. El tenía mucha fe en las apariciones de La Salette ocurridas once años atrás (1846) y así comparaba a Bernardita con los niños de La Salette. Decía: “Ella me parece una flor toda envuelta con perfume Divino. Yo le aseguro que en muchas ocasiones cuando la he visto, he pensado en los niños de La Salette. Ciertamente, si la Santísima Virgen se le apareció a Maximino y a Melania, lo hizo en orden a que ellos se convirtieran en simples y piadosos como ella.” Ni la ignorancia, ni la pobreza, ni el aspecto enfermizo de Bernardita le previnieron de apreciar en ella la simplicidad y la piedad. Decía el Sacerdote en una ocasión: “Mira a esta pequeña. Cuando la Virgen Santísima quiere aparecerse en la tierra, ella escoge niños como ésta”. Sus palabras fueron proféticas ya que a los pocos meses la Virgen se le comienza a aparecer en la gruta de Massabielle, cerca de Lourdes.

Todo estaba preparado: María observaba desde el Cielo cómo su pequeña caminaba hacia el momento de gloria de su vida terrenal. Había sido elegida, en el Plan de Dios, para jugar un papel importante en el llamado a los corazones inocentes, y ella misma era una criatura tremendamente inocente y pura. ¡Nada es casual en las manifestaciones Celestiales!

El regreso a Lourdes: las apariciones

última aparición de la Virgen de Lourdes

Cuando Bernardita vio que su deseo de prepararse para recibir la Comunión no era posible en Bartres, le pidió a María Lagues que le permitiera ir a Lourdes donde insistió a sus padres en que le concedieran regresar a casa. Quería recibir la Primera Comunión y tendría que empezar las clases de catecismo inmediatamente si quería recibirla en 1858. Sus padres accedieron y regresó a Lourdes el 28 de enero de 1858, sólo 14 días antes de la primera aparición de la Virgen.

Es importante, por lo tanto, comprender la razón por la que Bernardita se encontraba en Lourdes cuando tenía 14 años y comenzaron las apariciones: ella buscaba con todo su corazón recibir la Santa Comunión. La Virgen visita a un alma muy pura llena de amor por su Hijo, un alma dispuesta a cualquier sacrificio para llevar a cabo la obra de Dios. Bernardita, al verse impedida de recibir la comunión, recurre a la Virgen, reza diariamente el Santo Rosario y la Virgen le abre las puertas. La Virgen sabe que puede confiar en ella el trascendente mensaje que desea comunicar al mundo. De este modo, el 11 de febrero de 1858 era el día elegido para que el Cielo se hiciera presente en la tierra. Ese día cambiaría para siempre no solo la vida de Bernardita, sino que marca el comienzo de una fuente de Gracias que ha brotado para toda la humanidad, fuente que solo crece con el tiempo.

Ese día, con un tiempo tormentoso y amenazador, la madre de Bernardita le permitió ir al campo a buscar leña seca junto con su hermana menor llamada Toinette y una niña que vivía en una casa cercana, Jeanne Abadie. El lugar preferido estaba cerca del cementerio, pero como no encontraron ramas secas allí, siguieron camino pasando por el molino de Savy. De este modo se fueron acercando para recoger leña en un campo que había frente a la gruta de Massabieille. El canal que llevaba agua al molino de Savy pasaba frente a la gruta, de tal modo que las niñas debían cruzar el frío curso de agua para poder recoger la leña. Bernardita por su fragilidad física se quedó atrás. Las compañeritas habían pasado ya el canal, pero Bernardita no se atrevía a meterse al agua porque estaba muy fría y tenía miedo de enfermarse. Las demás insistían en que lo hiciese y cuando ella empezó a descalzarse, un ruido muy fuerte, parecido a un viento impetuoso, la obligó a levantar la cabeza y mirar hacia todos los lados.

¡Qué es esto!, se decía. Sin embargo las hojas de los árboles estaban inmóviles. El ruido del viento empezó de nuevo y más fuerte en la gruta. Bernardita notó entonces que sólo un arbusto que estaba en la gruta se movía con el viento, mientras los demás permanecían inmóviles. Y ahí, desde el fondo de la gruta, emergió una nube dorada e inmediatamente una maravillosa aparición se destacaba delante de ella, deteniéndose sobre el arbusto de rosas silvestres que estaba a la entrada de la gruta de Massabieile. En este mismo momento empezaron a sonar las campanas de la Iglesia parroquial y se oyó el canto del Ángelus.

La primera Aparición

De este modo, el 11 de febrero de 1858 en medio de una luz resplandeciente como el sol, pero dulce y apacible como todo lo que viene del Cielo, una joven prodigiosamente bella de unos 16 o 17 años de edad se dejó ver por Bernardita. Vestía un traje blanco, brillante y de un tejido desconocido, ajustado al talle con una cinta azul. Un largo velo blanco le caía hasta los pies envolviendo todo el cuerpo. Los pies, de una limpieza virginal y descalzos, parecían apoyarse en el rosal silvestre sobre el que flotaba la imagen, a la entrada de la gruta. Dos rosas brillantes de color de oro cubrían la parte superior de los pies de la Santísima Virgen. Juntas sus manos ante el pecho, ofrecían una posición de oración fervorosa. Tenia entre sus dedos un largo Rosario blanco y dorado con una hermosa Cruz de oro. Todo en Ella irradiaba felicidad, majestad, inocencia, bondad, dulzura y paz. La frente lisa y serena, los ojos eran azul celeste llenos de amor y los labios mostraban suavidad y mansedumbre. La Señora parecía saludarla tiernamente mientras se inclinaba ante Bernardita.

Bernardita se frotó sus ojos y los volvió a abrir, confirmando que no estaba soñando y que lo que veía era real. En ese momento, al ver la sonrisa de la Señora, perdió todo miedo y arrodillándose buscó su Rosario que traía siempre en su bolsillo. La Dama hizo una señal de aprobación con su cabeza y tomó el Rosario que llevada. Bernardita intentó hacer la señal de la Cruz, pero su mano quedó paralizada. En ese momento la Virgen tomo la Cruz del Rosario e hizo la señal de la Cruz e indicó a Bernardita que lo hiciera como ella. En ese momento su brazo paralizado quedó libre. La Señora empezó a pasar las cuentas del Rosario entre sus dedos y Bernardita empezó a rezar el suyo, cada una en oración interior. Sólo al final de cada misterio la Madre de Dios rezaba el Gloria con Bernardita. Al terminar, la Virgen le hizo señas con el dedo para que se acercara y extendiendo el brazo, se inclinó dulcemente y sonrió como despidiéndose de Bernardita, retornando hacia el interior de la gruta. ¡La Visión había desaparecido!.

Cuando las otras dos niñas volvieron a la gruta vieron a Bernardita de rodillas en el mismo lugar donde había visto a la Señora. Se rieron de ella, le dijeron que estaba loca, mientras le preguntaban si volvería con ellas o se quedaría allí. Bernardita cruzó entonces el curso de agua encontrándola tan caliente como la que utilizaba su madre para lavar la vajilla.

Bernardita preguntó a las otras niñas si habían visto algo en la gruta y al responderle éstas que no, les contó su experiencia y les pidió silencio. Pero la hermana de Bernardita se lo contó a su mamá. La madre no le creyó y ordenó a Bernardita que se dejase de imaginaciones y que le estaba prohibido regresar a la gruta. Esa noche, mientras rezaban el Rosario en familia, Bernardita rompió en llantos, repitiendo su invocación favorita: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que acudimos a ti”.

¡Que sencillez!. Cuanta inocencia y pureza en todo lo que ocurre alrededor de la Madre de Dios. Nada parece especial a los ojos de los hombres en un primer momento, pero con el tiempo se comprende que Dios no requiere de palacios, ni de tronos humanos, ni de vanidosas manifestaciones de poder terrenal. La gruta era un lugar apartado que solía ser refugio de los cerdos que criaban los vecinos del lugar. Y pasó a ser el centro de atención de millones de personas que por más de un siglo han sabido ver allí la paz y la magnificencia que dejó el paso de la Reina del Cielo.

Segunda aparición

Bernardita insistió ante su madre para que la deje volver a la gruta, pero ésta se negó repetidamente con diversos argumentos. Pensaba que todo era una treta del demonio, o que su hija había vuelto loca, pero ante todo temía hacer el ridículo entre sus vecinos. Finalmente el día 14 de febrero las niñas insistieron en que les dieran permiso para regresar a la gruta. Todos pensaban que lo que le había pasado a Bernardita era un engaño de satán, y entonces le dijeron que fuera a la gruta y rociara agua bendita para terminar con todo aquello. Así huiría el demonio y se quedarían tranquilos. Ante estos argumentos la madre finalmente aceptó y le dio autorización para ir a la gruta acompañada de otras niñas que, conociendo la historia, insistían en acudir al lugar con ella.

