Oh Sagrado Corazón de Jesús, has amado a la humanidad hasta el extremo, sin escatimar en nada por salvarnos y darnos tu amor, tu vida, tu gracia y tu verdad. Has amado a la humanidad hasta el punto de dejarte traspasar y así convertirte en la fuente abierta de donde manan, abundantemente, las gracias de salvación, de conversión y de fortaleza para ser fieles a la vocación más sublime de la persona humana: la vocación al amor, manifestada en la donación sincera, total y permanente, de sí mismo. Tu Corazón traspasado es el Hogar de la humanidad y la Escuela en donde aprendemos el esplendor de la verdad sobre el Evangelio de la Familia y en donde somos formados para vivir la potencia salvífica del Evangelio del Amor y de la Vida.
A tu Corazón, Oh Jesús, consagramos hoy nuestra familia, para que dentro de tu Corazón, seamos protegidos de todo lo que se opone al amor conyugal y familiar. Para que formados en la Escuela de tu Corazón aprendamos a vivir en la auténtica comunión que nace de la alianza de amor permanente e indisoluble, de la fidelidad y el respeto de los esposos y sobre la cual se construye el don de la comunión en el amor de todos los miembros de la familia. Que nuestra familia sea una comunidad de amor, santuario de la vida, escuela de humanidad y camino de maduración en las virtudes cristianas y humanas, para poder formar hombres y mujeres de bien, que sean instrumentos para la construcción de una nueva civilización de amor, verdad, vida, paz y solidaridad. Que tu Corazón oh Jesús, reine en nuestras familias y hogares, para que con la fuerza de tu amor, vivamos según la dignidad de la vocación que hemos recibido. Que siempre triunfe en nuestra familia la potencia luminosa, gozosa y exigente del auténtico amor que nunca puede ser comprado o vendido, sino que solamente puede ser libremente, mutuamente y gratuitamente donado.
Oh Corazón Inmaculado de María, tu eres la morada de Dios hecho Hombre; tu Corazón fue el Hogar del Corazón de Cristo, lugar donde él creció en sabiduría, gracia y estatura ante Dios y los hombres. Tu Corazón, oh Madre, es la Escuela luminosa del corazón humano. Allí aprendemos a contemplar y a imitar la vida de Jesús, a conocer la fuerza arrasadora del amor que está siempre disponible a cuidar, sostener, defender, madurar y cultivar el don precioso del amor familiar.
A tu Corazón Inmaculado y Materno, consagramos hoy nuestra Familia. Tu que eres la Madre de la Sagrada Familia qué es imagen y modelo de toda familia humana, ayúdanos a encaminar a nuestras familias en el espíritu de la Casa de Nazaret. Enséñanos a custodiar el don del amor, el don de la vida, el don de la alegría, el don de la fidelidad, de la comunión y del servicio incondicional. Enséñanos, en la escuela de tu Corazón, a valorar el don de la vocación, identidad y misión de la familia cristiana en el mundo de hoy. Enséñanos a hacer de nuestros hogares, pequeños santuarios de oración y escucha de la Palabra de Dios. Enséñanos a caminar la senda del auténtico discipulado siguiendo muy de cerca a Jesús, obedeciendo sus mandamientos y recibiendo asiduamente su gracia y su poder en los sacramentos. Enséñanos a ser fieles y generosos en los momentos de dificultad y sufrimiento. Tú, Madre de la Sagrada Familia, protege nuestra familia de todo lo que pueda dañarle espiritual, moral, material o físicamente. Enséñanos a custodiar con sabiduría, gracia, oración, diálogo sincero y con sacrificios diarios de amor oblativo, la belleza, la verdad y la bondad de la vocación familiar.
Oh, Corazones de Jesús y María, esperanza de la Familia! A sus Corazones consagramos nuestra familia! Que en la escuela de sus Corazones, aprendamos a ser testigos vivientes y luminosos del tesoro de ser Familia. Que con la fuerza de su Amor, seamos firmes en los compromisos que fluyen de la alianza de amor y fidelidad sobre la que se fundamenta la Familia. Que por el poder de esta consagración nuestra Familia les pertenezca y quede sellada para siempre con el signo de Sus Corazones. Que bajo este signo sea protegida de las amenazas del demonio, del mundo y de las pasiones de la carne que atentan con gran fuerza contra la dignidad, integridad y unidad de la Familia. Que en nuestros hogares y nuestras Familias triunfe en todo y en todos, el amor de los Corazones de Jesús y María. Que en nuestras Familias se viva en todo y en todos, la potencia luminosa del Evangelio del Amor, de la vida, de la paz, de la auténtica humanidad, de la solidaridad y de la comunión. ¡Que triunfe siempre el Evangelio de la Familia! Amen.
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Fuente: Corazones.org