Ese 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, se cumplirá una profecía que confirmó el mismo Padre Pío el primer domingo de agosto de 1968, mes y medio antes de morir.
Esta semana los Hermanos Menores Capuchinos confirmaron el calendario de exposición de los restos de San Pío de Pietrelcina (1887-1968) en Roma. La urna que se venera en el convento de San Giovanni Rotondo, donde el Padre Pío pasó su último medio siglo de vida, convertido en centro de peregrinación mundial, se instalará entre el 3 y el 11 de febrero en distintos enclaves de la ciudad.
Los días 3 y 4, en la Basílica de San Lorenzo al Verano, junto a las reliquias de otro santo capuchino, San Leopoldo Mandic (1866-1942). Ambos serán trasladados el día 5 a la Basílica de San Pedro, donde al día siguiente el Papa recibirá a los Grupos de Oración del Padre Pío (su gran apostolado, que empezó a organizar en los años cuarenta) y a los fieles de la diócesis de Manfredonia, donde se encuentra San Giovanni Rotondo.
También en San Pedro, el 9 de febrero el Papa oficiará misa ante todos los capuchinos del mundo, y al día siguiente, Miércoles de Ceniza, enviará por todo el mundo a los Misioneros de la Misericordia, una de sus iniciativas para el Año Jubilar. El Padre Pío consagró prácticamente toda su vida a confesar, así que será un testigo privilegiado del compromiso de los sacerdotes que voluntariamente se han incorporado a ese proyecto.
Que ese día estén allí los restos del Padre Pío fue un expreso deseo de Francisco, transmitido por el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, al arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo, Michele Castoro: “La presencia de los restos de San Pío será un signo precioso para todos los misioneros y los sacerdotes, los cuales encontrarán fuerza y sostén para la propia misión en su ejemplo admirable de confesor incansable, acogedor y paciente, auténtico testimonio de la Misericordia del Padre”, decía la carta.
Al día siguiente del Miércoles de Ceniza, el cuerpo incorrupto del santo de los estigmas será trasladado a su pueblo natal, Pietrelcina (Benevento, Campania), donde quedará hasta el 14, cuando regresará a San Giovanni Rotondo. En esa localidad recibió por primera vez las llagas de la Pasión el 20 de septiembre de 1918; le desaparecieron exactamente medio siglo después, tres días antes de su muerte, un 23 de septiembre.
La Profecía
José María Zavala muestra en su libro Padre Pío, los milagros desconocidos del santo de los estigmas, la presencia viva del Padre Pío en nuestros días a través de conversiones y milagros cotidianos.
Ese 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, se cumplirá una profecía que confirmó el mismo Padre Pío el primer domingo de agosto de 1968, mes y medio antes de morir.
Según contó Raffaele Iaria el pasado 29 diciembre en el diario Avvenire, propiedad de la conferencia episcopal italiana, aquel día el Padre Pío le dijo al padre Mariano de la Santa Cruz de Magliano que volvería a su patria chica “bastantes años después de la muerte”.
“Padre, aún le deseamos cien años… El Señor sabrá, y le llamará al Paraíso”, respondió el padre Mariano, quien era, junto con el padre Pellegrino Funicelli, uno de sus asistentes cuando el santo ya apenas podía moverse por sí mismo: “Tras su muerte, habrá señales, prodigios, milagros, la Iglesia os elevará a los altares. Entonces tomarán su cuerpo y le darán un gran paseo hasta Pietrelcina. ¿He dicho bien?”. Según cuenta el fraile, el Padre Pío bajó la cabeza dos veces y dijo: “Así será”.
El santo abandonó Pietrelcina el 17 de febrero de 1916 para no volver jamás… hasta justo un siglo después, esos cien años que confirmó ante el padre Mariano.
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Fuente: Religión en Libertad