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Cuando llegaron a la gruta, Bernardita les pidió que se arrodillaran a rezar el Santo Rosario. Apareció de nuevo la Virgen, como el rostro de Bernardita testimonió cuando se transfiguró frente a las demás niñas. Ella tiró el agua bendita y dijo: “Si vienes de parte de Dios, acércate a nosotras”. El agua bendita llegó hasta los pies de la Virgen y Ella sonriendo con mas dulzura se acercó a Bernardita. Tomó el Rosario y se persignó con él. Empezaron ambas a rezarlo. Bernardita estaba como muerta, su mirada extasiada fija en la gruta, tan así que las otras niñas empezaron a llorar ruidosamente. Esto atrajo a dos mujeres del cercano molino Savy. Cuando vieron a Bernardita en éxtasis trataron de moverla, de interrumpir su visión, pero nada de esto fue posible. Entonces una de ellas fue a buscar a su hijo Antonio, un joven de 28 años. El se quedó maravillado de lo que vio: el rostro de Bernardita era una visión celestial, no se sintió digno siquiera de tocarla. Obligado por su madre, Antonio tomó a Bernardita en sus brazos y la llevó hacia el molino Savy. En todo momento ella mantuvo sus ojos clavados en un punto por encima de su rostro. Al llegar al molino Bernardita volvió lentamente en si, dejando el éxtasis. Cuando su madre llegó al molino estaba furiosa, y si no castigó a su hija fue porque las señoras y Antonio la reprendieron. ¡Como se atrevía a enojarse con alguien que era mas un ángel que una niña!. Al atardecer ya toda la población comentaba las maravillas que ocurrían en la gruta de Lourdes, pero a los comentarios se unían las burlas, desprecios e insultos.

Tercera Aparición

Luego de muchas discusiones e intentos de vencer su moral y convicción interior, los padres de Bernardita empezaron a creerle ya que ella jamás había mentido antes y se caracterizaba por su obediencia. Además los convenció la naturalidad con que ella exponía los eventos y sus mas pequeños pormenores. El 18 de febrero una señora y una religiosa deseaban acompañar a Bernardita a la gruta. Fueron con ella primero a la Santa Misa de las 5:30 a.m. y de allí se dirigieron a Massabieille. Bernardita caminaba tan rápido que parecía como si una fuerza superior la empujase hacia allá. Se arrodilló y empezó el rezo del Rosario, lanzó un grito de júbilo al ver al fondo de la gruta a la Señora. Le preguntó si se podían quedar sus dos acompañantes y la Virgen dijo que sí. Ellas también se arrodillaron y se pusieron a rezar mientras encendían una vela bendita. Bernardita le pasó un papel a la Virgen pidiéndole que escribiera cualquier cosa que deseaba comunicarle, a pedido de una de las señoras. La Virgen le dijo entonces:

“Lo que tengo que comunicarte no es necesario escribirlo, hazme únicamente el regalo de venir aquí durante quince días seguidos”.

Bernardita se lo prometió y la Virgen le respondió: “Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro” .

La quincena milagrosa

El rumor de las apariciones se esparció rápidamente y una gran multitud acudió a la gruta a partir de entonces.

19 de febrero: Llegó Bernardita a la gruta acompañada de sus padres y un centenar de personas. A partir de este día, iba a todas las apariciones con una vela encendida.

20 de febrero: Alrededor de 500 personas la acompañaban.

21 de febrero: Varios miles de personas llenaban todos los alrededores de la gruta. Hubo un momento en que la aparición parecía hacerse hacia atrás, y como hundirse en el interior de la roca. Para no perderla de vista, Bernardita fue acercándose de rodillas. Observó que la Virgen se había puesto triste. Le preguntó, ¿qué te pasa?, ¿qué puedo hacer?. La Virgen respondió: “Rogad por los pecadores”.

Bernardita era objeto de toda clase de burlas, persecuciones y ofensas. Incluso las autoridades civiles tomaron carta en el asunto. El comisario llegó a recogerla para hacerle un largo examen. Amenazó con llevarla a la cárcel si continuaba yendo a la gruta. Uno de los principales médicos de Lourdes se dedicó a estudiarla, observarla y examinarla. Este llegó a la conclusión que en Bernardita no había ningún signo de alucinación, histeria o escape de la realidad. Dijo así: “Aquí hay un hecho extraordinario, totalmente desconocido a la ciencia y a la medicina”. Sin embargo las persecuciones no terminaron: la policía continuó tratándola indignamente. El Párroco de Lourdes la defendió enérgicamente, pero manteniendo una actitud cauta respecto de la aparición. De hecho no acudía a la gruta como las multitudes del pueblo y de la región si lo hacían. En todo este proceso Bernardita se mantuvo firme pero con humildad, nunca tomando una posición defensiva, ni de ataque contra nadie.

22 de febrero: La Virgen no se le apareció. Todos se burlaban de Bernardita. Ella lloraba pensando que quizás había cometido alguna falta y que por eso la Virgen no se le había aparecido. Pero tenía la firme esperanza de volver a verla. Una de las cosas que mas sorprendía a la gente era ver a una humilde y sencilla pastorcita, carente de adecuada educación, saludar con gracia y dignidad a la Virgen al concluir la aparición. Le preguntaron una vez: “Dime, ¿quién te ha enseñado a hacer tan graciosos saludos?”. “Nadie, contestó, no se como habré saludado, trato de hacerlo como lo hace la Visión y ella me saluda de este modo cuando se marcha.”

23 de febrero: Primera vez que la Virgen formula una orden concreta. Ante diez mil personas la Virgen le da a Bernardita un secreto que solo a ella le concierne y que no puede revelar a nadie. También le enseñó una oración que le hacía repetir, pero que no quiso que la diera a conocer. La Virgen le dijo: “Y ahora, hija mía, ve a decir a los sacerdotes que aquí, en este lugar, debe levantarse un Santuario, y que a él debe venirse en procesión”.

Bernardita se dirigió inmediatamente hacia la Iglesia a darle el mensaje al Párroco. El sacerdote le preguntó el nombre de la Señora, a lo cual Bernardita le respondió que no sabía. Después de escucharla, el párroco le dijo: “Puedes comprender que yo no puedo bastarme de tu solo testimonio. Di a esa gran Señora que se de a conocer; si es la Virgen, que lo manifieste mediante un gran milagro. ¿No dices que se te aparece encima de un rosal silvestre?. Entonces dile de mi parte, que si quiere un Santuario, que haga florecer el rosal”. El sacerdote se mostraba firme y distante en su actitud exterior, pero luego confesó que en su interior sentía una gran emoción y amor al escuchar los relatos de la pequeña niña. Su responsabilidad como pastor lo obligaba a ser cauto y conservador.

24 de febrero: Toda la gente quiso saber que pasaría con el encargo del Párroco y si la Virgen haría el milagro del rosal. Bernardita como siempre llegó a la gruta y se arrodilló, sin poner atención en absoluto a la gente que iba por curiosidad. Le contó a la Virgen lo que el sacerdote le había pedido. La Virgen solo sonrió, sin decir una palabra. Después la mandó a rogar por los pecadores y exclamó tres veces: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”. Le hizo repetir estas palabras y Bernardita lo hacía mientras se arrastraba de rodillas hasta el fondo de la gruta. Ahí le reveló un secreto personal y después desapareció.

Bernardita por humildad no relató todo los detalles, pero los testigos contaron que también se le vio besar la tierra a intervalos. La Virgen le había dicho: “Rogarás por los pecadores…besarás la tierra por la conversión de los pecadores”. Como la Visión retrocedía, Bernardita la seguía de rodillas besando la tierra. Bernardita se volvió hacia los asistentes y les hacía señas de: “Ustedes también besen la tierra”. Desde entonces le fue encomendada a Bernardita la penitencia por los pecadores. Un día la Virgen la mandó a subir y bajar varias veces la gruta de rodillas, la Virgen tenía la cara llena de tristeza. “La Virgen me lo ha mandado por mi y por los demás”, dijo ella.

La fuente de agua milagrosa

Agua de Lourdes

El 25 de febrero María le dijo en la visión: “Hija mía, quiero confiarte solamente para ti el último secreto. Igualmente que los otros dos, no lo revelarás a ninguna persona de este mundo”.

Y ahora -le dijo la Virgen después de un momento de silencio- ve a beber y lavarte los pies a la fuente, y come de la hierba que hay allí. Bernardita miró a su alrededor y no vio ninguna fuente. Pensó entonces que la Virgen la mandaba al canal que pasaba frente a la gruta y se dirigió hacia allá. La Virgen la detuvo y le dijo: “No vayas allá, ve a la fuente que está aquí”. Le señaló hacia el fondo de la gruta. Bernardita subió y, cuando estuvo cerca de la roca, buscó con la vista la fuente no encontrándola, y queriendo obedecer, miró a la Virgen. A una nueva señal Bernardita se inclinó y escarbando la tierra con la mano, pudo hacer en ella un hueco. De repente se humedeció el fondo de aquella pequeña cavidad y viniendo de profundidades desconocidas a través de las rocas, apareció un agua que pronto llenó el hueco que podía contener un vaso de agua. Mezclada con la tierra cenagosa, Bernardita la acercó tres veces a sus labios, no resolviéndose a beberla. Pero venciendo su natural repugnancia al agua sucia, bebió de la misma y se mojó también la cara. Todos empezaron a burlarse de ella y a decir que ahora si se había vuelto loca. Pero, ¡misteriosos designios de Dios!, con su débil mano acababa Bernardita de abrir, sin saberlo, el manantial de las curaciones y de los milagros mas grandes que han conmovido la humanidad desde entonces. Con el paso de los días la gente entendió lo que había ocurrido en la gruta, en su verdadera dimensión. Lo que originalmente les pareció algo extraño y anormal, culminó siendo un regalo inmenso del mismo Dios.

