“Cuando no consigas avanzar a grandes pasos por el camino que conduce a Dios, conténtate con dar pequeños pasos y espera pacientemente a tener piernas para correr, o mejor alas para volar” (San Pío de Pietrelcina).
En las palabras del Padre Pío, el consejo cala más profundamente en el alma, ¿verdad? Es que su voz nos suena familiar, y sus palabras nos obligan a hacer un alto en el camino, y meditar. El Santo del Monte Gargano nos dice claramente que, en la búsqueda de agradar a Dios, menos es más. ¿Cómo es esto de que menos es más, qué clase de contradicción matemática estoy proponiendo? Pues, tan simple como aquello de ?niégate a ti mismo y me encontrarás?. También esta máxima espiritual que nos legó Jesús es compatible con el ?menos es más?.
Menos de ti, más de Dios, ese es el secreto que debemos desentrañar. La negación de uno mismo abre el espacio para que Dios entre en nosotros, en nuestra vida. Cuando queremos abundar en esfuerzos, y aún sobreabundar en iniciativas y palabras, caemos en un desorden que nos obliga a esforzarnos aún más, hasta derrumbarnos como un gigante al que le han amarrado los pies. Y nuestra caída es estrepitosa, ruidosa, abochornante. ¿Qué falló, nos preguntamos? No hablamos de malas intenciones, o de proyectos ajenos a la Voluntad de Dios, hablamos de querer hacer más de lo que nosotros mismos podemos hacer.
Si, es Dios el que nos da la fortaleza, las piernas, y aún las alas, para correr y volar en esta vida. Es El quien nos hará ir despacio cuando estemos en etapa de formación, de educación. La escuela de Jesús es una maravillosa cadena de pequeños episodios que nos llevan a la reflexión, y de la reflexión a la oración, y de la oración a la Eucaristía, y de allí a obrar para El. Pero es un camino que debemos recorrer con humildad, con pequeños pasos. No se lo puede, ni se lo debe, acelerar. Es como querer sanar a la gente mientras se atiende a los primeros pasos en la universidad de medicina.
La escuela de Jesús tiene consuelos, luz que marca nuestro sendero, y también dolor. Dolores que en otro tiempo no tendríamos, porque simplemente no teníamos abierta la sensibilidad que Jesús nos despierta. Deseos de llorar al ver la falta de amor en el mundo, la injusticia y la opresión del poder que busca destruir las almas. Aprendemos a ver y valorar aspectos de la vida que antes no veíamos, y reflexionamos sobre nuestra misión en este mundo, el propósito de nuestro existir. Entonces nace en nosotros ese irrefrenable deseo de hacer algo por el Señor, ya mismo. Pero también la escuela de Jesús nos muestra el peligro de encarar proyectos para los que no estamos preparados, ni designados ¡Porque menos es Más!
Jesús nos enseña a dar pequeños pasos, pero a poner absolutamente toda nuestra energía, nuestra concentración, en esos pequeños pasos. En la escuela del Señor no hay lugar para la pereza, la falta de empuje. El espera que pongamos todo nuestro sudor en esos pequeños y humildes proyectos que nos ha asignado, los que miraremos con humildad y con un ardiente deseo de hacer todo con amor. Como nos enseñó Santa Teresita de Lisieux, la maestra de la santidad en lo pequeño: ?si lavas un plato, que sea con amor?.
Y sin darnos cuenta, un día veremos que en ese esfuerzo de agradar a Dios, estaremos haciendo más, no porque nosotros queramos sino porque El ha puesto lo necesario frente a nosotros. Tendremos piernas para correr, o alas para volar, porque será Jesús el que realiza Su Obra a través nuestro. Nunca nosotros, siempre El; nosotros lo pequeño, El lo grande; nosotros lo menos, El lo más.
Nuestros pies firmes en el camino, nuestra mirada concentrada en el surco frente nuestro, Cristo guiando nuestra mano ¿Que nos puede faltar? Es Dios el que realiza las obras, dejemos que El ocupe Su lugar. Como lo dijo el Padre Emiliano Tardif, seamos como el burrito que entró a Jesús en andas a Jerusalén aquel Domingo de Ramos. Los vítores, las aclamaciones, las palmas, todo es para el Señor. Como buenos burritos, concentrémonos en que Quien va sobre nuestro lomo viaje cómodo y feliz de tenernos a Su servicio ¡Nosotros, felices y orgullosos de tan noble tarea, porque menos, es más!