El corto es de Yes He is y se llama «Roto». Una palabra pequeñita que despierta un millón de sentimientos. Roto podemos tener el corazón, el espíritu y hasta el cuerpo. Rota la esperanza, la alegría o las ganas de seguir adelante. Verlo, nos recuerda que todos nos hemos sentido rotos alguna vez, pero que como sucede en el corto, si dejamos que Jesús nos abrace, todo cambia.
Roto estoy por dentro Señor
A veces nos sentimos dañados, rotos. Sentimos que nos quebramos en pedazos, pero luego, con el gesto más inesperado Dios llega y nos dice «aquí estoy». A veces nos esforzamos por no derrumbarnos, pero las acciones de otros nos lastiman, nos duelen, nos parecen incoherentes. ¿Por qué el otro se empeña en hacernos daño?
Con esto decimos que nuestro dolor o sufrimiento se deba únicamente a terceros. El dolor a veces también es la consecuencia de nuestras malas decisiones, de nuestro actuar egoísta y sin sentido. Roto nos sentimos cuando nos esforzamos por actuar con caridad y paciencia, pero el otro nos responde a gritos con el corazón lleno de furia.
Rotos nos sentimos cuando otros nos rechazan sin atreverse a conocernos. Rotos nos sentimos, cuando buscamos consuelo en nuestros seres queridos, pero no lo encontramos. Rotos nos sentimos cuando parece que nuestro amor o nuestros logros, no son suficientes. Cuando clamamos a Dios por una respuesta, pero en lugar de ello, solo nos martilla el silencio.
Y puede que por fuera no nos veamos rotos, que sonriamos en el trabajo o en casa y que hasta hagamos bromas. Puede que nos parezca más sencillo fingir, que decir en voz alta que nos estamos derrumbando. Puede también, que andemos con el corazón salpicado de rencor y rabia contra Dios, y que nos haga falta agachar la cabeza y pedirle perdón.
Reconocerse frágil y necesitado de Su amor
Cuánto añoramos todos en nuestro interior, el abrazo de Jesús. Cuánto quisiéramos que llegara así como en este corto, a abrazarnos con fuerza, a unir lo que estaba roto, a sanar lo que dolía, a curar lo que lastimaba, a hacer brillar lo que antes permanecía en penumbra.
Cuán sedienta estamos de tu amor Señor, y no solo de tu abrazo, sino de que hagas de nuestro corazón lo que tú quieras. Pensar en que el amor de Jesús por nosotros no tiene límites, brinda un consuelo inimaginable. El mismo Dios hecho hombre quiso ser como nosotros. Quiso venir al mundo frágil y pequeño, envuelto en pañales.
Quiso crecer como cualquiera, tener amigos, salir a caminar sentarse a la mesa y luego morir de la forma más cruel ¡por amor! Nuestro Jesús, nuestro dulce Jesús, sufrió todos los dolores, soportó todas las traiciones, engaños, rechazos, insultos, bofetadas y calumnias. El dolor más sordo y abismal, lo sintió el rey del universo.
Y ese mismo rey es el que viene a pedirnos nuestro ultrajado corazón. ¿Cómo es posible que el rey de reyes tenga que suplicarnos que lo amemos? «Roto» es un increíble recordatorio de que no importa cuán profundas sea las heridas, Dios siempre va a querer recibirnos en sus brazos.
Que el dolor se vaya, pero se quede Jesús
Esto es lo que sucede cuando dejamos que Él entre y sane nuestro dolor. Si lo aceptamos, nos convertimos en fuentes de su amor, en seres capaces de reconocer en el otro nuestra propia fragilidad. El corto termina con esta hermosa frase: «Jesús vino para amarte y restaurar tu corazón roto».
Así que hoy en medio de la oración, cuando estés solo o te vayas a dormir, confiésale en secreto que necesitas de su amor. Que estás harto de buscar y no encontrar, de perseguir y no alcanzar, que te sientes cansado, que se te agotan las fuerzas, pero que esperas que haya espacio en su insondable corazón.
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Fuente: Catholic-link