El agua milagrosa de Lourdes ha sido analizada por hábiles químicos: Es un agua virgen, muy pura, un agua natural que carece de toda propiedad térmica. Además tiene la peculiaridad que ninguna bacteria sobrevive en ella. Simboliza la Inmaculada Concepción, en cuyo ser nunca hubo mancha de pecado original ni personal.

26 de febrero: El primer milagro de curación: El buen párroco de Lourdes había pedido una señal, y en vez de la muy pequeña que había pedido, la Virgen acababa de darle una muy grande, y no solo a él, sino a toda la población. Había en Lourdes un pobre obrero de las canteras, llamado Bourriette, quien veinte años antes había tenido el ojo izquierdo horriblemente mutilado por la explosión de una mina. Era un hombre muy honrado y muy cristiano. Mandó a la hija a buscarle agua a la nueva fuente y se puso a orar, y aunque estaba un poco sucia, se frotó el ojo con ella. Comenzó a gritar de alegría. Las negras tinieblas habían desaparecido, no le quedaba mas que una ligera nubecilla, que fue desapareciendo al seguir lavándose. Los médicos habían dicho que él jamás se curaría. Al examinarlo de nuevo no quedó mas remedio que llamarle a lo sucedido por su nombre: milagro. Y lo mas grande era que el milagro había dejado las cicatrices y las lesiones profundas de la herida, pero había devuelto aún así la vista. Muchos milagros siguen sucediendo en Lourdes, por lo que en el santuario hay siempre una multitud de enfermos.

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La primera vela en la gruta de Lourdes: Un día al final de la aparición, Bernardita se acercó a su tía que la acompañaba y le dijo: ¿Quieres darme una vela y permitirme dejarla en la gruta?. Entonces se dirigió hasta el fondo de la gruta y allí la dejó encendida, apoyándola en la roca. Esta vela quizás en su momento fue la única, ahora son millones las que arden constantemente ante la imagen de la Virgen. La vela encendida es un hermoso símbolo: la cera blanca y virgen de la que está formada siempre ha representado la humanidad que Cristo tomó de María, y que unida a la Divinidad es la Luz del mundo. Como la cera de la vela, ésta humanidad sagrada se consumirá delante de Dios en adoración, suplicas y acción de gracias. La luz de la vela, resplandeciente y radiante, simboliza la Divinidad del Hijo de María. La vela encendida representa igualmente al cristiano, que iluminado por la fe debe consumirse delante de Dios como víctima de penitencia y amor.

El 2 de marzo Bernardita fue de nuevo a ver al párroco de Lourdes, recordándole la petición de la Virgen de levantar un Santuario en el lugar de las apariciones. El párroco le contestó que era obra del Obispo quien ya estaba enterado de la petición y sería el encargado de poner por obra el deseo celestial de la Visión.

El 4 de marzo, ultimo día de la quincena y siguiendo su costumbre, Bernardita antes de dirigirse a la gruta asistió a la Santa Misa. Al final de la aparición, tuvo una gran tristeza, la tristeza de la separación. ¿Volvería a ver a la Virgen?. La Virgen siempre generosa, no quiso que terminara el día sin una manifestación de su bondad: un gran milagro, un milagro maternal, coronación de la quincena de apariciones: un niño de dos años estaba ya agonizando, se llamaba Justino. Desde que nació tuvo una fiebre que iba poco a poco desmoronando su vida. Sus padres, ese día, lo creían muerto. La Madre en su desesperación lo tomó y lo llevó a la fuente: el niño no daba señales de vida. La madre lo metió quince minutos en el agua que estaba muy fría. Al llegar a la casa, notó que se oía con normalidad la respiración del niño. Al día siguiente, Justino se despertó con tez fresca y viva, sus ojos llenos de vida, pidiendo comida y sus piernas fortalecidas. Este hecho conmocionó a toda la comarca y pronto a toda Francia y Europa, tres médicos de gran fama certificaron el milagro, llamándolo de primer orden.

Entonces el gobernador de Tarbes, ciudad a la que pertenecía Lourdes, reunió a todos los alcaldes de la zona para dar instrucciones precisas de prohibir de inmediato la asistencia a la gruta de todo ciudadano. Todo fue en vano, cada día acudían mas peregrinos de todas partes. No obstante las persecuciones, las burlas y las injurias, Bernardita continuaba visitando la Gruta. Iba a rezar el Rosario con los peregrinos. Pero la dulce visión no aparecía. Ella ya estaba resignada a no volver a ver a la Virgen.

Yo soy la Inmaculada Concepción

Vigen de Lourdes

El 25 de Marzo fue el día de la gran revelación. En el día de la Anunciación Bernardita se sintió fuertemente movida a ir a la Gruta. Muy contenta obedeció ese llamado en su corazón, y fue inmediatamente. Como era una fecha solemne, los peregrinos tenían la esperanza de que la Virgen se aparecería y cuando llegó Bernardita se asombró de la cantidad de personas que encontró. Fue este día 25, en la historia de las apariciones, un día de gloria. Bernardita volvió a preguntarle a la Señora: “quieres tener la bondad de decirme quien eres y cual es tu nombre?”. La visión resplandecía mas que nunca, sonriendo siempre, y siendo su sonrisa la única respuesta. Bernardita insistió…”¿quieres decirme quien eres?, te lo suplico Señora Mía”. Entonces la Señora apartó su vista de Bernardita, separó sus manos, hizo deslizar en su brazo el Rosario que tenía en sus dedos, levantó a un mismo tiempo sus manos y su cabeza radiante, en tanto que sus manos se juntaron delante del pecho, su cabeza se afirmó y, mas resplandeciente que la luz del sol, dirigida la vista al cielo dijo:

“YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN”

Y así desapareció, dejando en Bernardita esta imagen y ese nombre. Bernardita oía por primera vez esas palabras. Mientras se dirigía a la casa parroquial para contarle al párroco (ya que éste le había dado el encargo de preguntar a la visión como se llamaba) iba ella por todo el camino repitiendo “Inmaculada Concepción”, esas palabras tan misteriosas y difíciles para una niña analfabeta. Cuando el párroco oyó el relato de Bernardita, quedó asombrado. ¿Como podía una niña sin ninguna instrucción religiosa saber el dogma que solo unos cuatro años antes había la Iglesia promulgado?. En 1854 el Papa Pío IX había definido el dogma de la Inmaculada Concepción. El sacerdote comprobó definitivamente que Bernardita no se había engañado, era ella, la Virgen Santísima, la soberana Madre de Dios quien se le aparecía en la Gruta. Años después confesó que mucho le costó reprimir la emoción que sintió cuando la niña pronunció esas palabras. Su corazón no podía ya ocultar la maravilla que estaba ante sus ojos. Bernardita también encontró entonces la seguridad de que era la Madre de Dios quien le hablaba, lo que le dio una gran paz y alegría en el corazón.

Este es el mayor misterio de Lourdes, revelado graciosamente por María a Bernardita: Los dogmas de la iglesia son fundamentales para dar firmes cimientos al Cuerpo Místico de Cristo. La iglesia, cuerpo vivo y en permanente evolución desde que Jesús mismo le dio vida, se nutre de las verdades que hacen de María un pilar fundamental de nuestra fe. Inseparable es María de Su Hijo, Jesús. E inseparable es la pureza de la Madre y la Pureza del Hijo. Inmaculada Una, inmaculado El. ¿Cómo podría el Padre haber dado la naturaleza humana a Su Hijo, si no fuera en un Cuerpo y un Alma Inmaculados?. La nueva Arca de la Alianza, María, fue, es y será la más pura obra de la Creación. La nueva Eva que vino a corredimirnos junto a Su Hijo: el Redentor, el nuevo Adán. Jesús y María, unidos indisolublemente en la obra de la Salvación: El sobre Su Trono de Rey, Ella a sus pies, como Su mas perfecta discípula.

5 de Abril: El día lunes de Pascua Bernardita volvió a la gruta, rodeada de una verdadera multitud de personas que oraban con ella. Arrodillada como era su costumbre, tenia en la mano izquierda la vela encendida que le acompañaba en todas las ocasiones y la apoyaba en el suelo. Absorta en la contemplación de la Reina de los Cielos, y mas sabiendo ahora con seguridad que era la Virgen Santísima, levantó sus manos y las dejó caer un poco, sin percatarse que las tenia sobre el extremo de la vela encendida. Entonces la llama comenzó a pasar entre sus dedos y a elevarse por encima de ellos, oscilando de un lado para el otro, según fuera el leve soplo del viento. Los que estaban ahí gritaban: “se quema”. Pero ella permanecía inmóvil. Un médico que estaba cerca de Bernardita sacó el reloj y comprobó que por mas de un cuarto de hora la mano estuvo en medio de la llama, sin hacer ella ningún movimiento. Todos gritaban ¡milagro!. El médico comprobó que la mano de Bernardita estaba ilesa. Después que terminó la aparición: uno de los espectadores aproximó a la mano de Bernardita la llama de la misma vela encendida, y ella exclamó: “¿Oh que quiere usted, quemarme?

