La siguiente se corresponde a un hecho maravilloso que aconteció en Hermosillo una ciudad del noroeste de México y capital del estado de Sonora.
Dos servidoras de una parroquia cercana al lugar llevan la santa eucaristía para ser dada a los enfermos, las mismas iban entre cantos y alabanzas, cuando de repente un caballo que se encontraba sobre la calle de tierra en la cual transitaban, se le acerca hasta la venta del conductor. Al principio hizo topes con su hocico sobre la ventana dando soplos sobre sus narices, siendo un signo característico de la especie cuando reconoce la presencia y cercanía de su amo.
Pero para mayor sorpresa y maravilla de las servidoras, estas observaron cómo el manso animal se inclinó TRES VECES sobre una de sus patas delanteras, haciendo así una clara reverencia y reconocimiento hacia el Señor Sacramentado. Sin embargo, aún no saliendo de su asombro, las portadoras de la sagrada forma, presenciaron aún lo más sorprendente. Y es que el noble equino se retiró un poco hacia atrás, pero en esta ocasión para sentarse sobre sus patas traseras y posteriormente extenderse bajo POSTRACIÓN DECÚBITO VENTRAL con todo su cuerpo ( incluida su cabeza y patas delanteras), dando así una clara ADORACIÓN al Señor de Señores (vivo y presente en la Sagrada Hostia). Esto lo repetirá varias veces y de manera seguida, acompañado de una misteriosa señal, pues en medio de la mística experiencia los ojos del caballo se llenaron de un reflejo blanco, que posteriormente una vez terminado el momento desaparecería.
¡Bendito y alabado sea Jesús Sacramentado!