Angélica María Páez Gómez tiene 25 años, pero lleva a sus espaldas una historia de sufrimiento que sólo Dios ha conseguido curar. Depresiones, drogas, una sexualidad desordenada que le llevó al lesbianismo, decenas de piercings e incluso la influencia demoníaca. Esto es lo que ha vivido esta joven colombiana que ahora relata su testimonio y en el que la Virgen María y los sacramentos, especialmente la Eucaristía han hecho de ella una mujer nueva.
En una entrevista para Portaluz, esta joven afirma haber sufrido la persecución y los ataques del diablo desde niña. “A los siete años, mientras dormía, sentía que me presionaba el pecho; era una sensación de angustia y desespero. A raíz de estos ataques, comencé a dormir con mi mamá”, recuerda.
Sin embargo, en su entorno encontró más manifestaciones que ella atribuye al demonio. “Mi hermano tenía un amigo llamado John Arian, él era ocultista y satanista. Dormía en un ataúd, él sufrió una grave enfermedad. Una noche, en un sueño que tuve, lo vi envuelto en llamas suplicando y gritando: ayúdame, ayúdame. Desperté y ese mismo día a las diez de la mañana llamaron a casa informándonos que había muerto”.
Desde niña experimentó la influencia del demonio
Desde niña perdió la inocencia y se dejó llevar por el pecado. Angélica relata que a los nueve años empezó a masturbarse y a sentir atracción física por una vecina. Ya más adelante empezó a juntarse con los amigos de su hermano mayor y a introducirse en círculos de black metal, seducida por la mezcla que había de música satánica, alcohol, drogas…Y ahí conoció a una chica satanista que le enseñó una iglesia satánica sólo para mujeres.
“Escuchaba voces en mi oído que me decían: ‘tienes que hacer un trato conmigo, te lo daré todo, te lo daré todo”, afirma Angélica. Pero ella intentaba no escuchar demasiado estos mensajes y quiso marcar distancia con estos grupos satanistas. Aunque la solución por la que optó fuera igual de mala para su ser.
Una espiral autodestructiva
A esta joven le encantaba hacerse perforaciones en su cuerpo para colocarse decenas de piercings y empezó incluso a sentir gusto por el dolor que le provocaba dañarse el cuerpo o agujerear el de otras personas. Pero así tampoco era feliz y su insatisfacción crecía y crecía.
“Tuve una decaída anímica total, entonces empecé a sufrir de la nada ataques de pánico, depresión…Yo no soportaba ir a la universidad ni en autobús ni siquiera en taxi porque sentía que el mundo me iba a comer; empezaba a llorar, estaba en clase y tenía que salir porque me daban náuseas, estaba tres días encerrada en mi dormitorio llorando, golpeándome de manera horrible contra las paredes. Una depresión que yo misma me preguntaba, ‘pero, ¿por qué estoy así?’”.
La conversión previa de su madre
Angélica iba de mal en peor en una espiral de autodestrucción muy preocupante. Su madre veía su sufrimiento y rezaba por la conversión de su hija. Y fue la oración de su madre la que la sacó de este enorme agujero.
Precisamente fue la propia conversión de la madre de Angélica la que alimentó la suya propia puesto que antes ella también practicaba el ocultismo acudiendo a brujos y echando las cartas. “Ella empezó a ir a misa, rezar el Rosario, oraba y asistía a los congresos de Teleamiga y casa Belén. Un día me llevó y gracias a una confesión que hice con el padre Julio César mi vida empezó a cambiar”, cuenta esta joven, emocionada.
Las oraciones de liberación
Así fue como volvió a la Iglesia Católica, que en todo momento la acompañó en su situación. Dos sacerdotes realizaron en ella oraciones de liberación y ella afirma que “después de que el padre Gerardo Piñeros me impusiera las manos sentí el abrazo de Jesús diciéndome: ‘volviste, eres mía, siempre estuve aquí para ti, ya ha sido suficiente y ahora vas a estar conmigo y vamos a trabajar juntos’”.
El sacerdote recomendó a esta joven rezar el Rosario diario y acudir a los sacramentos. Fue así como esta práctica pasó de una recomendación a una necesidad para ella. Necesitaba el Espíritu Santo para resistir los envites del demonio.
Angélica se consagró al Inmaculado Corazón de María con la preparación que recomienda San Luis María Grignion de Montfort, se esmera por asistir a eucaristía todos los días, Adora al Santísimo, canta en su parroquia, compone canciones para Dios y siempre que puede da testimonio de lo vivido…
El consejo a otros jóvenes
“Cuando uno cae en la garras del enemigo ni se da cuenta que está con el enemigo… Mi cuerpo le pertenecía al diablo y hoy que pertenezco a Dios mi consejo a los jóvenes es que escuchen a los abuelitos, a sus padres, y estén atentos pues Dios se vale de todo para llegar al corazón. Dios se vale de su novio, novia, mamá, papá, se vale absolutamente de todo para decirte: Estoy aquí, te amo, no importa cuántas veces me crucifiques en tu corazón, no importa si tu pecado es color escarlata. Te amo y estoy para ti”.