La última aparición

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Fue el día 16 de Julio de 1858, día de la Virgen del Carmen. Bernardita, que llevó el escapulario del Carmen toda su vida, se siente de nuevo movida a ir a la gruta, que está cercada, vigilada y prohibida por las autoridades locales. Va acompañada de su tía Basile y unas vecinas. Bajan por praderas contiguas a la gruta, siendo acompañadas por una multitud que al verla no dudó del llamado de María. Se arrodillaron lo mas cerca posible de la gruta pero sin poder llegar a ella.

Bernardita recibe la última visita de la Virgen y diría luego: “Nunca se había aparecido tan gloriosa”. Bernardita había cumplido su misión, con gran amor y valentía ante todos los sufrimientos que tuvo que sobrellevar y ante todos los obstáculos que el Enemigo puso en su camino. Su confesor dijo repetidamente: “La mejor prueba de las apariciones es Bernardita misma, su vida”.

Los ataques del demonio

Se lee en el libro del Génesis que la enemistad entre la mujer y el demonio durará por siempre. Y esto es así porque es María quien vence al mal, con Su Pureza infinita y con Su Inmaculado Corazón. Es que satán simplemente no puede soportar tanta perfección celestial en una criatura. María representa y anticipa la derrota del mal, es la prueba de la santidad a la que se llega por el camino de la humildad, el silencio y la entrega a Dios. Este es el motivo por el que en toda aparición Mariana se producen ataques del maligno, y no fue Lourdes la excepción, ya que durante la cuarta aparición Bernardita escuchó claramente un coro de aullidos que provenían del canal que corre frente a la Gruta. Voces altisonantes, como de fieras que peleaban entre si, voces que le ordenaban que escape de allí. María también escuchó, ya que levantó su mirada en dirección a esas voces. De inmediato estas profirieron profundos gritos y se dieron a la fuga, no escuchando Bernardita más esos sonidos.

Pero antes de que terminen las apariciones hubo otros ataques del maligno: una señora llamada Honorine pasaba por la gruta cuando escuchó gritos y sonidos de bestias peleando dentro de la gruta. Esto le ocurrió también al día siguiente, por lo que la dama huyó aterrorizada y no fue a la gruta por mucho tiempo. También un niño llamado Juan Bautista Estrade sufrió un gran susto: al pasar frente a la gruta se detuvo a rezar por un momento. En ese momento vio que desde la gruta se dirigía hacia él una hermosa dama, que flotaba sobre una nube, pero una nube cuyos colores eran como los de las tormentas. Esta mujer fijó sus ojos en los del niño, que aterrorizado vio que eran enormes y negros. El niño comprendió que era el demonio y huyó. Solo luego de varios días aceptó narrar lo sucedido. Muchos otros eventos de este tipo sucedieron por esos días.

Pensemos por un instante en la gigantesca obra que surgió a partir de la aparición de Lourdes, y cuantas almas fueron rescatadas de las garras del mal a través de las gracias derramadas por la Madre de las Gracias allí. Además, Lourdes es un símbolo de pureza, de la Inmaculada Concepción, de principio a fin. Es a partir de estos simples pensamientos que comprendemos cuanto daño le hizo a los planes del príncipe de la mentira lo que ocurrió en la gruta de Massabieille. Por supuesto, quiso arrebatar de las manos de María semejante logro, más nada puede hacer él frente a la Reina del Cielo. ¡Con su calcañal Ella aplasta su cabeza

El mensaje de la Madre de Dios en Lourdes

El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, Francia, en 1858, puede resumirse así:

1. Es un agradecimiento del Cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que está necesitado de ésta virtud.

2. Es una exaltación a las virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernardita como instrumento de su mensaje.

3. Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la Cruz.

4. La importancia de la oración, del rezo del Santo Rosario, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello). También un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y la importancia del cuidado de los enfermos.

Bernardita después de las apariciones

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La humilde jovencita escogida para tan gran misión permaneció después de las apariciones como era antes, es decir la Virgen se encargó de conservarla sencilla, humilde y modesta. A ella no le gustaban el bullicio ni la popularidad. Pasaba como una más, excepto por sus virtudes, por su inocencia, su candor y rectitud en su obrar. Hizo su primera comunión el mismo año de 1858, el 3 de junio, día de Corpus Christi. Nada espectacular sucedió excepto que ella había piadosamente recibido a Jesús. Dios seguía visitándola, no con brillantes apariciones, sino por la prueba amarga de los sufrimientos: de la incomprensión, burla, casi siempre estaba enferma, soportaba dolores de toda clase, recogida y resignada con paciencia. Sufría de asma crónica, tuberculosis, vómitos de sangre, aneurisma, gastralgia, tumor de una rodilla, caries en los huesos, abscesos en los oídos que le ocasionaron sordera, pero ésta se le curó un poco antes de su muerte.

La Virgen le dijo a Bernardita: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el próximo”. Y estas palabras de la Virgen se cumplieron plenamente en nuestra santa. Mucho tuvo que sufrir durante su vida hasta su muerte a los 35 años. La salud de Bernardita era muy delicada, muchas veces tenía que estar en cama con fiebre. Tenía días críticos con ataques de asma que muchas veces eran tremendamente dolorosos. Muchos encontraban cura a sus enfermedades en la fuente de Lourdes, pero no Bernardita. Un día le preguntaron: “¿No tomas del agua de la fuente?. Estas aguas han curado a otros, ¿por qué no a ti?. Esta pregunta insidiosa pudo haberse convertido en una tentación para Bernardita en no creer en la aparición, pero ella no se turbó. Le respondió: “La Virgen Santísima quizás desea que yo sufra. Lo necesito”. ¿Porqué tu más que otros?. “El buen Dios solo lo sabe”. ¿Regresas algunas veces a la gruta?. “Cuando el Párroco me lo permite”. ¿Porqué no te lo permite todo el tiempo?. “Porque todos me seguirían”. Antes habías ido aún cuando se te había prohibido. “Eso fue porque fui presionada.” La Virgen Santísima te dijo que serías feliz en el otro mundo, así que estas segura de ir al cielo. “Oh no, eso será sólo si obro bien”. ¿Y no te dijo Ella que hacer para ir al cielo?. “Nosotros lo sabemos muy bien, no es necesario que yo lo diga”.

Su últimos años en Lourdes

Bernardita no podía recibir en su casa el cuidado que ella necesitaba para su frágil salud y el gran número de visitantes curiosos le causaban fatiga. Viendo esta necesidad, Abbé Peyramale (el párroco de Lourdes) pidió a la Superiora del Hospicio de Lourdes que acogiera a la niña. Le dijo: “Es con ustedes que la niña debe estar. Ustedes pueden darle el cuidado que ella necesita en todos los aspectos”. En el año 1860, las Hermanas de la Caridad de Nevers, que servían el hospital y la escuela, le ofrecieron un asilo titular. Desde aquel día permaneció bajo su techo, con su salud delicada, pero con su consigna de siempre: no llamar la atención de nadie. Aún cuando sus padres ya se habían mudado del calabozo y vivían en un molino, le dieron permiso para permanecer con las hermanas. Su madre lloró por su partida pero sabía que era por el bienestar de la niña.

Sin ser brillante, Bernardita adquirió entonces gran cantidad de conocimiento elemental. En su tiempo en el hospicio permaneció siendo una niña de su edad. Era recta, sincera, piadosa pero traviesa, muy vivaz, a quien le encantaba reír, jugar y bromear. Muchas veces la ponían a cuidar niños más pequeños, como era la costumbre en las escuelas elementales y Bernardita se mostraba tan joven y juguetona como la más pequeña niña.

Al crecer, Bernardita tuvo como toda joven sus momentos de vanidad, queriendo estar arreglada y lucir bien. Pero todas estas vanidades pasaron por ella rápidamente y sin dejar ningún rastro en su corazón. Decía la Hermana Victorina: “La fiebre pasó rápidamente y no dañó su profunda piedad”.

La vocación religiosa

Santa Bernardita Religiosa

La Virgen Santísima le dio una gracia especial al llamarla a la vida religiosa. Parece que nunca Bernardita consideró en serio el matrimonio. A los 19 o 20 años, en 1863, la vocación de ser religiosa se le presentó claramente. Había considerado vagamente ser carmelita, pero no fue difícil hacerle comprender que su salud era muy delicada para enfrentar los rigores del Carmelo. Fue el Obispo Forcade de Nevers, que tenía en su diócesis la Casa Madre de las Hermanas de la Caridad del hospicio y la escuela de Lourdes, quien contribuyó definitivamente en su orientación. El le preguntó cuáles eran sus intenciones para el futuro y ella le respondió: “Señor Obispo, todo lo que pido es quedarme en esta casa como una sierva”.

Pero hija mía, ¿no has pensado en llegar a ser una religiosa como las hermanas a las que tan apegada estás?. “Oh, Señor Obispo, nunca he creído que esto pudiese ser para una ignorante y pobre niña como yo. Usted sabe bien que soy pobre y no tendría la dote necesaria”. No es la pobreza lo que debe detenerte. Se puede hacer una excepción a la regla y recibir a una joven sin dote, si ella tiene signos claros de vocación”. “Señor Obispo, sus palabras me han tocado profundamente, le prometo que pensaré en ellas”.

Habiendo hecho su elección, más ataques de enfermedad y la necesidad de intentar varios tratamientos médicos retardaron la puesta en práctica de su promesa. En 1866 escribió: “Estoy mas presionada que nunca a dejar el mundo en ingresar al convento. Ahora lo he decidido definitivamente y espero dejarlo pronto”. Por fin llegó el gran día a comienzos de Julio de 1866, tenía 22 años de edad. Por última vez fue a la amada gruta donde su despedida fue de todo corazón. “¿Ven la gruta?, era mi Cielo en la tierra”. Al día siguiente se despidió de su familia y el 4 de Julio de 1866 Bernardita dejó su pueblo natal para nunca más volver.

La Hermana María Bernarda (Marie Bernard)

Ni la superiora, la hermana Josefina Imbert, ni la maestra de novicias Madre María Teresa Vausou, entendían el tesoro que se les había confiado. Sí, admitían que la Virgen se le apareció, pero la veían tan “ordinaria” que tenían dificultad en ver santidad en ella. Su idea de santidad aparentemente era diferente a la de la Iglesia. En el proceso de Beatificación, el Reverendo Peach les dijo a sus estudiantes: “El testimonio llegó a esto: que Bernardita era muy ordinaria. Pero cuando se les preguntó si ella era fiel a las reglas, si tenía que ser corregida por desobediencia o en referencia a la pobreza y castidad, todas se apresuraron a decir: “Oh no, nada de eso”.”

¿Por qué sus superioras la juzgaban tan mal?, solo se puede encontrar respuesta en que era parte de la Providencia Divina para la santificación de Bernardita. De manera particular la Maestra de Novicias, Madre María Teresa Vauzou, quién fue la causante de muchos sufrimientos espirituales de Bernardita durante los 13 años que vivió en el convento. La Madre María, quien era estimada por su ojo agudo y su penetración psicológica, nunca fue capaz de leer en esta alma límpida su íntima unión con Dios, ni tampoco su total abandono a los deseos de la Divina Voluntad, la cual formaba su vida interior. Bernardita, sin haber estudiado sobre las formas de oración, pasaba horas en ella, recitando su Rosario con gran fervor. Vivía en unión perpetua con la Virgen Santísima y a través de Ella con Jesucristo. “Bernardita estaba totalmente perdida en Dios”. Al recibir el hábito de postulante recibió su nombre de religiosa el cual sería su mismo nombre bautismal, Sor María Bernarda.

Tres semanas después de haber recibido el hábito, Bernardita enfermó de gravedad con un nuevo ataque de tuberculosis y tuvo que ser puesta en la enfermería. Esta crisis de sofocación asmática y de tos fue tan seria que el médico pensaba que su muerte era inminente. La Madre Superiora llamó al Obispo y este le administró el Sacramento de Extrema Unción, pero ella no pudo recibir el Viático porque constantemente estaba vomitando sangre. Pensando que Bernardita estaba a punto de morir, la Madre Superiora quiso darle el consuelo de pronunciar sus votos. Habló con el Obispo, y la comunidad dio su aprobación unánime. Sabiendo lo que iban a hacer, Bernardita respondió con una sonrisa de agradecimiento. Fue el Obispo Forcade quien presidió la ceremonia. Bernardita dio su consentimiento por medio de signos ya que no podía hablar. Entonces le fue dado el velo de profesa. Se pensaba que estaba a punto de morir, pero Bernardita siempre ponía su salud en las manos de la Virgen.

La nueva religiosa se durmió y se despertó a la mañana siguiente en un estado de felicidad que ella declaró a su Superiora: “Mi Reverenda Madre, usted me hizo hacer la profesión religiosa porque pensaba que iba a morir. Bueno, mire no voy a morir”. La Madre Superiora entonces le respondió: “Tonta, tú sabías que no ibas a morir y no nos lo dijiste. En este caso, si no has muerto para mañana en la mañana, te quitaré el velo”. Y la hermana María Bernarda, con admirable sumisión heroica, le respondió simplemente: “Como usted desee, reverenda Madre”. Y a pesar del dolor que esto le causaba, supo aceptar este cáliz que el Señor le enviaba.

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Durante su noviciado, Bernardita fue tratada más severamente y quizás más cruelmente que las otras novicias. Sus compañeras decían: “No es bueno ser Bernardita”. Pero ella lo aceptaba todo y veía en ello la mano de Dios. Bernardita profesó el 30 de octubre de 1867 con el nombre de Sor María Bernarda, cuando tenía 23 años de edad. Sin embargo, la felicidad de ese momento fue teñida por una ruda humillación. Cuando llegó el momento de distribuir a las nuevas profesas los trabajos, la Madre Superiora respondió a la pregunta del Obispo: “¿Y la hermana María Bernarda?, “Oh, Señor Obispo, no sabemos que hacer. Ella no es buena para nada”. Y prosiguió: “Si desea, Señor Obispo, podemos tratar de usarla ayudando en la enfermería”. A lo cual el Obispo consintió. La hermana María Bernarda recibió el dolor de esta humillación en su corazón, pero no protestó, ni lloró, simplemente aceptó el cáliz.

Muchas tribulaciones tuvo que pasar; humillaciones, grandes y pequeñas se apilaban sobre ella, y ella decía: “Cuando la emoción es demasiado fuerte, recuerdo las palabras de nuestro Señor, “Soy Yo, no tengan miedo”. “Ante el rechazo y humillaciones de mis Superioras y compañeras inmediatamente agradezco a nuestro Señor por esta gran gracia. Es el amor de este Buen Maestro el que hará desaparecer el árbol del orgullo en sus malas raíces. Mientras más pequeña me hago, más crezco en el Corazón de Jesús.”

A Bernardita se le concedió un gran regalo al comienzo de 1874. Había sido asistente de enfermería, un trabajo que amaba mucho, pero sus fuerzas se diminuían. Después de un ataque de bronquitis en el otoño de 1873, por el cual tuvo que ir al hospital, se determinó que estaba muy débil para seguir ayudando en la enfermería y se le dio el trabajo de menos esfuerzo físico en el Convento, el cual era al mismo tiempo el más importante, y el cual ella amó mucho más que el de ayudante de enfermería: la nombraron asistente de sacristán. Su nueva posición le daba la oportunidad de pasar mucho tiempo en la capilla, cerca del Santísimo Sacramento. Estaba casi sin supervisión, lo que le permitía hablarle al Señor en el Tabernáculo, sin que nadie pensara que ella era extraña. Manejaba todos los artículos sagrados con gran reverencia. El corporal, los purificadores y las albas los trataba consciente que Jesús Encarnado los había tocado durante el Sacrificio de la Eucaristía. Por eso no permitía que nadie le ayudase en este ministerio.

Pero este regalo no duró por mucho tiempo, ya que su salud constantemente empeoraba. A partir de 1877 no es más que una inválida. Se le provee cuidado lo más posible y ella obedece todas las prescripciones. Pronunció sus votos perpetuos el 22 de septiembre de 1878, en un tiempo en que se sentía mejor. Pero no duró mucho. Al siguiente 11 de diciembre retornó a la enfermería, para nunca más salir. Sus últimos meses fueron muy difíciles, haciéndole pasar por la noche oscura del alma. Perdió confianza, la paz del corazón y la certeza del Cielo. Fue tentada al desánimo y desesperación. Pensaba que era indigna de la salvación. Este fue su cáliz más amargo y su sufrimiento mayor.

También sufría mucho físicamente. La cama le causó tener la espalda repleta de llagas. Su pierna tuberculosa se le reventó. Desarrolló abscesos en los oídos, los que la hicieron prácticamente sorda por un tiempo. Si no hubieran sido tan evidentes sus síntomas, nadie hubiese sospechado que estaba enferma. Su actitud tan serena y gozosa no manifestaba el profundo sufrimiento que padecía. No perdió su fortaleza y su aceptación. A una hermana que le dijo que iba a orar para que el Señor le mandara consolación, ella le respondió: “No, no, no consolación, solo fortaleza y paciencia”. Bernardita padeció su pasión durante la Semana Santa de 1879. El día 16 de Abril de 1879 rogó a las religiosas que la asistían que rezaran el Rosario, siguiéndolo ella con gran fervor. Al acabar un Ave María, sonrió como si se encontrara de nuevo con la Virgen de la Gruta y murió. Eran las 3:15 PM. Sus últimas palabras fueron la conclusión del Ave María: “Santa María, Madre de Dios, ruega por mí pobre pecadora….pecadora…”.

Santa Bernardita

Santa Bernardita 2

Pocos años pasaron desde el fin de las apariciones para que la iglesia abra el proceso de investigación de las apariciones de la gruta de Massabieille. Se convoco a teólogos y médicos, geólogos y científicos. No sólo se investigó a la propia Bernardita, sino también el origen de la fuente de agua que surgió en la gruta. Pero el determinante fue el abrumador numero de testimonios de conversiones, milagros de sanación y gracias que las multitudes recibieron. Se aprobó la aparición dándose libre acceso a la devoción de la virgen en Lourdes a las multitudes que acudían a la gruta, al Santuario que se abrió allí, al agua que surgía de la fuente y que curaba a muchos enfermos. Atrás quedaron los años iniciales de persecución, donde la policía prohibía el acceso y perseguía a Bernardita, llegando incluso a intentar encarcelarla. Lourdes se fue transformando en un punto de espiritualidad Mariana que derramaba sus Gracias por el mundo entero, reproduciendo el amor por María entre sus hijos. Y como continuación de la obra del Cielo allí, Bernardita dio testimonio de una vida de santidad oculta, pero que salió a la luz con el paso de los años, como ocurre con las maravillas del Señor: ocultas y pequeñas en un inicio, esplendorosas cuando salen a la luz.

Bernardita fue finalmente Canonizada el 8 de Diciembre de 1933 ante el amor y la alegría de todo un pueblo. Celebramos su fiesta el día en que partió a la casa del Padre, el 16 de Abril. Lourdes se ha convertido en el santuario Mariano mas visitado de Europa y el segundo en el mundo, después del Santuario de la Virgen de Guadalupe en México. Infinidad de enfermos han sido sanados en las aguas milagrosas de Lourdes, pero el mayor milagro siguen siendo las muchísimas conversiones del corazón.

El cuerpo incorrupto de Bernardita

Santa Bernardita cuerpo incorrupto

Después de su muerte, su cuerpo fue puesto en la pequeña Capilla Gótica, situada en el centro del jardín del Convento y la que estaba dedicada a San José. Fue en esta Capilla en la que, después de 30 años, en Septiembre 22 de 1909 reconocieron el cuerpo, en vista al proceso de Beatificación diocesano. El cuerpo fue hallado en perfecto estado de preservación. Su piel dura, pero intacta, mantuvo su color. Hubo un segundo reconocimiento en Abril 18, 1925, poco antes de su Beatificación el 12 de Junio de 1925. (ver Santos Cuerpos Incorruptos)

De este modo, dos veces se abrió el féretro de Bernardita durante su proceso de Beatificación y Canonización, después de décadas de su muerte. Y en ambas oportunidades se encontró su cuerpo totalmente incorrupto pese al paso de los años. Esta señal de Dios, un milagro ante nosotros, testimonia la santidad que ella tuvo en vida y que le mereció entrar al Reino de Dios de la mano de su amada Madre Celestial.

Su cuerpo, aún incorrupto en la actualidad, está expuesto en una urna de cristal en el convento de San Gildard, en Nevers, Francia. Miremos el rostro resplandeciente, pleno de felicidad, de Bernardita. Ella nos muestra con que alegría se llega al final de la vida, cuanto se tiene la seguridad plena de estar entrando en la Patria Celestial

¡Santa Bernardita, ruega por nosotros!

Oración a la Virgen de Lourdes

“Santísima Virgen de Lourdes, que a ninguno desamparas ni desechas, mírame con ojos de piedad y alcánzame de tu Hijo perdón de mis pecados para que con devoto afecto celebre tu Santa e Inmaculada Concepción, en tu milagrosa imagen de Lourdes y reciba después el galardón de la bienaventuranza del mismo de quien eres Madre. Amén.”

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El gran milagro del sol del 13 de octubre en Fatima https://www.reinadelcielo.org/el-gran-milagro-del-sol-del-13-de-octubre-en-fatima/ Fri, 13 Oct 2023 09:24:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10370

El 13 de octubre es una fecha clave en la aparición de la Virgen, en Cova da Iría. Nuestra Señora se les había aparecido a 3 niños pastorcitos, analfabetos, el 13 de mayo de 1917 por primera vez. El 13 de octubre de 1917 se les aparece la Virgen por última vez y los 70.000 concurrentes ven la “danza del sol”. El 13 de octubre de 1921 se permite por primera vez celebrar la Santa Misa en el lugar. Y el 13 de octubre de 1930 el obispo de Leira declara dignas de fe las apariciones y autoriza el culto de Nuestra Señora de Fátima…

Un mes antes, el 13 de septiembre, en la 5ª aparición, la Virgen María les pidió a los videntes que regresaran el 13 de octubre y les prometió que iba a hacer un milagro para que “todos crean”. El 13 de septiembre se llegaron a reunir unas 25.000 personas. Rezaron los pastorcitos el rosario, tras lo cual se repitió el relámpago y tras él la aparición de la Virgen que comenzó a dialogar con Lucía:

Quiero que vengáis aquí el día 13 de octubre. Y que continuéis rezando el rosario todos los días para alcanzar el fin de la guerra. El último día vendrá también San José con el Niño Jesús para dar la paz al mundo. Y Nuestro Señor bendecirá al pueblo.

Lucía le transmite los pedidos de curación de algunos enfermos, que Ella recibe satisfactoriamente.

Y prosigue la conversación:

– ¡Haga un milagro para que toda la gente crea que Ud. se nos aparece!

– Sí, en octubre haré un milagro para que todos crean.

Y la Virgen añadió:

– Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda; llevadla sólo durante el día.

LA 6ª Y ULTIMA APARICIÓN

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Durante la noche del 12 al 13 de octubre había llovido toda la noche, empapando el suelo y a los miles de peregrinos que viajaban a Fátima de todas partes. A pie, por carro y carrozas venían, entrando a la zona de Cova por el camino de Fátima – Leiria, que hoy en día todavía pasa frente a la gran plaza de la Basílica. De ahí bajaban hacia el lugar de las apariciones. Hoy en día en el sitio está la capillita moderna de vidrio, encerrando la primera que se construyó y la estatua de Nuestra Señora del Rosario de Fátima donde estaba el encino. En cuanto a los niños, lograron llegar a Cova entre las adulaciones y el escepticismo que los había perseguido desde mayo. Cuando llegaron encontraron críticos que los cuestionaban su veracidad y la puntualidad de la Señora, quien había prometido llegar al medio día. Ya habían pasado las doce según la hora oficial del país.

Sin embargo cuando el sol había llegado a su apogeo la Señora se apareció como había dicho.

– ¿Qué quieres de mi?
– Quiero que se construyan una capilla aquí en mi honor.
Quiero que continúen diciendo el Rosario todos los días.
La guerra pronto terminará, y los soldados regresarán a sus hogares.

– Si, Si
– ¿Me dirás tu nombre?
– Yo soy la Señora del Rosario
– Tengo muchas peticiones de muchas personas. ¿Se las concederás?
– Algunas serán concedidas, y otras las debo negar.
Las personas deben rehacer sus vidas y pedir perdón por sus pecados.
¡No deben de ofender más a nuestro Señor, ya es ofendido demasiado!

– ¿Y eso es todo lo que tienes que pedir?
– No hay nada más

Mientras la Señora del Rosario se eleva hacia el este ella tornó las palmas de sus manos hacia el cielo oscuro. Aunque la lluvia había cedido, nubes oscuras continuaban oscureciendo el sol. Pero de repente se escapa entre ellos y se ve como un suave disco de plata.

“¡Miren el sol!”, gritó uno de los tres niños.

En este momento dos distintas apariciones pudieron ser vistas, el fenómeno del sol presenciado por los 70,000 espectadores y aquella que fue vista sólo por los niños. Lucía describe esta aparición en su diario.

LO QUE VIERON LOS VIDENTES

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“Después que la Virgen se desapareció en la inmensa distancia del firmamento, vimos San José y al Niño Jesús que parecían estar bendiciendo el mundo, ya que hacían la señal de la cruz con sus manos. Un poco después cuando esta aparición terminó vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, me parece que era lo Dolorosa. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo al igual que lo había hecho San José. Esta aparición también desapareció y vi a Nuestra Señora una vez más, parecida a nuestra Señora del Carmen”. (Sólo Lucia vio la última aparición, anticipando su entrada al Carmelo unos años después).

Estas serían las últimas apariciones en Fátima para Jacinta y Francisco.

Sin embargo a Lucía nuestra Señora se la apareció una séptima vez en 1920, como lo había prometido la Señora el mes de mayo.  Esta vez Lucía estaba en oración en la Cova antes de dejar Fátima para ir a un internado de niñas. La Señora vino para alentarla a que se dedicara enteramente a Dios. Luego se le siguió apareciendo a través de los años.

Mientras los niños veían las diversas apariciones de Jesús, María y San José, la multitud presenció un prodigio diferente, el ahora conocido como el famoso milagro del sol.

¿Cómo se vio?

RELATO DEl DIARIO ‘O SECULO’ DE PORTUGAL DEL DIA SIGUIENTE

(un periódico de Lisboa pro gobierno y anticlerical)

Desde el camino, donde estaban estacionados los vehículos donde cientos de personas se habían quedado ya que no querían vencer el lodo, uno podía ver la gran multitud volverse hacia el sol, que parecía sin nubes y estaba en su apogeo. Parecía una placa de pura plata y se podía mirar fijamente sin incomodar. Pudo haber sido un eclipse que sucedía en ese momento. Pero en ese mismo momento se produjo un gran grito, y uno podía escuchar a los espectadores más cercanos gritar: ¡un milagro! ¡un milagro! Ante el asombro reflejado en los ojos de los espectadores, cuya semblanza era bíblica ya que todos tenían la cabeza descubierta, y buscaban ansiosamente algo en el cielo. El sol temblaba, hizo ciertos movimientos repentinos fuera de las leyes cósmicas, el sol “danzaba” de acuerdo a las expresiones típicas de la gente. Había un viejecito parado en las escaleras de un ómnibus con su rostro volteado hacía el sol que recitaba el credo en alta voz. Pregunté quien era y me dijeron que era el señor Joao da Cunha Vasconcelos. Lo vi después dirigiéndose a los que estaban a su alrededor con sus sombreros puestos y les imploró vehementemente que se descubrieran sus cabezas ante tan extraordinario milagro.

La gente se preguntaban los unos a los otros lo que habían visto. La gran mayoría admitió ver el sol danzando y temblando, otros afirmaban que habían visto el rostro de la Virgen Santísima. Otros juraron que vieron el sol girar como una rueda que se acercaba a la tierra como si fuera a quemarla con sus rayos. Algunos dijeron haber visto cambios de colores sucesivamente.

RELATO DE ‘O DIA’

(otro diario de Lisboa, edición 17 de octubre de 1917)

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A la una en punto de la tarde, mediodía solar, la lluvia cesó, el cielo de color gris nacarado iluminaba la vasta región árida con una extraña luz. El sol tenía como un velo de gasa transparente que hacía fácil el mirarlo fijamente. El tono grisáceo madre perla se tornó en una lámina de plata que se rompió cuando las nubes se abrían. Y el sol de plata envuelto en el mismo velo de luz gris, se vio girar y moverse en el circulo de las nubes abiertas. De todas las bocas se escuchó un gemido y las personas cayeron de rodillas sobre el suelo fangoso. La luz se tornó en un azul precioso, como si atravesara el vitral de una catedral. Y esparció sus rayos sobre las personas que estaban de rodillas con los brazos extendidos. El azul desapareció lentamente y luego la luz pareció traspasar un cristal amarillo. La luz amarilla tiñó los pañuelos blancos, las faldas oscuras de las mujeres. Lo mismo sucedió en los árboles, las piedras y en la sierra. La gente lloraba y oraba con la cabeza descubierta ante la presencia del milagro que habían esperado. Los segundos parecían como horas, así de intensos eran.

RELATO DE TI MARTO (PADRE DE JACINTA Y FRANCISCO)

Podíamos mirar con facilidad el sol, que por alguna razón no nos cegaba. Parecía titilar primero en un sentido y luego en otro. Sus rayos se esparcían en muchas direcciones y pintaban todas las cosas en diferentes colores, los árboles, la gente el aire y la tierra. Pero lo más extraordinario para mí era que el sol no lastimaba nuestros ojos. Todo estaba tranquilo y en silencio y todos miraban hacia arriba. De pronto pareció que el sol dejó de girar. Luego comenzó a moverse y a danzar en el cielo, hasta que parecía desprenderse de su lugar y caer sobre nosotros. Fue un momento terrible.

RELATO DE MARÍA CAPELINHA (UNA DE LAS PRIMERAS CREYENTES)

Se transformó todo de diferentes colores, amarillo, azul y blanco. Entonces se sacudió y tembló, parecía una rueda de fuego que caía sobre la gente. Empezaron a gritar “¡nos va ha matar a todos!”. Otros clamaron a nuestro Señor para que los salvara, ellos recitaban el acto de contrición. Una mujer comenzó a confesar sus pecados en voz alta, diciendo que había hecho esto y aquello. Cuando al fin el sol dejó de saltar y de moverse todos respiramos aliviados. Aun estábamos vivos y el milagro predicho por los niños fue visto por todos.

RELATO DE UN PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE COIMBRA

Relación de los hechos que ofreció el doctor José Pröença de Almeida Garret, profesor de la Universidad de Coimbra y testigo ocular del prodigio solar de Fátima.

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Estaba a un poco más de cien metros de unos postes levantados que sostenían una cruz rústica. Veía perfectamente, alrededor de este arco, el ancho círculo de la multitud, que con sus paraguas abiertos parecía un vasto campo de corazas. Poco después de la una llegaron a este lugar los niños, a quienes (según ellos aseguran) la Virgen les indicó el lugar, el día y la hora de la aparición. Sería la una y media cuando se levantó, en el preciso lugar que ocupaban los niños, una columna de humo fino, tenue y azulado, que subió recto hasta unos dos metros, tal vez, por encima de las cabezas y se desvaneció a esta altura. Este fenómeno, perfectamente visible a simple vista, duró algunos segundos (…). El humo se disipó bruscamente, y, al cabo de cierto tiempo, volvió a producirse por segunda y por tercera vez…el sol había traspasado la densa capa de nubes que le tenían oculto para brillar clara e intensamente. Me volví hacia este imán que atraía todas las miradas y le pude ver parecido a un disco de bordes nítidos y vivo en el centro, luminoso y brillante, pero sin que dañase a la vista (…) No se parecía en nada a la luna en una noche transparente y clara, pues se le veía y se le sentía como a un astro vivo. No era esférico, como la luna; tampoco tenía su tonalidad ni sus claroscuros. Parecía un disco plano y pulimentado, tallado en el nácar de una concha.

ESTO NO ES UNA COMPARACIÓN TRIVIAL DE POESÍA BARATA. MIS OJOS ASÍ LO VIERON.

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La bóveda celeste estaba teñida de tenues cirrus, con anchos espacios azules aquí y acullá; pero el sol se destaco muchas veces EN EL CIELO DESPEJADO. Las nubes, que se deslizaban tranquilas de este a oeste no amortiguaban la luz del sol (la cual no dañaba a la vista)…Es maravilloso que durante un tan largo espacio de tiempo se haya podido contemplar aquel astro, foco de luz y centro de calor, SIN QUE PERJUDICASE LA VISTA Y SIN UN DESLUMBRAMIENTO QUE CEGASE LA RETINA. Este disco nacarado tenía el vértigo del movimiento. El cual no consistía solamente en el centelleo de un astro en plena vida, sino que giraba realmente sobre sí mismo a una velocidad impetuosa. De nuevo se oyó un clamoreo, como un potente grito de angustia de todo ese pueblo. Conservando la velocidad de su rotación, el sol se desprende del firmamento y, rojo como la sangre, avanza sobre la tierra, amenazando aplastarnos bajo el peso de su inmensa masa ígnea. Fueron unos segundos de terrorífica impresión.

Durante el fenómeno solar que acabo de describir detalladamente, hubo en la atmósfera coloraciones impresionantes (…). Temiendo una afección en la retina -hipótesis poco probable, pues en tal caso no hubiera visto las cosas de color violeta-, cerré los párpados y los mantuve tapados con mis manos para interceptar la luz. Me volví y, abriendo de nuevo los ojos, observé que, como antes, el paisaje y la atmósfera seguían siempre con el mismo color violeta. La impresión que se tenia no era la de un eclipse. Yo he visto un eclipse total de sol en Viseu (…). Todas las personas parecían estar enfermas, afectadas de ictericia. Me sonreía al verlas tan feas y con tan mala cara. Oí que otros también se reían. Mi mano tenía el mismo color amarillo. OBSERVÉ TODOS ESTOS FENÓMENOS QUE ACABO DE CITAR Y DESCRIBIR TRANQUILA Y SERENAMENTE, SIN NINGUNA EMOCIÓN NI SOBRESALTO. A otros incumbe explicarlos o interpretarlos.

OTROS TESTIMONIOS

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Yo estaba mirando hacia el lugar de las apariciones, esperando serena y fríamente que algo sucediera. Y con una curiosidad en descenso por que había pasado mucho tiempo sin que sucediera nada que me llamara la atención. Entonces escuche miles de voces gritar y vi que la multitud de pronto se volteó hacia el lado contrario, sus espaldas en contra del sitio donde yo tenía dirigida mi atención y miré al cielo del lado opuesto. La hora legal era cerca de las 2 de la tarde, alrededor del medio día solar. EL sol unos momentos antes había aparecido entre unas nubes, las cuales lo ocultaban y brillaba clara e intensamente. Yo me volví hacia el magneto que parecía atraer todas las miradas y lo vi como un disco con un aro claramente marcado, luminoso y resplandeciente, pero que no hacía daño a los ojos. No estoy de acuerdo con la comparación que escuchado han hecho en Fátima y la de un pesado disco plateado. Era un color más claro rico y resplandeciente que tenía algo del brillo de una perla. No se parecía en nada a la luna en una noche clara porque al uno verlo y sentirlo parecía un cuerpo vivo. No era una esfera como la luna ni tenía el mismo color o matiz. Parecía como una rueda de cristal hecha de la madre de todas las perlas. No se podía confundir con el sol visto a través de la neblina (por que no había neblina en ese momento), porque no era opaco, difuso ni cubierto con un velo. En Fátima daba luz y calor y aparentaba un claro cofre con un arco bien difundido. La danza del sol duró unos 15 minutos.  Y mientras tanto, unos lloraban, otros gritaban de admiración o terror, muchos se arrodillaban y pedían perdón a Dios y a la Virgen. Al finalizar el milagro, la gente pudo comprobar que sus ropas estaban completamente secas. Aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.

Agradecimiento a Joseph por habernos suministrado este hermoso material


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La Virgen del Olvido Triunfo y Misericordias https://www.reinadelcielo.org/la-virgen-del-olvido-triunfo-y-misericordias/ Tue, 18 Apr 2023 08:11:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23371 ]]>

Publicamos el artículo del catedrático Javier Paredes sobre la historia del convento de Caballero de Gracia, tras la aparición de la Virgen, el 13 de mayo de 1831, a Sor Patrocinio. 

La llama sigue viva hoy en el convento de Blasco de Garay, a pesar de la dura prueba a la que fueron sometidas sus monjas por el laicismo sectario liberal de la época.

Con todo, la comunidad logró reestablecerse para mantener el culto a la Virgen del Olvido. En la imagen, el Niño Jesús de Sor Patrocinio que se venera en la Comunidad de Caballero de Gracia.

Madrid y 13 de mayo de 1831, la Santísima Virgen se aparece a una monja jovencísima de veinte años en el madrileño convento de Caballero de Gracia. La monja se llamaba Sor Patrocinio y mantiene con la Reina del Cielo la siguiente conversación:

—Señora y Reina mía, ¿no veis la España; no veis los males que nos afligen?
—Hija mía, los veo; pero no puede mi amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de mí y retiran las misericordias; y por esto, a esta imagen le darás el título misterioso del Olvido; para darles a entender, que me han olvidado; pero yo que soy vuestra tierna y amorosa madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta imagen mía, que jamás mis misericordias se apartan de ellos.

Y, efectivamente, tras manifestarse como una tierna y amorosa madre, la Santísima Virgen  le entrega una imagen para que se venere bajo la advocación de la Virgen del Olvido Triunfo y Misericordias.

Inmediatamente se envían informes a Roma, y el papa Gregorio XVI autoriza el culto. Los madrileños acuden al convento del Caballero de Gracia y a partir de 1833 aparecen las noticias en El Diario de Avisos de Madrid de los cultos que allí se celebran, porque Madrid se ha convertido en un centro de devoción mariana.

Tales manifestaciones públicas de fe resultan intolerables para el gobierno liberal que impone en España un laicismo sectario, dictado desde las logias masónicas a las que pertenecen los elementos dirigentes de los partidos políticos, que entonces se llaman partido moderado y partido exaltado. Y entre ellos destaca Salustiano Olózaga que propone que su partido deje de llamarse exaltado para denominarse “partido progresista”.

Así suena mejor; sin duda. Salustiano Olózaga es listo como pocos, pero también malo como un diablo y un cobarde, porque se esconde detrás los fusiles de la Milicia Urbana para satisfacer sus más bajos instintos. El 9 de noviembre de 1836  saca del convento a Sor Patrocinio acusándola de alta traición porque dice que apoya al carlismo en plena guerra civil. En aquellas circunstancias, por menos se fusilaba a la gente, pero Olózaga ni siquiera la trasladará a la cárcel, retiene a Sor Patrocinio en una casa de mala fama que regenta Manuela Peirote. Sin embargo, Sor Patrocinio no cede y por gracia extraordinaria no le va a poder tocar ni el borde de su hábito. Y como el sucio deseo incumplido del cobarde se transforma en venganza, Sor Patrocinio es condenada injustamente a un destierro de más de nueve años por no haber hecho nada, la comunidad de Caballero de Gracia al completo es expulsada del convento, el Estado se apropia del edificio y se vende en una subasta.

Son los años de la desamortización de Mendizábal, esa iniciativa política que definió Menéndez Pelayo como “un inmenso latrocinio”, a lo que hay que añadir que además fue una gigantesca mentira que se transmite hasta el día de hoy en los siguientes términos: la desamortización fue la puesta en explotación de unos bienes improductivos, de manos muertas, para generar riqueza en España, para lo que fue necesario trasladar la propiedad desde las instituciones clericales a manos particulares… Cuando en realidad fue una medida sectaria para despojar a la Iglesia de su patrimonio y repartírselo entre unos cuantos ricachones sin escrúpulos.

Las disposiciones desamortizadoras eran esencialmente sectarias, de manera que, entre otras, obligaban a los comparadores de los monasterios que en caso de no derribarlos, si mantenían en pie los edificios para destinarlos a otros usos, tenían que echar al suelo las campanas y quitar de las fachadas cualquier elemento religioso que recordara el uso anterior que había tenido ese edificio Madrid y septiembre de 1836. Saquean el convento del Caballero de Gracia, arrebatan todas sus pertenencias y el Estado se apropia de la iglesia y del edificio conventual, 34.027 pies cuadrados, que se los entrega a precio de ganga a un francés que se llama Pedro Adolfo Deville en el mes de enero de 1838. Pero Deville solo es un subalterno que, a cambio de unos miles de reales, le da el pase al convento para que se apropien de él los ricos de verdad. Meses después de adquirirlo Deville traspasa la propiedad y aparece Gaspar Remisa, la mayor fortuna de España junto con la del marqués de Salamanca, que le compra una parte.

Cuando el marqués de Remisa hace esta operación ya está entrado en años y le quedan menos de cinco para ir a la tumba, pero para proseguir los negocios ya están dispuestos los maridos de sus dos hijas. La mayor, María Dolores Remisa, está casada con Jesús Muñoz, el hermano de Don Fernando Muñoz, duque de Riánsares y marido de la viuda de Fernando VII, la reina María Cristina, que convirtieron el domicilio conyugal en una gestoría de negocios, prototipo de la corrupción decimonónica. Y la otra hija de Gaspar Remisa, María Concepción, tampoco estaba mal casada, su marido se llamaba Segismundo Moret, que lo fue todo en política: diputado, presidente del Congreso, en diferentes gabinetes ministro de Ultramar, Hacienda, Gobernación, Estado, Fomento, presidente del Consejo de Ministro y masón, uno de los más importantes de los que ha catalogado Ferrer Benimeli.

A la vuelta del primer destierro en 1844, Sor Patrocinio se incorpora a su comunidad que estaba en el convento de la Latina. Seguía siendo abadesa la madre Pilar a la que, tras su muerte en 1849, sucede en el cargo Sor Patrocinio. Pocos años después, Sor Patrocinio marcha con diez monjas a fundar a Torrelaguna y la comunidad del Caballero de Gracia sigue su curso, residiendo de convento en convento hasta encontrar la actual morada de la calle de Blasco de Garay de Madrid, y por eso esa comunidad se puede denominar con toda propiedad Comunidad del Caballero de Gracia, ya que su nombre canónico no se usó ni en los documentos notariales ni entre las gentes del pueblo. Se le llamó siempre “Convento del Caballero de Gracia”. Y puestos a encontrar una prueba de identificación, ninguna mejor que la del nombre canónico: monasterio de San José, de Jesús y María, el mismo que tenía el del convento que derribaron los sectarios en 1838 es el del que se levanta hoy en la calle Blasco de Garay de Madrid.

En definitiva, las dos últimas abadesas de las Concepcionistas que residen ahora en la calle Blasco de Garay, las madres Piedad y Gilma, son las sucesoras en el cargo de Sor Patrocinio. Pero para chasco de los Mendizábal, los Olózaga, los Remisa, los Muñoz o los Moret y sus sucesores ideológicos y enemigos de la Iglesia, que daban por enterrada la devoción a la Virgen del Olvido, resulta que se ha avivado. Nunca se extinguió del todo, pero de ese rescoldo que perduraba desde el derribo del convento en 1838, ha surgido una llama que está poniendo en activo la aparición de la Virgen del Olvido, porque hay quien se niega a desperdiciar tantas gracias como nos trae la Virgen bajo esa advocación tan bella: Olvido, Triunfo y Misericordias.

Y en esto están empeñado un buen grupo de madrileños junto con la comunidad del Caballero de Gracia, que reside en la calle Blasco de Garay nº 51-53 de Madrid, donde el próximo martes día 22 de diciembre nos vamos a reunir a las siete de la tarde para rezar el Santo Rosario, asistir a la Santa Misa y cantar la Salve de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias y adorar al Niño Jesús de Sor Patrocinio que custodia la comunidad de Caballero de Gracia, actos de culto en honor de la Virgen a los que podrán asistir cuantos lo deseen. Mis queridos lectores, será un placer saludarnos personalmente y, desde luego, estar esa tarde todos unidos -por presencia o por la comunión de los santos- bajo el manto protector de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias el próximo 22 de diciembre, antevíspera de la Nochebuena.
Javier ParedesCatedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.
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Fuente: Hispanidad.com


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